En este sentido la alimentación es sumamente importante. No se trata solo de ingerir alimentos y bebidas sino de hacerlo adecuadamente. Por ejemplo, para recuperar los minerales que junto con el agua se pierden a través de la sudoración es fundamental incorporar a la dieta frutas y verduras que aportan sodio, potasio y magnesio.
“Inclusive es recomendable optar por jugos o licuados de frutas, y descartar las bebidas alcohólicas porque aún las que tienen baja graduación poseen efecto diurético, con lo cual aumenta la pérdida de agua por orina. El café también debería dejarse de lado durante los días de más calor”, informó la licenciada Luciana Molina, integrante del Departamento de Nutrición de Halitus Instituto Médico.
“Siguiendo con las bebidas es importante que sepamos que cuando se presenta la sed es porque ya existe cierto grado de deshidratación, con lo cual hay que anticiparse bebiendo agua o bebidas deportivas (también jugos) durante todo el día.
No obstante, en este punto el autocontrol debe ocupar un lugar central porque de lo contrario se puede caer en un cuadro que se conoce como intoxicación por agua, y que no es otra cosa que una sobrehidratación que puede llevar al organismo a bajas concentraciones de sodio”, detalló la especialista.
“Un consumo razonable de líquido se ubica entre 1,5 y 3 litros diarios dependiendo de la masa corporal. Como regla general podríamos decir que por cada kilo de peso corporal se requieren 31.5ml de agua, aumentando esta cantidad de acuerdo a la temperatura (medio litro diario más sería suficiente)”, especificó Molina.
¿Y en cuanto a la alimentación? Más allá de la conservación de los alimentos, que en verano cobra especial relevancia, en líneas generales durante los días de calor es conveniente dejar absolutamente de lado los fritos debido a que estos alimentos suelen caer pesados, y su proceso de digestión es lento.
En cuanto a “los permitidos”, por supuesto se encuentra las frutas, sobre todo las que tienen un alto contenido de agua como la sandía, las uvas, la naranja o el melón. Estas, preferentemente, deben consumirse crudas para que no pierdan agua.
“Lo mismo pasa con las verduras, que por suerte son muchísimas y nos brindan la posibilidad de combinarlas —inclusive agregándole a una ensalada pedazos de pollo o huevo para incorporar proteínas— para preparar platos ricos, coloridos y sobre todo livianos”, expuso la licenciada.
Vianda para la playa
Para evitar comer en los paradores y balnerarios, que generan pesadez y sensación de cansancio, se puede optar por comidas frugales. Así que, manos a la obra y a preparar la vianda.
Entre las opciones clásicas se encuentran la ensalada de frutas y los sándwiches de jamón y queso, sin embargo se puede innovar preparando: Sandwinch de pollo o lomo cocinado la carne previamente (el día anterior o la mañana) en una plancha con muy poquito aceite de oliva y cortándola en tiritas finas. A eso se le pude agregar jamón, queso o huevo.
Pinchos o brochettes de queso, tomate y alguna verdura de hoja.
Tartas, otro clásico ya sea de jamón y queso o de verdura. Se pueden comer frías, no suelen caer pesadas (menos aún si se preparan con tapas light) y permiten combinar verduras con pescados (sumando por ejemplo atún), o carne (PRO-SALUD News).
Fuente: lacapital.com.ar