La situación de excepcionalidad que transitamos a raíz del aislamiento preventivo y obligatorio por la pandemia de coronavirus nos pone a prueba, nos obliga a cambiar la cabeza, modificar el chip y sacar herramientas resilientes de donde, quizás, no sabíamos que teníamos. Hay casos en los que el tiempo apremia un poco más, y el correr de los días genera cierta desazón; uno de ellos es la obligación de posponer los intentos y tratamientos de fertilidad en pos de perseguir el deseo de tener un hijo. Manejar la ansiedad es, quizás, una tarea titánica. Pautas para transitar estos días de incertidumbre.
Cuando comenzó la cuarentena, se finalizaron los tratamientos que ya se habían comenzado (las pacientes elegían si transferir el embrión, o congelarlo y esperar), pero no se iniciaron nuevos procesos. Actualmente, «la recomendación es no arrancar ciclos para no exponer a las pacientes a que salgan y estén expuestas al contagio, para no exponer a los que trabajan (dado que estamos en pleno aislamiento), y porque cuanto más se restrinja la actividad menos va a circular el virus», explica Agustín Pasqualini, director médico de Halitus, a Entremujeres Clarín.
Otro punto importante que señala es evitar ingresar más pacientes al sistema de salud para no entorpecer las cosas ante un posible aumento de casos en nuestro país (por ejemplo, por la posible falta de insumos que se necesitarían para otras eventualidades).
«Aquellos tratamientos que son de baja complejidad se hacen -en general- en personas jóvenes, que ‘tienen’ tiempo (pueden esperar), por lo que son los que uno piensa primero en dejar de lado. Por otro lado, decimos que los tratamientos con donación de óvulos ‘congelan’ el reloj biológico, porque la postergación no afecta los resultados: está visto que hasta los 45 años no hay efectos de la edad sobre los resultados de la ovodonación», detalla.
«Los tratamientos de alta complejidad con óvulos propios en mujeres que tienen ‘al borde’ la reserva ovárica se están difiriendo en el tiempo, ya que la reserva ovárica se afecta con el paso de meses, donde uno deja pasar más tiempo», sugiere Pasqualini y dice que habrá que evaluar la situación cuando la cuarentena termine o se flexibilice, sobre todo en este grupo de pacientes, en los que es posible pensar en -llegada esa situación- comenzar los tratamientos, congelar los embriones (para «congelar» el reloj biológico) y transferirlos más adelante, cuando la situación sea más segura para transitar el embarazo.
Las únicas excepciones son casos puntuales, tratamientos «impostergables» que, en general, son personas que atraviesan algún tipo de tratamiento oncológico y buscan preservar su fertilidad. «En esos casos las atendemos aunque haya cuarentena; se les estimula la ovulación, se sacan los óvulos y se guardan», comenta Fernando Neuspiller, director de IVI Buenos Aires. «En proporción y en general, son la menor cantidad de ciclos que se hacen, porque no está tan difundido que toda paciente oncológica joven preserve o congele su fertilidad», indica Pasqualini.
Para la atención de estos casos puntuales se genera una estrategia de atención particular para evitar el contacto y minimizar riesgos. En este sentido, en el último documento de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMeR) dirigido a centros de fertilización asistida y equipos médicos con sugerencias en relación a la pandemia por coronavirus indica que ésta «requiere adaptarse en forma dinámica a las recomendaciones en el cuidado del equipo de salud y de nuestros pacientes; manteniendo un nivel mínimo de actividad asistencial, cumplir con el distanciamiento social minimizando los contactos y asegurando planes de contingencia».
A poco más de tres meses desde los primeros casos de coronovirus reportados, el virus se encuentra en pleno estudio y la mayoría de los datos aún son incipientes. «Aparentemente no está presente en los óvulos ni en los espermatozoides, por lo que los tratamientos serían seguros, y el embarazo sería una situación segura que no expondría a la mujer a mayor riesgo», dice cautelosamente Pasqualini.
Por otro lado, la transmisión vertical (de madre a hijo) se encuentra en estudio, ya que todavía los estudios son chicos (tienen poca cantidad de casos) y no llegan a ser concluyentes ni definitivos. Sin embargo, las primeras aproximaciones «sugieren que el virus puede atravesar la placenta, pero los bebés prácticamente no se han visto afectados», según un artículo de The New York Times. «Si bien el virus no está presente en las secreciones genitales, el cordón umbilical, la placenta o la leche materna, la situación genera dudas. Por ejemplo, en un reporte de 33 casos, hubo tres bebés que fueron COVID-19 positivos y no está claro cómo se contagiaron (si fue vertical o en el momento del nacimiento), aunque los tres evolucionaron bien», describe el director médico de Halitus.
María nació en La Plata y hoy, a los 42 años, vive en la ciudad de Buenos Aires. Trabaja como traductora de inglés y profesora y, dada la cuarentena, da clases on line. En noviembre hizo una transferencia de un embrión que fue negativa y planeaba hacer la otra, con el último embrión congelado, durante estas semanas. La pandemia obligó a posponer por un tiempo el deseo, y canaliza la ansiedad con algunas sesiones con una counselor especialista en estas temáticas. Hace Skype, mientras pone el foco en «hacer las cosas bien» y «no perder la esperanza».
«La situación en sí ya es difícil y este contexto lo intensifica. Uno quisiera hacer las cosas ya, pero lleva su tiempo y necesita una preparación. Uno se trata de cuidar para tratar de tener mejores resultados, pero también hay que ser realista, ya que hay que poner el cuerpo y hace falta que pase esta circunstancia», comenta a Entremujeres Clarín.
Gisela de Antón, presidenta de Concebir -asociación que reúne a personas con trastornos en la reproducción-, cuenta que suspendieron todos los talleres presenciales y comenzaron a implementar -como muchos espacios- las «reuniones» on line: ya pasó al mundo virtual el taller de madres solteras por elección, y esta semana hará lo propio, por ejemplo, el de parejas que deben recurrir a donación de gametas. Si bien habitualmente disponen una temática mensual para tratar, por el momento solo se centran en lo que creen que se necesita ahora: escuchar qué les pasa a los pacientes con la cuarentena y la suspensión de los tratamientos. «Estamos manejando las ansiedades y la incertidumbre de no saber qué va a pasar con el coronavirus y esperar la transferencia. Nos cuentan en qué proceso están, si se habían hecho los estudios, cómo fue su historia… Lo que necesita ahora el paciente es que lo escuchen».
No desesperarse es, para todos los especialistas consultados, clave. «Las primeras semanas fueron más ‘desestructurantes’ al acomodarse a la cuarentena; ahora vuelven a aparecer las angustias en cómo es el impacto de esto en sus tratamientos y la imposibilidad de planear, ya que hay desconocimiento de -cuando se vuelva- cómo se va a volver», narra Mariana Thomas Moro, psicóloga acreditada por SAMeR en fertilidad y miembro del equipo de psicología y musicoterapia de Concebir, a Entremujeres Clarín.
«Estamos todos ansiosos, pero el paciente que necesita está todavía mas ansioso, porque no ve el final del túnel, porque no sabemos cuándo van a ‘levantar’ a ciertos grupos. La reproducción no está en la agenda de salud en este momento, porque hay muchas cosas que están por encima (la gripe, etc.), y la paciente que quiere transferirse tiene que esperar», reflexiona Neuspiller. Y da tres pautas para tener en cuenta este periodo:
En la misma línea, la psicóloga reconoce: «La situación es angustiante, por ejemplo, para aquellos que les quedaban los últimos intentos con sus propios óvulos, porque lo que se transmite es ‘hacerlo ya’, pero en estas circunstancias los médicos no pueden hacerlo ‘ya’. Por eso, es recomendable tratar de centrarse en lo que sí pueden hacer, como encontrar espacios de contención, organizarse, cuidarse físicamente y desde la alimentación, reconectarse con aquellas actividades que cuando uno tiene una rutina agobiante las deja desplazadas y hacen bien… Algunos incluso están pudiendo adelantar algunas cosas desde lo administrativo».
Y concluye: «No quedan más alternativas que redirigir la energía hacia lo cotidiano que tenemos bajo nuestro control y que nos puede hacer bien, hacia lo básico, más allá de que debamos esperar uno o dos ciclos. Lo que pasa a nuestro alrededor y las medidas que se están tomando nos exceden, pero sí podemos poner la energía en cosas que nos permiten llegar más fortalecidos. Se habla mucho de resiliencia, hoy la ponemos a prueba: poder salir transformados de esta situación es un desafío para todos, y es de algo que sí nos podemos ocupar».