No está tan probado que las infecciones vaginales aumenten en verano, pero tal vez se puedan ver molestias o consultas con más frecuencia en esta época del año. Recordemos que no todas las molestias vaginales tienen que ver con hongos o bacterias, es decir, con infecciones. Muchas se relacionan con otras causas: irritación, alergia, etc., así como con alteraciones de la flora vaginal -llamada microbiota- la cual se encuentra equilibrada gracias a distintos factores.
Algunas situaciones que alteran el medio vaginal pueden influir en ese ambiente equilibrado dando lugar a síntomas como molestias, olor, picazón o aumento del flujo. Lo que ocurre en verano es que el calor, la sudoración, la ropa ajustada con aumento de temperatura local, podrían favorecer estas molestias. Ni hablar de la humedad del traje de baño.
Además, se suma en algunos casos, que en esta época se tienden a depilar más, dejando la zona genital más expuesta -nos guste o no, el vello tiene como función proteger los genitales- y en caso de, por ejemplo, el rasurado, existe riesgo de infecciones localizadas en la piel de la zona.
Debe ser siempre externa, vulvar, con agua sola o con jabón delicado, sin perfume. Existen algunos con pH ácido, ideales para ese uso. La presencia de la higiene es importante, pero su exceso puede ser contraproducente: puede barrer sus defensas naturales, llevar a un aumento de síntomas, alteración del pH vaginal, y a un círculo vicioso que hay que romper.
Dejá que la zona respire, usando ropa suelta. Lo mismo para la ropa interior, es ideal la de algodón. Algo importante es evitar los protectores diarios (¡sabemos que muchas son adictas, pero no son tan buenos!) los cuales, a pesar de ser “sin perfume” o “respirables” en verdad no van a dejar que el calor y la humedad de la zona se liberen. Además, por ser sintéticos, pueden generar dermatitis y alergias, dando síntomas como si hubiera una infección. Evitá dejar el traje de baño húmedo si tenés sensibilidad genital, la arena además puede raspar la zona y molestar.
El ciclo menstrual está regulado por la interacción entre hormonas del ovario y del cerebro, lo cual funciona en equilibrio. Ese ciclo a su vez se ve influenciado por el ambiente y otros factores externos. Es frecuente que en situaciones de viajes la fecha menstrual se modifique. Los viajes por vacaciones son positivos, pero generan cierto estrés. Además, se suele modificar la alimentación, las horas de sueño o los hábitos, lo cual repercute a veces en cambios en el ciclo. Si estas alteraciones persisten al volver, es conveniente consultar a un profesional.
Asesoró la Dra. María Elisa Moltoni (MN114737), ginecóloga de Halitus Instituto Médico.