“Victoria no quiere una sola mamá, quiere cuatro”, presenta Telefe la nueva historia, Pequeña Victoria, en la que muestra a Jazmín (Julieta Díaz) una mujer profesional que no quiere embarazarse para no tener que dejar de trabajar y decide subrogar un vientre, el de Bárbara (Natalie Pérez) una joven del interior que necesita el dinero. El cuarteto protagonista lo completan Emma (Mariana Genesio Peña), la mujer trans que donó el esperma y Selva, (Inés Estevez) la chofer que llevó a la gestante al hospital.
Luego del estreno de la tira, el tema de la subrogación se puso en agenda nuevamente. Sin embargo, la forma en la que se lleva a cabo el tratamiento en la novela, (que en definitiva es ficción) distaría mucho de la realidad, según los especialistas.
Juan, Federico y Cecilia fueron papás gracias al método de gestación solidaria. Sus historias tienen mucho de lucha, de deseo y perseverancia y distan de lo que se reflejó en la tira de Telefe, en la que el personaje de Julieta Díaz subroga para no embarazarse y el de Natalie Pérez se presenta como gestante motivado por el dinero. Para entender cómo funciona la subrogación en el país y derribar mitos en torno al tema, presentaron a Teleshow su historia familiar.
Juan Guardati es de Rosario, está desde hace diecinueve años en pareja con Gustavo y en el 2011 se casaron. Junto con su marido son papás de Enrique, de tres años y medio, gracias a que su mejor amiga, Vanesa se ofreció a ser gestante. “Vi la novela porque cuando hay un tema cercano a una realidad que nosotros vivimos me interesa. Siempre está bueno que se hable de estos temas, pero hay lugares raros que tal vez me incomodaron, como la denominación de los integrantes. Madre es la que finalmente quiere ejercer el rol de madre, la que tiene la voluntad, la gestante es gestante no es mamá y eso mete un grado de confusión tremendo”, dijo y agregó que la aparición de la donante de esperma tampoco le cerró, ya que debería ser una persona anónima.
Por otro lado, entiende que las mujeres que se ofrecen a ser gestantes no están movilizadas excluyentemente por el dinero, también hay una voluntad de ayudar a alguien que no puede tener un hijo.
También se refirió a los roles que cada uno juega en torno al bebé: «Siempre quedó claro que los padres éramos mi esposo y yo, mi amiga no es la madre, aunque pueda tener un rol afectivo”.
Enrique fue uno de los primeros nenes gestados en Argentina de un matrimonio homoparental gracias a la suborgación. La pareja estaba anotada en el registro de adopción desde hacía cuatro años: “Nos visitó la asistente social, teníamos disponibilidad alta porque aceptábamos hermanos de hasta ocho años, pero no recibimos ningún llamado. Yo tengo 48, la edad me apuraba y quien después fue nuestra obstetra nos derivó a Halitus donde nos esteramos que podíamos subrogar”.
Juan había hecho la carrera de arquitectura con su amiga Vanesa, vivieron juntos en el exterior y fueron socios. Ella, que ya era mamá, apenas supo del deseo de su amigo se ofreció a ser su gestante: “Iba a hacerlo otra chica, amiga de una amiga, pero ella dijo que de ningún modo. Para cuando hablamos con su marido, ella ya estaba tomando ácido fólico”.
Durante los nueve meses todo se vivió con naturalidad. “Mi mamá tiene a mi primito en su panza”, le explicaba a la gente uno de los hijos de la gestante, con la naturalidad que tienen los niños, todo se charló previamente y se hizo con total respeto para evitar confusiones.
Sobre los roles, dijo: “En ningún momento Vane (hoy madrina del pequeño) dijo que era su hijo. Cuando querés ser padre, como un nuestro caso, hay toda una preparación y un deseo tremendo y tenes esa necesidad de cuidarlo de quererlo”. Enrique nació por cesárea y sus papás estuvieron presentes. A los seis meses del nacimiento pudo tener su partida de nacimiento y DNI con los nombres de ellos.
Federico García Cantiano está en pareja con Pablo desde hace trece años y son papás de Manju, de seis años y Filipa de cuatro meses. Ambas nacieron gracias a la subrogación: “Rescato que se trate el tema porque genera debate y eso hace que se conozca e informe más, hay muchas creencias de cosas que no son así”, explicó y dijo que entiende que en Pequeña Victoria al ser ficción se agreguen condimentos para darle más emoción al argumento, pero que había muchas cosas de la realidad que no vio reflejadas en la historia: “La relación entre la futura madre y la gestante es netamente comercial en la novela, y es todo lo contrario, para llevar adelante este proceso, tiene que haber un gran acto de amor”.
Para él, la carrier (gestante) no era una persona cualquiera, por eso con su pareja la cuidaron tanto como a sus hijas: “Formamos un trío en el que las decisiones se tomaban de a tres”. Además, dijo que a diferencia de la novela, la gestante nunca está sola, sino que la acompaña un equipo de profesionales». También destacó que “madre” no es la que gesta: “La familia somos nosotros, después, depende de cada caso, se creará un vínculo, pero no hay que confundir, no tiene el título de madre”.
Federico y Pablo están juntos desde hace trece años y desde que formalizaron su relación hablaron de la paternidad: “Teníamos desde siempre el deseo de ser padres pero no sabíamos cómo. El único camino era la adopción y hasta por ahí no más, iniciamos los trámites pero no lo conseguimos”.
En una de las entrevistas, una de las psiquiátricas le sugirió contemplar otras alternativas: “Fuimos a ver a un juez y nos dijo que había demora de diez años, y podía pasar de todo en la vida. Empezamos a averiguar por la subrogación y nos volcamos por India”, recordó sobre el proceso para traer al mundo a Manju.
