Emma vino al mundo el 18 de julio de 2016 y nos hizo sentir la felicidad más plena que uno puede sentir. Ella es nuestra razón de vivir», exclama Sandra Luna en diálogo con Filo.news, quien se convirtió en mamá hace ya tres años a través del método Recepción de Óvulos de la Pareja (ROPA).
¿Qué es el método ROPA? Se trata de un proceso que le permite a una pareja igualitaria de mujeres participar ambas de manera activa cuando deciden tener un hijo. Se la conoce también como maternidad compartida porque se utilizan los ovocitos de una de las mujeres y el embrión resultante será transferido al útero de la otra mujer. Es decir, permite que ambas puedan «poner el cuerpo».
«En la actualidad, el número de mujeres que deciden tener un hijo en el contexto de una pareja igualitaria, va en aumento. El programa ROPA permite que esta experiencia tenga un mayor compromiso corporal para ambas», asegura Sergio Pasqualini, director científico de Halitus Instituto Médico.
«Es excelente el método ROPA, más para aquellas parejas homoparentales que quieren tener un hijo y que la decisión de quien lleve la panza pueda hacerlo sin problema. Muchas veces pasa que una tiene problemas para gestar el bebé y la otra no, o solo que una de las mamás tiene la necesidad de llevar el bebé de la otra mamá», destaca Sandra.
La pareja puede decidir hacerlo por deseo o por alguna condición médica, como mala calidad ovocitaria o enfermedades hereditarias, algún impedimento con los ovarios o aquellas con fallos repetidos en Fecundación in Vitro.
«Siempre, la elección de quién aporta el material genético y quién el ‘nido’ en el cual el bebé se va a gestar se regirá, en primer lugar, por criterios médicos y por fuera de lo médico, será una discusión en el seno de la pareja», señala Pasqualini.
«La mayoría de las mujeres que encaran un proyecto de familia homoparental, provienen de hogares tradicionales por lo tanto aquello que fue constitutivo en la historia personal se instala como ‘lo que debe ser’ en la proyección de la familia actual. Por lo tanto, si bien muchas mujeres encaran la maternidad en el contexto de una pareja igualitaria ‘la falta de un padre’ hace ruido y a veces llena a esta madre de sentimientos de culpa», nos indica Patricia Martínez, psicóloga especialista en fertilidad.
Respecto a esto, Sandra recordó que Silvana, su pareja, siempre tuvo miedos: «Ella tenía miedo porque no quería que (el hijo) sufriera por la familia que iba a tener. No es que ella no acepte su elección de vida, lo aceptó y lo vivió, pero con padres que al principio pensaban que ella estaba enferma. Les costó mucho entenderla y aceptarla. Hoy son felices con la hermosa nieta que tienen».
Y sí, lamentablemente, es así, a la hora de enfrentar un tratamiento de fertilidad y sobre todo si esto conlleva la formación de una familia «no convencional», siempre aparecen temores asociados a los juicios condenatorios que si bien reconocemos que vienen de afuera, muchas veces son proyecciones de nuestras propias fantasías persecutorias.
«Hoy Emma se cría en un ambiente de felicidad. Ella es muy alegre, muy viva. Ella sabe y vive con naturalidad que tiene dos mamás, sabe que hay familias con dos mamás, con dos papás, con una mamá y un papá o con dos mamás y dos papás. La realidad es que ella nos enseña todo el tiempo que no hay que temer», remarca Sandra y agrega: «Cuando Emma ingresa al jardín todos la saludan, la esperan… Eso me Indica que los chicos de hoy tienen otro chip».
Se podría decir, resume Martínez, que más allá de los miedos que en la singularidad de cada persona esto pueda conllevar, los temores casi «universales» en relación a la maternidad bajo esta modalidad tienen que ver con la construcción de la familia «más allá de un padre» y con que esta falta de figura paterna se transforme en un reclamo a futuro por parte del hijo o hija por nacer. Aunque eso no parecería presentar un problema para Sandra y Silvana.
