Se cuestiona la parentalidad en solitario como un acto egoísta. La realidad es que cada cambio que afecta lo social y culturalmente establecido genera resistencias. El plantearlo como acto egoísta se basa en suponer que genera algún tipo de conflicto o disfuncionalidad en el niño. No hay bibliografía publicada en ninguna parte del mundo que dé cuenta de desarrollo de patología psicológica o psiquiátrica en niños nacidos en hogares mono u homoparentales. Podría ser más esperable hallar la disfuncionalidad psicoemocional o cognitiva en hogares violentos, o en situaciones de abandono, que en familias intervenidas por las técnicas de reproducción asistida, en las cuales el deseo, desde siempre, ha sostenido la búsqueda y el camino de la construcción familiar.
Para cualquier persona la búsqueda de un hijo es siempre ansiógena y movilizante. Es ansiógena porque el camino a veces es muy duro e incierto con avances y retrocesos; y es movilizante porque el hijo que viene será a quién voy a legar todo mi “patrimonio”: la herencia de mi existencia y de mi paso por el mundo.
Cuando este hito tan trascendental en la existencia humana se transita en compañía de la pareja genera una contención muy importante. En el caso de las mujeres y hombres solos, es recomendable que cuenten con una red de apoyo familiar y social.
Una buena herramienta es recurrir a grupos de padres “solos por elección”, ya que el grupo de pares contiene y apoya a través del intercambio de experiencias y vivencias. En Argentina existen varios grupos que funcionan en distintas instituciones y es válido acercase para nutrirse en espacio de intercambio.
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