Hacerlo en otro país, con otro idioma y lejos de la familia no fue fácil. Por eso, hace poco más de un año encararon el mismo proceso para ser padres nuevamente, pero en Argentina: “Nos encontramos con una clínica donde nos atendieron de la mejor manera, cuando la gestante estaba con contracciones se acercaron los jefes y dijeron que era la primera vez que hacían esto (recibir a un bebé fruto de la subrogación), pero que querían hacerlo de la mejor manera, nos preguntaron si queríamos entrar, nos dieron espacio, nos preguntaron por el pecho y se logro hacer un parto excelente”, recordó sobre el nacimiento de Filipa de cuatro meses.
“A la clínica vivieron los hijos de la gestante y se creó una gran familia, no es una cosa comercial”, dijo y cotó que a la carrier la conocían desde hacía poco tiempo antes de emprender el proceso.
Aunque aún queda mucho por aprender y recorrer, Federico nota un cambio desde el nacimiento de su primera nena a hoy: “Nadie entendía cómo era y ahora todos sabían de qué trataba”. Siendo cuatro, la familia está en su mejor momento y no descartan en un futuro volver a agrandar el equipo.
Muy distitinto es el caso de Cecilia Garriz, que ya era mamá de Maria Sol de tres años cuando le diagnosticaron cáncer de cuello de útero. Una vez erradicada la enfermedad, comenzó a buscar a su segunda hija: “Quedaba embarazada y los perdía, perdí cinco embarazos, uno de cinco meses. Hicimos tratamientos, empezás a ver a un médico, a otro, en el 2012 nos anotamos para adoptar, agotamos todas las instancias, hasta que empecé a meterme a ver cómo era lo de la subrogación, hace cinco años no teníamos ni idea de nada”.
La búsqueda para convertirse en mamá de Agustina de cuatro años fue larga y dura: “Subrogar es la última opción, no es lo primero. Era el último tratamiento y mi última esperanza… y ya era mamá, pero quería y quería y lo conseguí, me costó un montón, no es fácil par que el resto te entienda”. Por eso dijo que si una gestante quiere hacerlo por plata, como se ve en la novela “que se olvide”.
Cecilia y su marido intentaron averiguar sobre la gestación con un médico de Estados Unidos, pero les resultaba financieramente imposible (una consulta salía mil dólares): “Entonces empecé a investigar por Internet y vi un fallo de un nacimiento acá, entonces me contacté con la familia. ‘Si ellos lo hicieron, yo voy a poder’, dije”.
Así, al igual que las familias antes mencionadas, fue a Halitus donde comenzó el proceso. La gestante fue una conocida de su marido: “Ella sabía de nuestros tratamientos y nuestra búsqueda, siempre se habló todo con ella, y ella ya era mamá”, explicó y contó que con su pareja se hicieron cargo de todo para que la gestante estuviera bien.
A pesar de todo, fue un embarazo complicado: “Se hizo mil estudios, pero hubo mil cosas y yo estaba loca. Es difícil de llevar la situación porque vos tenés que cuidar de ella y del bebé. No es todo color de rosa”, dijo insistiendo en que antes de recurrir a este tratamiento, había agotado todas las posibilidades. Respecto al vínculo, recordó: “No hubo problema, la veíamos todos los días, pateaba en la panza, acariciábamos la panza, no hubo confusiones”.
Recién tres años después del nacimiento de su hija Cecilia pudo figurar como su mamá en los papeles. “Si lo hacás desde al cabeza no lo hacés, lo tenés que hacer desde el corazón”, cerró sobre el camino que la llevó a tener en brazos a Agustina.
Florencia Inciarte, médica tocoginecóloga (MN 92202) coordina el área de Subrogación Uterina de centro médico Halitus. Desde el 2011 hasta hoy nacieron más de veinte bebés gracias a la gestación solidaria, ahora hay tres embarazos en curso y más de cincuenta consentimientos firmados para futuros tratamientos. En diálogo con Teleshow, explicó en ocho puntos en qué consiste en método y derribó varias creencias y mitos.
– en Argentina no hay ley y al no haber, no hay agencia, entonces a las portadoras (gestantes) las tiene que traer la familia que va a hacer al subrogación. Pueden ser familiares, amigas, lo que quieran, no revisamos el vínculo.
-es fundamental que las portadoras sean madres, por dos motivos: tenes que entregar un bebé, no un hijo, ellas tienen el suyo, pero si no lo hubieran tenido, sería más fácil confundirse y además tienen que tener maternidad probada (ya haber pasado por un parto).
-tiene que haber una indicación médica que diga por qué la futura madre no puede embarazarse, porque estamos exponiendo a un tercero.
-los padres y la gestante firman dos consentimientos informados, en los que se establece que los padres tienen la obligación de agarrar al bebé y cuidar a la portadora (proveerle un seguro de vida, obra social, dieta si hiciera falta y ayudarla con sus hijos y su casa si tuviera que hacer reposo) y que ella tiene la obligación de cuidarse y contarles todo lo referido al embarazo.
-se da prioridad a los deseos de la portadora: ella elige si quiere o no ver al bebé, si quiere o no que la familia entre con ella al parto, si quiere o no que estén en las ecografías o estudios. Siempre hacen todo juntos.
-no hay vínculo comercial. La gente cree que es una pobre chica que necesita cosas y se la obliga, pero nada mas lejos, son chicas que tienen ganas de hacer algo por el otro, saben lo que hacen y el vinculo es divino.
-tanto los futuros padres como la gestante son analizados desde el punto de vista médico y psicológico.
-el miedo de que no les entreguen al bebé es el mismo que tiene la portadora de que no lo agarren, por eso es fundamental el acompañamiento piscológico. Es importante que todos estén en condiciones hasta los hijos de la portadora.