En cuanto a lo psicológico durante el proceso, el conflicto más común suscita en relación a quién llevará adelante la gestación y si bien la mayoría de las mujeres llega a la clínica con la cuestión casi resuelta, sabiendo quién va a ser la gestante, las crisis se desatan cuando, por razones que tienen que ver con criterios médicos, hay que desandar estos acuerdos.
«Las crisis más frecuentes se dan en esos casos donde la participación de una de las madres solo es posible desde la crianza y no es posible desde lo biológico ni a nivel gestacional ni a nivel ovocitario. En este caso es importante trabajar con esa mamá en cómo armar su rol desde el espacio de la crianza para que pueda conectarse física y emocionalmente con su hijo», resalta Martínez.
«Si bien, un gran número de las mujeres que se encuentran en esta situación han lidiado con los prejuicios y las críticas más despiadadas, enfrentarse a la maternidad es otra cosa. Cuando se trata de los hijos la sensibilidad es mayúscula y los dichos de los otros se pueden volver imperativos. Por este motivo, y además porque la búsqueda de un hijo es deseable que transcurra en una atmósfera de alegría, se recomienda el apoyo psicológico», determina Martínez.
Con Silvana nos conocemos hace 13 años y el 11 de diciembre pasado cumplimos 7 años de casadas. Antes de casarnos hicimos dos intentos de fertilidad de baja complejidad y fallaron. Luego iniciamos la búsqueda de otros métodos. Ya sabiendo que la baja complejidad no funciona, fuimos a Halitus y nos atendió la doctora Alejandra Palma, una excelente profesional. Presentamos todos los papeles a Swiss Medical, nuestra prepaga, y ahí tuvimos la primera traba.
A pesar de que la Ley de Fertilidad estaba vigente y regulada, la obra social no la cubría y por eso tuvimos que pasar por muchos pasos para hacer el reclamo en La Superintendencia de Salud, que nos respondieron un año después. También necesitábamos el rechazo de la obra social para presentar, el cual tardó 6 meses más. Con todo eso debíamos iniciar una acción legal interponiendo una medida cautelar por el agravante de mi edad, así los obligaron a cumplir con la Ley.
Con Alejandra realizamos un intento con mis óvulos y lamentablemente tuve un aborto, ahí es donde la doctora nos hace hablar con Sergio Pasqualini y nos dice de usar los óvulos de Silvana, pero ahí nos encontramos con otro problema porque la solicitud de tratamiento de fertilidad que yo había presentado no indicaba que iba a ser con óvulos donados. Tuvimos que iniciar una nueva demanda, otra medida cautelar y por suerte tengo a los mejores abogados Andrea Hairabedian y Marcelo Hamra que lo sacaron en tiempo récord, en tan solo un mes, obvio que yendo hablar con el juez y explicándoles mi problema.
Entonces comenzamos nuevamente ahora todo era distinto había que preparar mi útero para recibir el embrión y hacer crecer los óvulos de Silvana. Tras varios procesos fuimos con miedo, con sueños y con fe a hacerme una ecografía, cuando nos enteramos que había bebé nos largamos a llorar. El sueño de mi vida estaba creciendo en mi panza, latía. Aunque a decir verdard, no pude disfrutar el embarazo porque tenía miedo, infundado pero mi miedo estaba.
Estoy conforme con el proceso, es decir, en cómo lo llevó Halitus, con una profesionalidad única, un sentido de la humanidad inigualable, el tema es que la ley de fertilidad tiene un vacío con respecto al uso de los óvulos de una pareja homoparental y eso en algún momento debe ser subsanado y no tener que recurrir a medidas cautelares.
Con respecto a la justicia estoy conforme porque actuaron rápido, y muy contenta con mis letrados que nos acompañaron codo a codo. Igual no de debería haber llegado a esa instancia si la prepaga hubiese acatado la Ley pero bueno… Hoy gracias a Halitus, Sergio Pasqualini, al grupo de colaboradores impresionantes, a mis abogados y a nuestro amor, nuestra tenacidad y perseverancia, podemos decir que cumplimos nuestro sueño.