En marzo se conmemora el mes de la endometriosis y el día 25 se realiza en todo el mundo la «ENDOMARCH», marcha mundial por la Endometriosis, una patología que todavía despierta muchos interrogantes en las pacientes y que es ignorada por muchos profesionales. La importancia del diagnóstico y la concientización.
Es una enfermedad que consiste en que el tejido endometrial, que tapiza la cara interior del útero, se presenta por fuera de la cavidad uterina. Puede aparecer en forma de implantes en el peritoneo -que tapiza la cavidad abdomino-pelviana, de quistes en los ovarios y, con menor frecuencia, en otras zonas del cuerpo. Su origen se debe al reflujo de la sangre menstrual por las trompas hacia la cavidad de la pelvis.
Hay tantas endometriosis como mujeres que la padecen. Está presente en el 10% de las mujeres en edad reproductiva y en un 40% de aquellas infértiles. Es una patología que puede cursar en forma asintomática o ser tan dolorosa hasta convertirse en invalidante.
Se la considera la enfermedad del siglo XXI, porque con la aparición de la planificación familiar y los cambios culturales que llevaron a que las mujeres posterguen en el tiempo la búsqueda de su primer hijo -así como tener menos hijos- las mujeres pasaron también a tener más menstruaciones antes de enfrentar su primer embarazo. Antes, el no control de la natalidad llevaba a que se dieran mayor cantidad de embarazos y por lo tanto menor cantidad de menstruaciones (las mujeres pasaban más tiempo embarazadas y amamantando). A menor cantidad de períodos, menor reflujo menstrual y por lo tanto, menor endometriosis.
Existe una asociación en muchos casos entre endometriosis y alteraciones inmunológicas, por la que se la puede considerar como la consecuencia de una enfermedad autoinmune. Puede ser la única manifestación de esa alteración o ser parte de otras alteraciones autoinmunes como hipotiroidismo autoinmune, enfermedad celíaca, lupus, etc.
Sin embargo, aún no se ha podido dilucidar qué fue primero. Es decir que el crecimiento ectópico del endometrio puede poner en alerta a las defensas y generar anticuerpos contra nuestros tejidos, pero también la propia endometriosis podría ser consecuencia del proceso de inflamación crónica que la autoinmunidad le va generando a todo nuestro organismo. El punto es que cuando hay endometriosis hay que salir a descartar la autoinmunidad asociada. Y cuando hay autoinmunidad e infertilidad, hay que descartar la endometriosis.
Hoy en día podemos evaluar alteraciones inmunológicas a nivel del endometrio y sistémicas que nos pueden orientar hacia qué medicación puede llegar a ser beneficiosa en los casos de búsqueda de embarazo, fallas de implantación y hasta en abortos recurrentes.
No necesariamente. Muchas mujeres que se embarazan naturalmente pueden tener endometriosis y nunca se enteran, otras en las que se detecta endometriosis se embarazan naturalmente y otras no se embarazan por la endometriosis.
El 40% de las mujeres que la padece es infértil y puede afectar de diferentes maneras: puede ser un ambiente hostil para óvulos y espermatozoides, puede afectar la calidad de los óvulos, por adherencias pelvianas que pueden dificultar la llegada del óvulo a la trompa, o puede generar alteraciones a nivel de la implantación.
Es frecuente observar una falla ovárica más temprana que lo habitual, como algunos casos pueden ser considerados como enfermedad autoinmune, ese mismo estado de alteración inmunológica puede afectar la función ovárica.
Puede tratarse con mediación, en general hormonal para frenar la evolución y calmar los síntomas, sobre todo el dolor: pastillas anticonceptivas, géstatenos, u otros inhibidores de la función ovárica. En algunos casos se puede indicar cirugía.
No hay que perder de vista que la endometriosis es una dolencia que avanza, por lo tanto, es importante diagnosticarla tempranamente y tratarla de ser necesario para que esa mujer lleve una vida normal.
(*) Director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO.