Nunca me encontré con la posibilidad de pensar en un hijo y ya tenía 38 años. Y un día conversando con mi terapeuta me dijo que lo podía solucionar fácilmente: que congele óvulos», cuenta Cecilia Casais, doctora en Biología de 39 años. Inmediata-mente empezó a informarse y hoy cuenta con doce óvulos congelados que le dieron la tranquilidad que esperaba. «Lo evalué, porque es un procedimiento costoso y también hay que poner el cuerpo. Me pareció que era una buena decisión para no estar con el tic tac en el oído», reflexiona desde su nuevo hogar en Caballito. En pareja hace dos años, no quería pensar en que se le acababa el tiempo para buscar un bebe.
«Al utilizar óvulos de cuando tenía 38, por más que yo tenga 44, por ejemplo, seré considerada una mujer de 38, quedo con la calidad de óvulos de la edad que congelé. Para mí es un plan B, tal vez el año que viene con 40 años busque un bebe natural-mente, pero no quería decidir apurada», dice Casais.
Cada vez suena más fuerte: se trata de la maternidad diferida. Hace años que es una opción por problemas de salud que afectan el área reproductiva, como por ejemplo el cáncer. Pero también es una puerta que abrió la ciencia a las mujeres que pararon los treinta y pico, y que desean tener un hijo en un futuro tal vez no tan cercano. Sin una pareja estable, o a la espera de mejores condiciones económicas, profesionales o por el motivo que fuera, lo que ellas necesitan es tiempo a su favor. Y posible por la criopreservación de ovocitos. «La vitrificación es congelamiento rápida Es decir la temperatura se baja drásticamente aumentando el porcentaje de crioprotectores para que al congelar el óvulo no se formen cristales en la célula», detalla el doctor Sergio Pasqualini director científico de Halitus y presidente de la Fundación Repro, que se prepara para anotar en el Guiness un nuevo récord por un embarazo con un óvulo congelado hace 14 años.
Esa técnica, antes desconocida para Carolina Mariño, es la que le permite hoy disfrutar de sus cinco meses de embarazo. Esta veterinaria de 40 años viajó desde Uruguay para hacer-se una fecundación in vitro en Buenos Aires, y se encontró con un gran imprevisto: a último momento su marido no pudo viajar por motivos laborales y ella ya se había prepara-do para que le extrajeran los óvulos. «No pudieron encontrarse el ovocito fresco con el espermatozoide fresco y la única solución era vitrificar los ovocitos porque no podíamos perderlos, después de todo lo que había hecho durante quince días de estimulación, además del gasto económico.»
Estuvo de novia con su marido, el arquitecto Gonzalo Magnou, desde los 18 años. «Estudiamos los dos, nos recibimos, hicimos un viaje, después instalé mi propio negocio -una veterinaria-, hice un viaje de estudio… La maternidad se venía postergando por motivos de trabajo y estudio», cuenta. Cuando decidieron encarar el tema, se dio cuenta de que a veces no todo es tan fácil. «Yo tenía un montón de problemas de salud reproductiva, tenía hiperplasia de útero y dada la edad, la fertilidad empezaba a disminuir y mi esposo tenía problemas con los espermatozoides.» Entonces hicieron consultas en su país, pero no llegaron a un diagnóstico y les propusieron un tratamiento de baja complejidad. «A nuestra edad creo que no era lo apropiado. Tendríamos que haber recurrido directamente a tratamientos de alta complejidad.» En noviembre pasado comenzaron a tratarse en la Argentina, en enero, vitrificó sus ovocitos y en abril ya estaba embarazada.
«Nada que perder y mucho por ganar»
Cecilia Casais necesitó tres ciclos para reunir la cantidad recomendada de ovocitos. Eso significó que se le triplicaron los costos del tratamiento y la medicación, además del tiempo que lleva y el desgaste físico y emocional. Sin embargo, no tiene dudas al decir que volvería a hacerlo. «Me parece que congelar óvulos nunca va a ser una decisión equivocada, no tenés nada que perder y mucho por ganar. En cuanto a lo económico, si está a tu alcance poder aumentar tus posibilidades de ser mamá y de extenderlo en el tiempo, no hay ni que pensarlo. A mí los tres ciclos me salieron como un viaje a Europa o como un auto. Pero ni lo dudo.»
