El vaginismo es conocido popularmente por sus implicancias en la vida sexual, que llegan a la imposibilidad de consumar el coito. Sin embargo, tiene un efecto menos conocido: el de la complicación para las mujeres que lo sufren de acceder a controles ginecológicos.
Es un trastorno que afecta a un 5 por ciento de las mujeres. Lleva a evitar las relaciones sexuales y provoca fobia a realizarse exámenes médicos. Hay parejas que conviven más de una década manteniendo relaciones amorosas “periféricas” y evitando cuidadosamente el acercamiento a la vagina. Muchas veces lo consideran un fracaso y buscan nuevos compañeros, obteniendo siempre el mismo resultado.
Se expresa como la contracción de los músculos de la vagina que impide la entrada del pene y del instrumental ginecológico que los médicos utilizan para inspeccionar el aparato reproductor femenino.
Según explica la doctora Beatriz Literat (MN 50294) médica sexóloga de Halitus Instituto Médico, existe una variante de esta condición que es la que ocurre solamente frente al profesional de la salud. “En los vaginismos situacionales o selectivos las mujeres pueden tener relaciones sexuales, pero no toleran la realización de exámenes ginecológicos y se pasan años recorriendo consultorios, buscando él o la ginecóloga indicados que les resuelva esta condición”.
Sin dudas, se trata de una dificultad que resulta riesgosa para su salud, al no poder realizarse ecografías, papanicolaou o colposcopias porque sienten un verdadero espanto ante la sola idea de hacerlos.
Otras mujeres, en cambio, toleran los exámenes ginecológicos, pero no pueden concretar las relaciones íntimas y muchas de ellas padecen de ambos impedimentos.
El vaginismo puede afectar a mujeres universitarias, profesionales o amas de casa, de cualquier etnia y religión y puede durar toda la vida si se espera que se resuelva de manera espontánea. A veces las parejas adoptan hijos o intentan métodos de fertilidad de complejidad variada hasta el punto de intolerancia de la mujer, ya que el vaginismo es un verdadero obstáculo a los procedimientos de fertilización asistida.
“Muchos ginecólogos, imposibilitados de manejar el problema, realizan PAPs a medias, con un hisopo, que es lo único que la paciente les permite, lo cual no reemplaza de ninguna manera la necesidad de realizar exámenes ginecológicos completos”, alerta Literat.
En la relación de la pareja a veces la situación se vuelve insostenible y afecta al vínculo en distintos aspectos. Muchos hombres sienten que “la culpa es de ellos” o “que la mujer podría ponerle más voluntad”. Tanto lo uno como lo otro es una equivocación. Las terapias psicológicas que se intentan, algunas de larga duración, suelen resolver las fobias asociadas al vaginismo, como el miedo a manejar automóvil, a tragar píldoras o a los ascensores herméticos, pero el vaginismo continúa inamovible.
– Si bien el vaginismo se manifiesta en todas las mujeres como una contracción y tensión involuntaria de los músculos pélvicos y perivaginales que la paciente no puede controlar, cada mujer es única, con su historia, sus creencias, su temperamento y sus estados de ánimo. Por ese motivo existen alternativas terapéuticas complementarias que utilizamos con cada paciente. Medicamentos ansiolíticos en algunas, programación neurolingüística en otras y hasta botox en el canal vaginal en casos puntuales, además de los ejercicios básicos de exposición y desensibilización progresiva a las escenas temidas.
El primer paso, según Literat, es que tanto la mujer como su pareja, si la tiene, deseen realmente solucionarlo. Destacar esta obviedad es importante porque en las enfermedades crónicas y relacionadas a causas emocionales o mentales suele encontrarse lo que en psicología se conoce como un “beneficio secundario”, que lleva a perpetuar el síntoma.
En la relación de la pareja a veces la situación se vuelve insostenible y afecta al vínculo en distintos aspectos.
Es indispensable que se establezca un vínculo de mucha confianza y respeto entre la paciente y el profesional tratante durante la duración del tratamiento que debe abordare en forma integral: gineco-psico-sexológico.
Por eso es vital que la paciente y su pareja reciban educación sexual, información y orientación sobre anatomía, fisiología y técnicas sexuales. La participación del varón es básicamente emocional, en la que se disuelvan las atribuciones de culpas mutuas y se aliente a la mujer en sus logros.También pueden indicarse ejercicios para que practiquen en sus domicilios o en el consultorio.