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Por: Revista Para Ti | 12/05/14

“Nada supera la experiencia del nacimiento”


María Allô. Después de años de tratamiento de fertilización, la diseñadora pudo hacer realidad el sueño de ser mamá. Hoy Estanislao y Baltazar tienen siete meses y obligaron a la empresaria a cambiar su rutina.

Hasta hace siete meses, María Allô (45) era conocida en todos lados como la diseñadora y la dueña de la marca Allô Martinez. Hoy, es madre de mellizos: Estanislao y Baltazar sumaron una ocupación que le demanda más tiempo y energía que ninguna otra, pero también le multiplica satisfacciones. No debe hacer sido fácil construir una marca de cero, ni lograr que creciera a ritmo sostenido durante 18 años, tampoco lo fue llegar a formar la familia que hoy tiene con Juan Pedro La Rosa Pedernera. Diez años de estudios y tratamientos y momentos en los que la única certeza eran sus ganas de ser madre antecedieron a la llegada de los chicos: “Creo que para toda mujer que quiere ser mamá, es importante diferenciar su deseo del hacer. Desear que pase no es suficiente, se necesita acomodar las cosas para que eso se pueda dar”, asegura Allô.

¿Cuándo surgió el deseo de ser madre?
Desde chiquita tengo recuerdo del “ser mama” como algo que me preocupó, pero las ganas de tener hijos surgieron hace diez años y en ese momento hice mi primera consulta a un centro de fertilidad.

¿En ese momento estabas en pareja?
No, me había separado y me preocupaba que pasara el tiempo y no pudiera ser mamá. Quería ser mamá, pero todavía no se había dado la posibilidad. Entonces consulté un centro de fertilidad porque quería congelar óvulos, pero en ese momento no se podía hacer todavía.

¿Cuándo apareció Juan Pedro?
El vino a hacer una consultoría a la empresa en 2008 y nos conocimos. Me acuerdo que justamente el día en que nosotros tuvimos una charla fue el mismo día que habían venido a verme de Halitus para ver que podíamos hacer con esto. Ese día yo les dije: “Si no tengo una pareja estable, arranco. Algo voy a hacer.”

¿Pensabas en la posibilidad de ser madre sola?
No llegaba a eso todavía, estaba en el paso a paso. Quería ver como estaba, saber que pasaba con la maternidad pasado el tiempo. No te puedo decir si hubiera tenido los huevos para hacerlo.

¿Creés que se puede criar hijos sin un padre?
A ver…no me parece lo ideal; no es conveniente para un hijo no tener un referente papá y mamá. Creo que así como la madre es súper importante, si no hay lugar para un papá, todo se desvirtúa. También puede pasar que una mujer no haya podido armar una familia o enamorarse y haya criado a su hijo sin un padre al principio, pero más adelante aparezca alguien y ocupe ese lugar.

Cuando lo conociste a Juan Pedro, ¿le dijiste lo que te pasaba?
¡Desde ya! Yo le planteé mi situación para que el pudiera ver que prefería hacer con eso. No me imagino a ninguna mujer que tenga el deseo de ser mamá junto a alguien que no quiere tener hijos. Él ya tenía hijos grandes y tenía todo el derecho del mundo a no querer tener más, pero yo no estaba dispuesta a tomar eso. Igualmente enseguida lo hablamos y estuvimos de acuerdo.

¿Intuías que podía ser complicado?
No, no es que lo intuyera sino que está la cuestión del reloj biológico. Yo ya estaba cumpliendo 40 años.
La edad límite…
Sí. En realidad la “edad límite” es un concepto relativo y lo marco porque mucha gente se empieza a angustia a determinada edad y eso juega muy en contra. Si bien es cierto que a los 35 empieza a cambiar el escenario año a año, en realidad no se acabaron las posibilidades. Si sos una persona calma, tranquila y positiva, seguramente vas a llegar a un buen resultado más rápido que si sos una persona estresable.

¿Cuál era tu escenario?
Fueron miles: negación, angustia, preocupación, ocupación, estrés…Lo fui piloteando bien hasta que un día llegué a un límite. Me acuerdo que hablando con mi analista le dije: “o descuelgo de este tema o voy por todo”. Ahí empecé a ver la opción de la adopción, que fue muy complicada, y quedé embarazada naturalmente, lo perdí, hice fertilización asistida, volví a hacer tratamiento…

¿Qué recuerdo te queda de esa búsqueda?
Me queda una experiencia para aplicar a cualquier situación de la vida. Muchas veces uno se victimiza frente a ciertas situaciones, cuando en realidad con un cambio de actitud y una lucha bien plantada se pueden lograr objetivos.

¿Cómo viviste el embarazo?
¡Fue súper programado! Cuando es así uno intenta buscar el momento perfecto, que no haya desfile o no tengas un viaje, después nada resulta así. Me tocó pasar todo el embarazo en cama, pero habiendo perdido uno no me quería arriesgar.

¿Tuviste miedo?
Sí, tenía muchos miedos, era el día a día, pero empecé a tratar de visualizar cosas lindas. Me acuerdo que una compañera del laburo me decía: “piensa bonito, sucederá bonito”, y ésa fue la frase que quedó-se emociona y se le quiebra la voz-. Pasaron miles de cosas, era una amenaza constante. Tuve pérdidas, infección urinaria, diabetes, contracciones a las 24 semanas, colestasis…Pero fue re groso, una experiencia muy linda. Y finalmente llegue a las 36 semanas, nacieron con 2,700 kilos y 800 respectivamente.

¿Cómo fue el nacimiento?
No hay nada que pueda decirte. No hay dimensión del amor que supere esa experiencia.

Vos que siempre fuiste una workaholic confesa, ¿cómo lo llevas esto de ser madre?
Desde el momento en que quedé embarazada y empecé a trabajar desde casa, tuve que hacer un cambio radical. Nos distribuimos por día y por área. Un día esto con la gente de diseño, otro con la de administración, otro con comunicación, y así…Es un poco una casa-oficina, pero se fue dando sobre la marcha. Lo que si trato de cuidar es que mi casa no se llene de mala onda: no doy lugar a eso.

¿Sentís que hoy te cuesta más o tenés menos energía?
Antes yo estaba siempre hasta las 5 de la mañana conectada y trabajaba incluso los fines de semana. Ahora entre que se despiertan y los duermo, o les doy la teta o la mamadera, estoy más cansada y no tengo tanta independencia. Desde que quedé embarazada sólo estuve dos meses sin trabajar, pero hoy siento que no soy más workaholic y tampoco quiero, ni pienso volver a serlo. Sí quiero seguir trabajando porque me apasiona lo que hago y no quiero dejarlo. Me parece que todavía no llegué al lugar donde quiero llegar y hoy soy mucho menos condescendiente.

Fuente: Revista Para Ti | 04.10.13