Deseábamos tener hijos con todo nuestro corazón, pero queríamos que Dios nos guíe en el camino a seguir y que sea Él quien tenga el control de la situación, no nosotros ni tampoco la ciencia. Antes de comenzar cualquier tratamiento decidimos comentarle todo esto al sacerdote que nos casó, quién nos dio algunos consejos. Fue clave para nosotros esta conversación porque nos dio paz y tranquilidad. En el transcurso de estos 6 años hicimos cuatro tratamientos de baja complejidad y cuatro de alta complejidad. En el medio me operaron cuatro veces por endometriosis. Durante este tiempo dimos todo de nosotros a nivel físico, psíquico y espiritual. En el último tratamiento logramos quedar embarazados, pero a la séptima semana se detuvo. Hoy tenemos un angelito en el cielo que nos cuida. Fue muy duro enterarnos de esta triste noticia, pero como siempre decimos: por algo pasan las cosas en esta vida. Dios sabe, quizás no era el momento o quizás había más cosas que necesitábamos aprender antes que llegue u otras razones que solo Dios conoce. Nos agarramos fuerte de la mano y decidimos seguir luchando juntos.
Una amiga me pasó un poema en inglés que en resumen decía; “no te rindas jamás”. Como respuesta, automáticamente brotaron estas palabras de mi corazón: ¡Jamás voy a darme por vencida, jamás! Voy a luchar siempre en mi vida con todo. Si es la voluntad de Dios, las cosas llegan en la vida, siempre y cuando sea la voluntad y el camino que Dios elije para cada uno de nosotros. A veces pedimos cosas y no llegan, no porque Dios sea malo o caprichoso si no porque Dios sabe que ese no es el mejor momento o eso no es lo que le tiene que llegar o pasar a la persona. ÉL nos conoce más que nadie, quiere lo mejor para cada uno, sabe perfecto lo que queremos y sabe darlo o no darlo según nuestra conveniencia, felicidad y según la misión que tenemos en esta vida. Siento que nuestra misión es ser padres y formar una familia católica por eso siento que esos hijos van a llegar cuando Dios lo que crea más conveniente. Cómo, cuándo y de la forma que ÉL lo crea, esa será la mejor, por eso confío plenamente en Él. Van llegar cuando tengan que llegar. Mientras tanto disfrutamos el HOY, ese regalo enorme que
Dios nos da, que sí podemos vivirlo y somos dichosos que podemos vivirlo muy bien. Tenemos todo para ser felices y lo somos, seremos aún más felices cuando lleguen los hijos. Creo que nuestra misión es esa y pronto llegará, si es otra, Dios nos la irá mostrando. ¡A disfrutar esta vida a full que es corta y se pasa rápido!!! Durante este tiempo visitamos muchas iglesias, santuarios, monasterios y sacerdotes en Argentina y afuera.
El 18 de abril de 2018 estuvimos presentes en la audiencia de nuestro querido Papa Francisco en la Plaza San Pedro en Roma. El escuchó nuestro deseo, puso sus manos sobre las nuestras, nos dijo unas palabras y nos dio su bendición. Ese encuentro fue un gran regalo para nosotros. Tocamos muchas puertas en el cielo y en la tierra para que varios santos, sacerdotes, monjas, familiares y amigos nos ayuden e intercedan por nosotros. Estaremos eternamente agradecidos por todas sus oraciones.
Al pasar los meses, nos comentaron sobre el tratamiento de ovodonación, por motivos personales decidimos no optar por ese camino, preferíamos adoptar. Nos inscribimos y fuimos aceptados. En ese momento un familiar nos comentó sobre el tratamiento de “embriodonación”, no lo conocíamos. Consiste en transferir un embrión que ha sido donado al útero materno que lo alojará durante 9 meses. Para nosotros significaba darle a este embrión la posibilidad de vivir y formar juntos nuestra familia. Nos informamos sobre este tratamiento y también tuvimos una charla con nuestro querido amigo, el Padre Jesús. Queríamos tomar decisiones con tranquilad y en paz. Esa charla y luego visitar a Jesús en la iglesia, me dio mucha paz. Nuevamente, estábamos en sus manos. Fue entonces que decidimos seguir adelante con ambos caminos al mismo tiempo: adopción y embriodonación. Rezando, le dijimos a Dios: “Que sea tu voluntad, que sea el camino que más felices nos hará como familia”. Fue a través del camino de la embriodonación que el 12 enero de 2019 a las 10:26 hs. Dios nos regaló nuestra tan deseada hija: María Josefina, María por la Virgen María, Josefina por José, padre adoptivo de Jesús. A ambos habíamos acudido durante todo este tiempo, junto a muchos otros santos e intercesores.
