Cada vez es más habitual leer noticias donde una mujer añosa (de más de 50) está embarazada o da a luz a un bebé en algún lugar del mundo. Hace poco sorprendió una mujer española de 64 años que tuvo mellizos tras someterse a un tratamiento de fecundación en Estados Unidos, ya que en España no pudo porque en 2014 le retiraron la custodia de su primogénita por desamparo. Este caso despierta particular polémica por dos cuestiones: por la edad de la madre y por el antecedente con su hija mayor, también producto de un tratamiento de reproducción asistida. Pero, además, nos sirve para plantearnos: ¿es -en cualquier situación- bueno que una mujer se embarace? ¿Cuáles son los límites éticos para traer un hijo al mundo?
Es cierto que la ciencia hizo enormes avances ofreciéndoles a muchas personas la posibilidad de ser padres. Desde el advenimiento de las técnicas de fertilización in vitro, la posibilidad de ser madre a edades más avanzadas se convirtió en una realidad. Y, si bien el embarazo que llega unos años antes de la menopausia, implica otros cuidados y otros riesgos, cada vez más mujeres logran ser madres a edad avanzada gracias a la técnica de donación de óvulos. Es decir, recurrir a óvulos de mujeres menores de 35 años, con lo cual, las tasas de embarazo son muy buenas.
Pero, una vez logrado el embarazo, aquellas madres primerizas tienen un 60% más de probabilidades de desarrollar presión arterial alta y cuatro veces más de contraer diabetes gestacional. También se debe estar alerta porque hay más riesgo de detención del embarazo y de complicaciones. Tanto es así que son pacientes consideradas de alto riesgo.
Por éstas y otras razones, la mayoría de las sociedades científicas establecieron la edad límite para embarazarse a los 50 años. Por supuesto, se evalúa cada caso en forma particular, dado que hay casos que a los 45 años no califican por riesgos médicos o por cuestiones psicológicas, pudiendo presentarse otros casos de más edad, que pasan todos los filtros y, como excepción, se practican.
Sin embargo, esta mujer no hubiera pasado ningún filtro para hacer el tratamiento, tanto por los antecedentes con su hija mayor como por su edad, que excede ampliamente los parámetros considerados alrededor del mundo.
Es preciso que en las situaciones excepcionales, además de la ética, prime el sentido común. Es importante que los casos sean evaluados en forma interdisciplinaria, donde la participación del psicólogo y del clínico sean fundamentales para decidir en conjunto si se decide participar y acompañar en el proyecto de tener un hijo, o no.
Ser madre no es sólo la posibilidad de engendrar un hijo sino, sobre todo, la capacidad de maternar.
Por el doctor Sergio Pasqualini, director científico de Halitus Instituto Médico.