El virus de papiloma humano (HPV) está directamente asociado al cáncer de cuello uterino. Se trata de una enfermedad silenciosa. La doctora María Elisa Moltoni, ginecóloga de Halitos Instituto Médico responde las inquietudes frecuentes que pueden ayudar a entender su importancia y complejidad.
Es un virus que causa el cáncer de cuello de útero y las verrugas genitales, pero que también está asociado a otros tipos de tumores. Según datos de 2014 se presentan casi 5000 casos anuales de cáncer de útero, sobre todo en mujeres de 40 a 64 años. Este cáncer tiene en nuestro país una mortalidad de 7,7 por 100.000 mujeres. El virus se asocia también a algunos cánceres de vagina y vulva, aunque son menos comunes. Además, se asocia a cáncer de ano, a cáncer de boca y de garganta, tanto en mujeres como en hombres.
Es un virus que se transmite por el contacto piel a piel, incluyendo relaciones sexuales tanto vaginales, orales o anales, así como cualquier tipo de contacto que tenga que ver con el área genital, ejemplo mano-genital. Si bien los preservativos pueden proteger contra muchas infecciones de transmisión sexual, en el caso del HPV no proveen una protección completa porque no cubren toda el área genital, sino solo el pene.
Es tan frecuente su presencia que se ha estimado que entre el 75 y el 80% de los adultos sexualmente activos adquieren infección por HPV en algún momento de su vida antes de los 50 años. La mayoría de hombres y mujeres tienen una infección por primera vez entre los 15 y los 25 años. La mayoría de personas infectadas por HPV no tienen signos ni síntomas de infección y muchos de esos casos no llegarán a desarrollar ningún problema. Sin embargo, en el 10 al 20% de las mujeres su sistema inmunológico no puede combatir el virus. En esta situación hay mayor chance de desarrollar estados pre cancerosos de cuello de útero y también cáncer. De todos modos, es usual que pasen más de 10 años desde la infección por HPV hasta la aparición del cáncer de cuello de útero. Por eso el hacer los controles, como el PAP, en forma regular es tan importante para detectar cualquier anormalidad en el cérvix antes de que se convierta en cáncer. Es decir, la infección es muy común, pero ¡A no desesperarse! ¡A controlarse!
Hay más de 100 tipos identificados, pero no todos pueden infectar el cuello del útero, y a su vez sólo algunos tienen más posibilidad de causar cáncer. Es por eso que en medicina los clasificamos en HPV de alto riesgo y HPV de bajo riesgo, según el riesgo de provocar cáncer que tengan.
Están aprobadas desde hace muchos años en diversos países y forman parte del esquema de vacunación de países desarrollados (aprobada por FDA en EEUU en 2006). Han sido aplicadas en grandes poblaciones desde hace tiempo, lo que prueba su gran seguridad a nivel de efectos adversos, así como su eficacia en prevenir lesiones precancerosas y cancerosas. Las vacunas no tienen la capacidad de provocar infecciones por sí mismas, ya que no contienen los virus ni vivos ni atenuados. Lo que contienen son partículas similares a las de la cápsula que envuelve el virus, con lo cual formamos anticuerpos contra su parte externa, lo que permite defendernos si nuestro organismo se enfrenta a un virus real.
A través de una inyección. En personas sin problemas de inmunidad, se aplican dos dosis en menores de 15 años y 3 dosis en mayores de 15 años. Este tipo de esquema garantiza que se formará una cantidad adecuada de anticuerpos capaz de brindar protección. Si el esquema se da en forma incompleta pierde en parte su eficacia, por eso es importante agendar las siguientes dosis para completarlo.
En Argentina, está en el calendario de vacunación, para niñas y niños de 11 años. ¿Por qué a esa edad? Por un lado porque en los niños el sistema inmunológico es muy fuerte y la protección obtenida es muy buena; por otro lado, como el HPV es un virus que se transmite por contacto sexual, el mejor momento es aplicarla antes del inicio de la actividad sexual. La protección persistirá independiente de cuánto tarde en iniciarse. La vacuna puede ofrecer beneficios para aquellas mujeres que ya tuvieron HPV en el pasado, porque sirve para prevenir reinfecciones. Por eso, bajo consejo médico, puede aplicarse también en mujeres y varones que lo deseen, aunque sean mayores. Lo que no sirve es para el tratamiento de infecciones ya existentes.
En mujeres es efectiva en prevenir infecciones por HPV y lesiones precancerosas de cuello de útero causadas por los virus cubiertos por las vacunas.
La vacunación en las mujeres reduce el riesgo de verrugas genitales en sus parejas masculinas.
En varones reduce el riesgo de verrugas genitales e infecciones peneanas por HPV, lo que a su vez disminuye la diseminación del HPV a sus parejas sexuales.
La vacunación también reduce el riesgo de cáncer anal en mujeres y hombres.
Previene la infección oral por HPV, la cual está asociada a cáncer orofaríngeo (boca y garganta). Se espera que por lo tanto la vacuna reduzca el riesgo de esos cánceres también.
Aunque la persona se vacune, tiene que continuar con sus chequeos ginecológicos o médicos habituales, aquellos recomendados para su edad o condición médica.