El mundo en que vivimos está en riesgo de perder la continuidad de prácticas tradicionales como la lactancia natural, al promocionar productos sucedáneos de la leche materna. La lactancia materna juega un papel importante en la gestión de la nutrición, además de proporcionar seguridad alimenticia y reducir la desigualdad.
Es el mejor alimento que se puede dar a un bebé recién nacido y hasta los 6 meses de vida de modo exclusivo. A partir de que se inicia la alimentación complementaria, se recomienda seguir hasta los 2 años, como mínimo, acompañada adecuadamente con otros alimentos.
Protege al bebé de infecciones como gastroenteritis, infecciones de las vías respiratorias, otitis, infecciones urinarias y otras, sobre todo las inmunitarias. También está demostrado que protege frente al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. Pero, además, tiene efectos beneficiosos para el organismo de la madre. Hace que la recuperación después del parto sea más rápida e incluso está demostrado que reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario.
Toda madre está capacitada para amamantar a su bebé y aunque, al principio puede suponer un esfuerzo y plantear muchas dudas, es recomendable contar con un buen asesoramiento, mucha paciencia y práctica.
Nuestra nutricionista, la Lic. Julieta Lupardo, nos cuenta que “Muchos de los beneficios de la leche materna sobre la salud del bebé están relacionados con las bacterias y con los oligosacáridos (hidratos de carbono) que contiene. Funcionan como prebióticos y contribuyen a que se establezca una microbiota saludable. El beneficio de la lactancia se encuentra en la transferencia de microorganismos de la leche materna al intestino del niño.
Las bacterias de la madre empiezan a colonizar el intestino del bebé durante el parto y continúan a lo largo del periodo de lactancia. Se sabe que estos microbios heredados desempeñan un papel clave en la salud del bebé, ya que enseñan al inmaduro sistema inmunitario a distinguir a sus aliados bacterianos de sus enemigos.
Los niños que continúan con la lactancia materna tras haber comenzado a consumir alimentos sólidos se benefician de esta complementariedad, desarrollando un mayor número de bacterias beneficiosas.”
Esto es una creencia falsa, ya que son muchas las madres que aún no tienen un buen acompañamiento para lograr una lactancia exitosa. Los primeros días y semanas son claves, implican un “trabajo” de parte del binomio madre-hijo/a, pero también es necesario un acompañamiento, una red de contención que facilite y apoye este momento.
Es importante que desde el momento mismo del nacimiento se facilite a las madres la lactancia y eso implica a los profesionales de la salud, médicos/as, enfermeros/as, obstétricas, puericultoras. Y, por supuesto, las instituciones.
Si el bebé y la madre están sanos, se debe colocar al recién nacido en el pecho de su madre hasta que haga la primera toma. Las 2 primeras horas son claves ya que el recién nacido tiene un reflejo de succión muy fuerte.
Como hemos dicho, la OMS la recomienda hasta los 2 años, complementando con otros alimentos.
La decisión de “destetar”, al igual que el inicio de la LM, es un proceso que no se realiza de un día para el otro. Teniendo en cuenta esto, el cuerpo dejará de producir naturalmente la leche, en forma progresiva.
Tanto para la madre como para el/la niño/a se trata de aprender a vincularse desde otro lugar. La presencia de un/a tercero/a es importante para acompañar, sostener, contener y fortalecer, en este momento, también.
Para tener en cuenta:
La prioridad para la dupla mamá-bebé es la lactancia. Y la lactancia no sólo es nutrición, alimento, sino que tiene un papel fundamental en el desarrollo físico, emocional y psicológico del bebé. Por eso es muy importante el contacto piel a piel, el sostén y ofrecerle al/a niño/a un contexto lo más parecido posible al mundo intrauterino. Como también es importante garantizar la seguridad emocional de la madre.