En junio se conmemora el Mes Internacional de la Fertilidad con el objetivo de promover su cuidado. La infertilidad es una enfermedad donde el sistema reproductor no cumple sus funciones y que, según la Organización Mundial de la Salud, la padecen casi 50 millones de parejas en el planeta.
Sin contar las condiciones particulares de salud de cada hombre o mujer, el problema más importante de fertilidad en la actualidad es la llegada tardía de la mujer al nacimiento de su primer hijo. En nuestro instituto, durante el último año, el 45% de las consultas por fertilidad, son de personas de 40 años o más. Las causas culturales suelen ser las más importantes, los hijos llegan cuando los padres están en condiciones de recibirlos, después de haber pasado tiempo dedicados al desarrollo personal, profesional y económico, o simplemente porque así lo decidieron. Sin embargo, desde el punto de vista biológico, el momento ideal para que una mujer conciba sigue siendo antes de los 30 años, que es su período más fértil.
Los números y los hechos dan cuenta de dos cosas: por un lado, que los cambios sociales no son acompañados por los mismos cambios biológicos, y que las facilidades para lograr embarazos disminuyen a mayor edad de la pareja. Como respuesta a esto la ciencia generó una cantidad de técnicas que pueden facilitar la concepción. Pero facilitarla no es garantizarla.
En medicina reproductiva, promover el cuidado de la fertilidad es ofrecer información para poder planificar el momento de ser padres. ¿Cuántas parejas grandes llegan a la consulta seguros de que hacen un in vitro y salen con un bebé? Es preciso entonces educar en la anticipación de patologías para evitar complicaciones reales a futuro, concepto que va de la mano de dos nociones fundamentales en salud reproductiva, como la planificación familiar y la criopreservación de óvulos y espermatozoides.
La planificación familiar consiste en conocer y evaluar los factores involucrados en la concepción para lograr el plan más adecuado para poder concebir un hijo sin mayores complicaciones o maximizar las posibilidades de tenerlos cuando se los desea. Así como nos enseñan a pensar en nuestro desarrollo profesional o personal, la planificación reproductiva debería ser algo que los médicos inculquemos. Los chequeos ginecológicos en edad reproductiva son un buen momento para que el profesional pregunte, informe y asesore.
En primer lugar, una consulta al médico que nos indicará una serie de estudios que determinarán el estado de la fertilidad y qué conviene hacer. Una vez realizada, se puede pensar en la preservación de la fertilidad a través de vitrificación de gametos (de espermatozoides u óvulos) o de los embriones, con el fin de resguardar la perspectiva de tener hijos a edades más avanzadas, con «la pareja adecuada», una vez superada alguna situación médica o contemplando otras cuestiones.
La información es poder, para decidir. Es clave tomar esas decisiones estando bien informado para evitar complicaciones a futuro.