“La palabra ‘coparentalidad’ no está en el diccionario”. Tal es la respuesta que arroja la Real Academia Española cuando se ingresa la búsqueda de ese término.
Es que el concepto es relativamente nuevo y hace referencia a una forma de parentalidad, en la cual dos personas se relacionan para y por tener un hijo y criarlo en común, sin que exista entre ellos ningún lazo o vínculo amoroso. En rigor de verdad, es un modo de crianza que se desarrolla también cuando dos personas se separan, pero siguen compartiendo la crianza de los hijos.
Los nuevos modelos familiares muestran nuevas paternidades dentro de las cuales la coparentalidad resulta llamativa y revolucionaria. Las nuevas técnicas de reproducción asistida hacen posible el sueño del hijo para muchas personas. “En este caso, la maternidad o la paternidad en solitario se hace impensable y la imaginan siempre junto a un otro que permite armar la triangularidad que, desde lo simbólico, garantiza las herramientas y/o recursos necesarios para encarar el proyecto de tener un hijo”. Para la licenciada en Psicología Patricia Martínez (MN 24.411) “es bien sabido que esta ‘alianza’ requiere de mucha tolerancia, sentido común y sobre todo respeto, porque lo que se debe garantizar es el bienestar del niño y el acceso facilitado a ambos progenitores”.
“La relación con cada uno de ellos no debe impedir ni obstaculizar el vínculo con el otro”, consideró la especialista de Halitus Instituto Médico, quien enfatizó: “Cada uno de nosotros tomamos de nuestros padres diferentes elementos, valores, pensamientos y recursos que van a ser fundamentales en la construcción de nuestra personalidad, por tal motivo uno de los derechos fundamentales que tiene el niño es el de tener libre acceso a ambos y cada uno de sus progenitores”.
En la práctica, la coparentalidad puede involucrar o no donación de gametas e, inclusive, a la subrogación uterina. “Tiene que ver pura y exclusivamente con el deseo de procreación”, explicó Martínez, para quien “si bien no requiere una relación previa ni amorosa entre los padres, sí exige una relación de respeto entre ellos a partir del momento que deciden tener un hijo en común”.
A diferencia de otras modalidades, donde se elige una familia monoparental, en este caso sí hay padre y hay madre presente, compartiendo la cotidianeidad de la vida de los hijos. Los padres tienen el compromiso de gestionar el día a día del niño, desde lo organizacional, educativo, económico, etc. Hay dos lugares y dos roles diferenciados que se vinculan con el niño, por tal motivo la dinámica de la triangularidad tiene que funcionar de manera diligente.
Consultado por Infobae, el abogado y asesor legal de Procrearte, Carlos Massolo, destacó que la coparentalidad en la Argentina “no está regulada, pero tampoco es algo que esté prohibido”. “Es una modalidad de relacionarse un poco novedosa desde mi punto de vista, y es lo que ocurre cuando dos personas quieren tener un hijo y no son pareja”, opinó, al tiempo que explicó: “Según el Código Civil argentino, por ley, es padre quien preste su voluntad procreacional por escrito”. Y ejemplificó: “Si una pareja tiene un hijo producto de un embrión congelado de donantes anónimos, van a ser padres aunque ese embrión no tenga su genética”.
“Ser padre implica una serie de responsabilidades; la figura legal de ser padre no es lo mismo que serlo desde el punto de vista biológico”, enfatizó el especialista, y amplió: “En la actualidad son muchas las mujeres solas que no lograron tener una pareja pero quieren tener un hijo, y si bien lo que más se ve es que recurren a un donante anónimo, de un tiempo a esta parte también aparece lo que se llama ‘donante dirigido’, esto es, que un hombre puede donar su esperma a un banco de semen y el laboratorio se lo ofrece una persona que quiera tener un hijo”.
Lo novedoso -para Massolo- “es que ahora existen sitios web que actúan como intermediarios entre las personas”. “Antes se hacía en forma espontánea y ahora aparecieron empresas que ayudan a hacer ‘match’ entre las personas, del mismo modo que lo hacen las aplicaciones de citas o en otra época las agencias matrimoniales”.
Y remató: “Todo esto implica un fuerte cambio de mentalidad, ya que antes era impensado tener un hijo sin formar una familia”.
“Es esperable que nos preguntemos cómo funciona un modelo así en cuanto a la organización psíquica de un niño. La realidad nos muestra que en tanto exista entre los padres un buen clima y un ambiente de respeto y de amor hacia ese hijo que están criando juntos no tiene por qué haber conflictos psicológicos o trastornos del desarrollo asociados a esta situación”, consideró Martínez, para quien “es muy importante entender que la coparentalidad surgió como realidad a partir de cambios que se generan en la sociedad, donde el deseo de tener un hijo está cada vez más separado del deseo o de la realidad de la pareja”.
En muchas ocasiones fueron las redes sociales el lugar de encuentro con ese otro con quien compartir la experiencia de ser padre o madre. Existen incluso plataformas que permiten localizar al partenaire más adecuado para compartir la parentalidad. En los Estados Unidos varias familias ya dan cuenta de haberse constituido por esta vía, sin detectar conflicto o anomalías en el desarrollo de los chicos que crecen en hogares liderados por copadres.
Co-padres.net, Modamily y Family4EveryOne son algunos de los sitios más consultados por mujeres y hombres de todo el mundo que buscan un padre o una madre para ese hijo que desean tener.
“Los copadres que se conectan para concretar su sueño de tener un hijo a través de este tipo de plataformas establecen acuerdos. El compromiso es desde lo legal y desde lo personal, la idea es constituir una familia en la cual el niño pueda crecer en un ambiente de confianza y bienestar”, destacó Martínez.
Y señaló que los profesionales que trabajan en fertilidad se encuentran cada día con pacientes que demandan por un hijo en circunstancias cada vez más diversas: desde la soledad de no haber encontrado pareja, desde la imposibilidad por ser del mismo género, desde el agotamiento de haber pasado por diferentes vínculos sin lograr constituir uno apto para, incluso aún en un vínculo de pareja no logran acordar con el otro el proyecto de tener un hijo. “En todas ellas el deseo de procreación es el hilo conductor”, remarcó.
La coparentalidad es una muestra de cómo frente a una necesidad aparece una respuesta. No se trata de una novedad, muchas personas fueron criadas desde el amor de una madre y un tío, o padres después de un divorcio, o una madre y su pareja que siguió funcionando como padre aún después de una separación. Son muchas y variadas las historias que dan cuenta de que la coparentalidad existe desde hace muchos años. ¿Cuál es la novedad? “Ni más ni menos que la posibilidad de la elección. Ahora puede ser elegida como formato de familia y también existe la posibilidad de elegir al partenaire con quien se desea compartir la crianza del hijo”, sostuvo Martínez.
Ser madre o padre es una experiencia más allá de las estructuras y con modalidades nuevas o renovadas, pero que siempre será posible en el contexto del respeto, del amor y por, sobre todo, en el único campo posible para tener un hijo: el deseo.