Para entender cómo son, primero hay que remontarse a los orígenes. «El llamado movimiento Swinger (del inglés, swing, vaivén o intercambio), apareció por primera vez en los Estados Unidos alrededor del año 1930, aparentemente entre los militares concentrados en barrios cerrados con sus esposas», cuenta la doctora Beatriz Literat, que trabaja en el Departamento de Sexología del instituto médico Halitus. «Existe información que refiere que existía unintercambio entre estas parejas».
Ante la duda de si está creciendo el número de personas que practican esta modalidad, ella asegura que no hay estadísticas que lo confirmen. Lo que sí sucede es que existe una difusión mayor en los medios de comunicación que años atrás, cuando se reunían en forma privada en círculos, comunidades o clubes cerrados.
Los Swinger no tienen un perfil específico, ya que los hay de todas las edades y niveles sociales. En general, son matrimonios o parejas estables que aceptan de común acuerdo incluir en sus relaciones sexuales a terceras y cuartas personas (suelen ser otras parejas como ellos). Sus prácticas consisten en observar las relaciones íntimas de los otros, permitir que los observen y hacer intercambio, que es observado por el propio compañero y muchas veces incluido en la actividad, con carácter de relación sexual grupal. No todos los que practican esta modalidad lo hacen de la misma manera. Algunos prefieren hacer los intercambios en diferentes habitaciones y otros, comparten un mismo espacio. La médica agrega: «sus normas incluyen la prohibición de participar menores de edad».
Su motivación principal es hacer realidad las fantasías de acostarse con otra persona sin tener que engañar a su compañero. Es decir, ser sexualmente libres. Pero es importante aclarar que para ellos ser Swinger no es sinónimo de ser liberales, ya que los primeros no hacen nada por separado. En cambio, los otros tienen encuentros con otras personas sin que necesariamente esté presente su cónyuge.
La doctora Literat explica: «La práctica Swinger no es un juego; para sus participantes es casi una subcultura y tiene reglamentos muy específicos; quienes no concuerdan con las normativas pueden ser expulsados o invitados a retirarse del grupo o de la comunidad».
Respecto de los prejuicios es difícil no encontrase con quién opine del tema y asegure que se trata de prácticas perversas o promiscuas. Pero la especialista asegura que en la actualidad muchas conductas sexuales de las parejas no tradicionales no son consideradas patológicas, como sucedía hace algunos años. Los movimientos de derechos humanos y políticos, que defienden la diversidad de los individuos, han logrado que conductas que antes estaban catalogadas como parafilias o perversiones actualmente se consideren sólo diferentes. Por otra parte, la ciencia médica no ha podido, en muchos casos, dar fundamentos científicos que permitan ubicar tal o cual comportamiento sexual en un encuadre patológico; y las ciencias sociales y la psicología tampoco han realizado comprobaciones científicas serias al respecto.
Ser libres Se trata de abrir la mente. Es difícil para muchos entender la intimidad de estas parejas, que se manejan de una manera diferente a la tradicional.
«Los integrantes de una comunidad Swinger no suelen ser personas mediáticas. Toman estas actividades sexuales muy seriamente; por lo tanto es difícil saber lo que sucede cuando existen celos, sensaciones humanas de sentirse relegados, desvalorizados, humillados o enojados», añade la sexóloga. De todas maneras, también se sabe que existen deserciones.
La especialista destaca la importancia de alertar a los jóvenes, para que no tomen estas conductas como un jueguito de moda, ya que podría ser muy destructivo para su salud sexual y general, para sus sentimientos y su futuro procreativo. Muchas infecciones transmitidas sexualmente y traumas psicológicos que se deben a situaciones que no pueden manejarse adecuadamente devienen en disfunciones sexuales y trastornos en la fertilidad. Además, expresó «es importante que los adultos orienten a los jóvenes para protegerlos de los problemas emocionales, no solamente de los de orden físico.»
Literat enfatizó: «En una pareja que entiende su intimidad como un vínculo exclusivo y excluyente de dos personas que se aman y respetan, no tiene lugar el concepto de intercambio de parejas; sería contradictorio».
«Por último y como digo siempre: existe la sexualidad nutritiva para el espíritu y los sentimientos, que tiene que ver no sólo con el mayor placer físico que uno obtiene, sino con compartir con el ser amado la felicidad de sentirse una persona completa y plena de autorrespeto y dignidad», asegura Beatriz Literat.