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Por: Revista Ser Padres | 01/07/15

Embarazo después de los 40: ¿qué hay que saber?


La búsqueda del embarazo se ha ido retrasando en el tiempo y en el mundo actual hay cada vez más mujeres que desean tener hijos después de los 40 años.

Cuando esto sucede y ella recurre a los médicos para quedar embarazada, se realizan estudios fundamentalmente tendientes a evaluar la reserva ovárica desde el punto de vista reproductivo así como otros parámetros. A partir de estos estudios se detecta si es factible seguir adelante con el tratamiento que corresponda y saber así a corto plazo si es posible que esa mujer logre embarazarse después de los 40 años. Por otra parte, en aquellos casos en que se recurrirá a técnicas de reproducción asistida de alta complejidad, si la mujer presenta una reserva ovárica adecuada, es posible llevar adelante el Diagnósitco Genético Preimplantatorio. Este estudio permite el análisis genético del embrión incluso antes de que éste sea transferido al útero materno para prevenir la implantación de embriones que tienen alguna anomalía cromosómica.

Estar preparada en todo sentido

Los médicos deben, antes de encarar la búsqueda, evaluar el estado clínico y psicológico de la mujer para saber si se encuentra en condiciones de sobrellevar el embarazo y para, dada la edad de los padres, estimar qué será del niño por nacer en caso de lograr el embarazo. En esta instancia, la evaluación física y psicológica se torna central.

Los especialistas estudian a la potencial embarazada desde lo físico, ya que el embarazo implica una sobrecarga para el cuerpo y, después de los 40, conlleva mayores posibilidades de complicaciones como la hipertensión o la diabetes. Las investigaciones científicas revelan que es dos veces más probable que una mujer de más de 35 años desarrolle alta presión arterial y diabetes que una mujer de entre 20 y 30 años.

Pero además, a cierta edad, existe el doble o el triple de probabilidades de que el bebé presente enfermedades genéticas o congénitas que en mujeres de entre 20 a 30 años. Si la mujer logra el embarazo con óvulos criopreservados los riesgos de enfermedades genéticas u otros problemas van a ser los riesgos que se presentan a la edad en que se criopreservaron y no los de los 45 años.
Llegado el momento de buscar un embarazo, si la mujer tuviese óvulos criopreservados y mantuviese su fertilidad, podría intentarse lograr la gestación en forma natural, o hasta inclusive con óvulos propios con tratamiento y conservar los óvulos criopreservados para una futura búsqueda o bien para donarlos.

Bajo control

• Hoy en día cada vez se recurre más a pruebas no invasivas. El estudio en sangre materna consiste en una simple extracción de sangre a la madre a partir de la semana 10 de gestación para estudiar el ADN de las células fetales presentes en sangre materna. Como todas las células humanas son diploides, tienen 23 pares de cromosomas, el exceso de alguno de ellos indicaría una anomalía. Este test tiene una sensibilidad del 99 por ciento.
• En cuanto a estudios ecográficos, a partir del primer trimestre del embarazo es posible detectar algunas malformaciones fetales y evaluarlas en el llamado “screening del primer trimestre”. Para que el estudio posea una óptima sensibilidad, deben evaluarse cuatro marcadores ecográficos: la translucencia nucal –que estudia un pliegue en la nuca del bebé cuyo espesor podría marcar una anomalía cromosómica-, el hueso nasal –aquellos bebés con Síndrome de Down tienen ausencia de este hueso-, el ductus venoso y la válvula tricúspide. Si se combinan estos 4 parámetros con el laboratorio y los antecedentes maternos, se obtiene una sensibilidad del 95 por ciento.
• Los estudios invasivos suelen llevarse adelante generalmente como reconfirmación de algún otro estudio que no haya dado bien. Alrededor del 95 por ciento de las mujeres que se someten a la amniocentesis o a la muestra de villus coriónico reciben la buena noticia de que su bebé no tiene estos trastornos cromosómicos.
• Para reducir los riesgos, entonces, la mujer debe realizarse los controles prenatales, seguir una dieta alta en ácido fólico y muy nutritiva, evitar las bebidas alcohólicas y el tabaco y no consumir ningún medicamento sin receta expresa de su médico. Y es recomendable que se realice el monitoreo cardíaco fetal, ecografía con Doppler y análisis genéticos de distinta índole para asegurarse el buen desarrollo de su embarazo.