Desde que la actriz Catherine Fulop contó que tanto ella como su marido, Osvaldo Sabatini, estaban utilizando un “chip sexual” para mejorar la vida sexual de la pareja, las consultas médicas sobre ese dispositivo aumentaron exponencialmente, afirman especialistas consultadas por Clarín que afirman que no se trata de una solución mágica y advirtieron sobre los riesgos de su uso.
Según Alejandra Belardo, jefa de la secciones Climaterio y Endocrinología Ginecológica del Hospital Italiano, después de la mención de la actriz, hubo un aumento 100% en las consultas de sus pacientes. Pese a la expectativa generada, la panacea del chip sexual no es tal, señala. El dispositivo no cuenta con aprobaciones de sociedades médicas de ningún país del mundo para su uso en mujeres. “No existe la evidencia científica necesaria para avalar la indicación de uso de un chip o dispositivo sexual liberador de hormonas para las mujeres”, explica.
Coincide Silvina Valente, presidenta de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y Jefa de la Sección de Ginecología del Hospital de Clínicas, quien agrega que este método sí está autorizado para su uso en hombres, siempre y cuando se compruebe que el paciente padece una baja en los niveles normales de hormona testosterona.
En tanto, Beatriz Literat, sexóloga clínica de Halitus Instituto Médico, apunta que el tratamiento denominado chip sexual no existe como tal para las asociaciones médicas de urología, andrología, endocrinología y ginecología. “Ese es un nombre de fantasía creado con objetivos puramente comerciales y para nada científico”, subraya.
El chip en cuestión es un dispositivo o pellet intradérmico que se coloca con un aplicador a la altura de la cintura o cadera, y que es autobiodegradable, es decir que no es necesario retirarlo del organismo. Libera hormonas y tiene una duración de 4 a 6 meses.
La hormona más utilizada es la testosterona, también presente naturalmente en el organismo femenino en bajas dosis, y que tiene la capacidad de regular el humor, el deseo sexual y la sensación de bienestar. En los hombres tiene funciones sexuales, de vigor y fortaleza física.
“Por el proceso de envejecimiento natural, que comienza a manifestarse aproximadamente a los 50 años, aparece en las mujeres una pérdida de motivación y falta de energía”, dice Valente. “Las pacientes refieren estar desmotivadas y sin energía, tanto en el día a día como en su intimidad. Con el aporte de testosterona, vuelven a sentir ganas de tener relaciones sexuales y a sentirse más vitales”.
Sin embargo, el chip no puede ser considerado como una solución mágica para los problemas de pareja. “Es verdad que la testosterona forma parte de la función sexual en ambos géneros, pero reducir la sexualidad a una hormona no está del todo bien”, explica Belardo. “En la vida sexual -continúa- intervienen factores no sólo hormonales sino también aspectos culturales, sociales y, por sobre todo, está la relación de la pareja. Cuando hay conflictos de pareja, no hay testosterona que alcance para modificarlos.”
La disfunción sexual femenina incluye trastornos como la Disfunción del Deseo Sexual Hipoactivo (DDSH), que consiste en la disminución del deseo sistemático y sostenido durante al menos 6 meses, con descenso de fantasías sexuales y de ganas de iniciar una relación sexual. “Si la causa es hormonal y hay un déficit androgénico, puede que con el uso del pellet haya una mejoría al respecto. Pero si la causa no era hormonal, es probable que no exista modificación alguna”, sostiene Belardo.
Se estima que el DDSH afecta a alrededor del 32 % de las mujeres de mediana edad, según la Sociedad de Endocrinología de Estados Unidos.
Para su aplicación, el chip, que puede contener también estrógenos y progesterona, debe ser preparado con las dosis necesarias para cada paciente, tanto sea hombre como mujer.
“La diferencia más importante es la cantidad de hormonas que contienen, que varía en ambos sexos. Para que el efecto terapéutico sea efectivo, debería realizarse con anterioridad una evaluación hormonal que permita determinar si esas personas realmente se encuentran en un estado de privación hormonal y realizar el cálculo de la dosis correcta de hormonas requeridas”, advierte Literat.
Según la médica, el chip sexual es una forma de terapia de reemplazo hormonal para hombres con hipoandrogenismo (que no producen suficiente testosterona) o para mujeres con muy bajo nivel de testosterona y Dhea (dehidroepiandrosterona, un esteroide producido por la glándula suprarrenal, precursor de estrógenos y andrógenos), que presentan síntomas como cansancio físico crónico, alteraciones del sueño y de la memoria, osteoporosis y baja libido, entre muchos otros síntomas.
“El implante no es el único tipo de terapia que existe, ya que muchos andrólogos utilizan geles o medicamentos inyectables cuando es realmente necesario”, dice Literat.
En cuanto a los beneficios de la suplementación de testosterona, los hombres con hipogonadismo recuperan energía y experimentan una mejora en sus síntomas. “Sin embargo, hay estudios que revelan que utilizar terapia hormonal de reemplazo en hombres mayores de 50 años sin hipogonadismo diagnosticado no produce los mismos efectos y además puede generar efectos adversos”, advierte.
Según la Dra María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga, antes de sugerir el uso del chip, y luego de realizar un estudio hormonal a la paciente menopáusica, se debe considerar la aplicación de una terapia de reemplazo en forma de gel de testosterona. “Es de buena praxis ver qué ocurre durante unos meses aplicando el gel, para poder suspender la indicación o cambiar las dosis si fuera necesario”, apunta. Este tratamiento, añade, está indicado en mujeres que refieren estar paciendo sofocos, sequedad vaginal y desgano entre otros problemas, y no solamente falta de deseo sexual.
En cuanto a la edad ideal para recibir una terapia hormonal de reemplazo, Valente afirma que, en la mujer, el tratamiento podría hacerse desde los 40 años, siempre dependiendo de los casos y luego de hacer estudios previos. “Aunque en pacientes de 35 que padecen menopausia precoz, también podría ser recomendable”, afirma. Y continúa: “En cuanto a los hombres, se estima que la suplementación de testosterona es ideal para después de los 65 años pero, si presentaran valores de laboratorio debajo de los límites normales antes de esa edad, el médico especialista podría indicar el tratamiento”.
En cuanto a efectos adversos, Literat explica que “todas las terapias hormonales de reemplazo conocidas las tienen, en un porcentaje mayor o menor, y un profesional responsable sabe cómo administrar el tratamiento para minimizar los riesgos”. En los varones, los más frecuentes son agrandamiento de próstata y mamas, y trombosis venosas profundas. “En las mujeres aún se estudian los efectos adversos en la mama y hay probabilidades de aumento de vello cutáneo y acné. Esto puede suceder con terapias androgénicas respaldadas por especialistas. El riesgo es aún mayor cuando hablamos de tratamientos que no están autorizados por organismos como la FDA a nivel internacional y la ANMAT en nuestro país”.
Según Valente, otras complicaciones habituales que pueden sufrir las pacientes tratadas con testosterona son sangrado menstrual muy abundante, aumento de los niveles de grasas malas como colesterol LDL, daño hepático y aumento de glóbulos rojos. Para prevenir estos problemas físicos se recomienda que mantengan una dieta balanceada y que hagan actividad física.
Belardo agrega que no hay documentación suficiente para relacionar a las terapias de reemplazo hormonal con el riego de padecer cáncer de mama. “Hace unos años se llegó a mencionar este tema, y si bien sigue habiendo controversia, no está científicamente comprobado que una terapia estrogénica de reemplazo hormonal pueda causar cáncer”, concluyó.