«No fue terrible el procedimiento, pero tampoco hay que minimizarlo», y asegura Cecilia que una cosa es para una mujer que trabaja medio tiempo, pero ella tiene un trabajo de muchas horas como monitora de ensayos clínicos (son las pruebas de medicamentos nuevos en pacientes). «A partir del quinto o séptimo día del tratamiento de estimulación tenés ecografía, control. Entonces tenía que ir a sacarme sangre, de ahí al consultorio a hacerme la ecografía de control, de ahí a que el médico vea la evolución, de ahí a que me dé la medicación, ir a la farmacia a comprarla. Llegaba a la oficina a las 11 y terminaba saliendo a ras 20», recuerda. Ese ritmo la llevó a decidir que en el tercer ciclo se tomaría una semana de vacaciones para estar más tranquila.
Carolina Mariño también optó por tomarse vacaciones para el tratamiento. Se instaló con su marido casi veinte días en Buenos Aires. «Te tenés que pinchar la panza todos los días y cada tres días hacerte ecografía. No es tan estresante. Sí es estresante que tu cabeza está prestando atención a si crecen los folículos, si el útero está grueso, pero nosotros tratamos de conciliar tratamiento con diversión. El tratamiento no es complicado. Pero tenés la parte de la expectativa, y también sentís que estás llenando tu cuerpo de hormonas.» Ella no se arrepiente de nada porque disfrutó de su carrera, de su trabajo y de su pareja, y le parece que la opción de vitrificar ovocitos es buena. «Más en el caso que pueda aparecer alguna patología como fue en mi caso. Hay que aprovechar el avance de la ciencia si uno tiene la posibilidad económica de hacerlo. Si vas a posponer la maternidad es un respaldo que tenés.»
Los especialistas no aseguran que se pueda lograr un embarazo por haber congelado óvulos. Destacan que es una posibilidad, pero no una garantía
La mejor edad
Los especialistas no aseguran que se pueda lograr un embarazo por haber congelado óvulos, y destacan que es una posibilidad, pero no una garantía. «Estas técnicas tienen sus limitaciones porque se necesita una cantidad de óvulos y una calidad para que esto tenga sentido. Lo ideal son veinte óvulos y que la mujer tenga menos de 35 años. Entre los 38 y 40 hay que ver cada caso particular y prácticamente después de los 40 por una cuestión de calidad ovocitaria no tendría mucho sentido congelar los óvulos», explica el Dr. Sergio Papier, director médico del Centro de Estudios en Genética y Reproducción (Cegyr) y presidente del Comité Científico de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer). Y cuenta que en el primer semestre de este año tuvieron el doble de congelación de ovocitos respecto del primer semestre de 2013, en pacientes en general, oncológicos y por motivos sociales. Además, comparte que la mayoría de las pacientes antes tenía cerca de 40 años, y hoy están entre los 35 y los 38. «Probable-mente, cuando esto se haga más conocido y más accesible se congele a edades más tempranas», dice.
«Si uno congela a los 30, a los 32, a los 34, va a tener muchas más chances que si congela a los 38 o 40. La mejor edad para congelar es siempre antes de los 35 años. Cuanto más temprano mejor», alienta Pasqualini.
Para tener en cuenta
► COSTOS. El tratamiento con la medicación está entre los 30 mil y 40 mil pesos por ciclo. Puede ser necesario más de un ciclo. Si la causa es médica debe cubrirlo la obra social.
► RIESGOS. «Los riesgos son mínimos. Uno es el síndrome de hiper estimulación ovárica, cuando el ovario responde exageradamente a la estimulación. Otro riesgo es el inherente a la aspiración ovocitaria, puede haber hemorragia o dolores pelvianos», según Papier. «El síndrome de hiper estimulación es algo que ocurre muy poco frecuentemente. Pero ocurre y más en las buenas respondedoras, como las mujeres jóvenes que no buscan embarazo. Hay que ser prudente con la medicación. No pasarte para arriba en la dosis», explica Pasqualini».