El 16 de febrero nuestro querido amigo, el Padre Jesús, bautizó a Josefina. Fue un día muy emocionante para nosotros y nuestras familias. Muchas personas nos suelen decir “Jose me transmite paz y alegría”. ¡Cuánta emoción produce escuchar estas palabras! Poder brindar a nuestro prójimo un poquito de paz y alegría a través de nuestra hija brinda mucha satisfacción. Si están pasando por una situación similar nos nace decirles con el corazón que se encomienden a Dios y a la Virgen María, que charlen con ellos y les cuenten lo que les
pasa, cómo se sienten, que les gustaría para sus vidas. Que entreguen este tema a ellos, para que ellos los guíen en el camino a seguir. Dios siempre quiere lo mejor para nosotros. A veces lo que queremos no llega, pero no porque Dios nos castiga si no por alguna razón que en ese momento no conocemos, por ende, cuesta entender y duele. Dios sabe que es lo mejor para cada uno de nosotros, aunque no lo entendamos en ese momento. Nosotros en todo momento nos encomendamos a Dios, eso nos dio mucha paz y tranquilad. Por supuesto que pasamos por momentos de tristeza y tensión de pareja, pero gracias a Dios, ÉL nos sostuvo siempre de su mano. Recuerdo unas palabras que le dirigí a Dios: “Dios acepto y abrazo lo que tengamos que transitar para que llegue nuestro tan anhelado hijo, que sea tu voluntad. Sabemos que esta espera tiene sus razones. Sabemos que este camino recorrido nos va a ayudar para crecer y fortalecernos como personas y como matrimonio. Entonces, lo que te pedimos es que vos nos sostengas, nos des mucha fortaleza, fe, paciencia, esperanza, paz y que sigamos teniendo alegría en nuestro corazón”. Creo que Dios nos escuchó porque fue duro el camino recorrido, pero de la mano de ÉL todo fue más fácil de transitar. Siento que cuando uno vive los momentos difíciles de esta vida junto a Dios, las experiencias se viven diferentes, uno se siente sostenido y se hace todo menos pesado. Es como estar adentro de un túnel caminando de la mano de tu marido, sintiendo que Dios está atrás abrazando a ambos. Él te va guiando por los diferentes caminos que ofrece el túnel. Al final del camino se vislumbra la luz. El gozo de llegar a la luz, cuando se transita todo el camino de la mano y protegidos por Dios, es muy grande.
✓ Rezar e ir a misa juntos.
✓ Hacer algunos retiros de matrimonios y también retiros individuales.
✓ Pedirle a nuestros familiares, amigos y sacerdotes que conocíamos que recen por nuestra intención.
✓ No preguntarnos por qué: “por qué nos pasa esto, por qué a nosotros?”. Si no más bien nos preguntábamos para qué. Nos dio más tranquilidad preguntarnos para qué, que cuestionar el por qué. El por qué no lo sabíamos y nos podía causar sentimientos de enojo y bronca, el para qué, sin tener la respuesta en ese momento, nos traía sentimientos de esperanza. Hoy, podemos entender y ver varios para qué. Seguramente haya muchos otros para qué que vayamos viendo a lo largo de nuestra vida y a través de Josefina. Si este testimonio de nuestra
experiencia le llega a servir a otras parejas, responde a uno de los tantos para qué. Bendito sea lo vivido si hoy podemos ayudar a otras parejas.
✓ Vivir y disfrutar cada día que nos regaló Dios. Viajamos, tuvimos nuestros momentos solos, nos hicimos más compañeros. A veces uno se detiene en el pasado o piensa mucho en el futuro y descuida el hoy, el aquí y el ahora. Creemos que es bueno disfrutar y ser agradecidos de lo que hoy uno tiene como la salud, el trabajo, el matrimonio, los amigos, la familia, donde vivir, etc. Ir en búsqueda del tan anhelado hijo, pero disfrutando el día a día. Tratar de estar en “modo positivo”, disfrutando cada cosa que vivimos y elegimos hacer hoy. Tratar de no quedarnos anclados en el pasado o apurarnos por llegar al futuro. ¡Vivamos y disfrutemos el hoy, seamos felices con lo que hoy sí tenemos!
✓Agarrarnos fuerte de la mano y decidir luchar juntos. Estos momentos son críticos, o se lucha juntos o no se lucha. Nos sostuvimos el uno al otro en las diferentes etapas que atravesamos. Cada uno tiene una vocación y misión en esta vida. En nuestro caso, los dos siempre quisimos y sentimos desde chicos que íbamos a ser padres. Durante los 6 años de búsqueda, nuestros corazones nos decían que lo íbamos a lograr solo teníamos que saber esperar con paciencia, fe y esperanza. Por obra de Dios, así fue. Dios nos regaló nuestra tan anhelada y deseada hija.
– Dar todo de mí por mi hija, para que ella sea feliz en este mundo.
– Cuidar a mi marido, además de a mi hija, para buscar la felicidad y unión familiar.
– Es darle prioridad a ella en mis pensamientos, tiempos y acciones.
– Es saber y sentir que di todo de mí durante 6 años para tener hoy a mi hija en brazos.
– Es repetir aquellas cosas mis padres tan generosamente hicieron por mí.
– Es educarla en la fe y transmitirle lo generoso que fue Dios en regalarnos su llegada.
– Dejar de hacer cualquier cosa que esté haciendo para abrazar a mi hija y sacarle una sonrisa cuando me viene a buscar.
– Pensar siempre en lo mejor para ella y dejar de lado mi interés personal.
– Esperar todos los días que se levante para ir a buscarla a su cuna y con su alegría empezar el día de buen humor. – Tratar de inculcarle los valores que tenemos como matrimonio desde el primer día.
– Tratar de enseñarle algo nuevo todos los días. – Compartir abrazos, besos y mimos como si fuese la última vez que nos veríamos.
– Aprender de mi hija, cuya tranquilidad se contagia. No hay preocupación alguna que la saque de su paz y tranquilidad con la que vive el día a día.
Ser PADRES para nosotros hoy es el regalo más grande que Dios nos pudo haber dado y el mayor compromiso que podemos asumir en esta vida ¡Gracias Dios! Te encomendamos nuestra hija y te pedimos que nos ayudes a ser los padres que ella necesita para ser feliz. Ojalá les pueda servir en algo nuestra experiencia y camino recorrido. Recuerden; ¡no están solos en esta lucha, Dios siempre nos acompaña! ¡Que Dios los bendiga!
Los abrazamos fuerte, Magdalena, Juan Pablo y María Josefina – Julio 2020, Buenos Aires, Argentina