HISTORIA DE LA CRIOPRESERVACIÓN Y LA DONACIÓN DE GAMETAS
Desde que en 1866 el fisiólogo y antropólogo italiano, Paolo Mantegazza, reportó sus hallazgos de que el semen puede ser preservado al reducirse la temperatura, el desarrollo de la criopreservación fue paralelo al de la inseminación artificial en animales y, fue el éxito comercial de ésta, lo que ayudó a que el estudio de la criopreservación seminal humana progresara. Lo que realmente cambió las técnicas de congelamiento de semen fue el uso del glicerol, que provee las condiciones adecuadas para que el espermatozoide sobreviva a temperaturas bajo cero. La primera vez que se realiza con éxito la congelación de material seminal de varias especies fue en 1949 cuando el equipo del Dr. Polge en Cambridge usa por primera vez el glicerol como agente crioprotector y actualmente el glicerol es uno de los medios usados en la criopreservación de blastocistos humanos. Este hecho supuso un espectacular desarrollo de los sistemas de congelación de todos los tipos de células (espermatozoides, células sanguíneas, tejidos, ovocitos y embriones) y la paulatina implementación del uso de semen congelado en la inseminación artificial bovina. Pero, además, permitió el avance, mucho más lento de la criopreservación de ovocitos humanos. Desde los ´80 varias líneas de investigación surgieron para estudiar la biología de la criopreservación de ovocitos de mamíferos. Desde aquellas que exploraron variaciones en los medios de congelación y en las sustancias crioprotectoras utilizadas, hasta el desarrollo de diferentes metodologías.
En 1990, la vitrificación apareció como la solución mágica para remediar la baja supervivencia de los ovocitos post-descongelación, pero pronto aparecieron varios trabajos demostrando problemas genéticos de origen ovocitario y de defectos durante el desarrollo fetal con esta técnica. La mayor preocupación al criopreservar ovocitos maduros (en el estadio de metafase II) es el daño que se puede causar a la estructura que «sostiene» a los cromosomas en su lugar, que se llama Huso Meiótico. De esta manera, la solución inteligente pareció ser la criopreservación de ovocitos inmaduros (en el estadio de vesícula germinal), donde los cromosomas aparecen prolijamente protegidos por una cubierta, que es la membrana nuclear. Sin embargo, la inmadurez de estos ovocitos representó el gran problema, ya que el potencial de desarrollo de los embriones formados a partir de ellos, manifestó grandes deficiencias. Y, así, se volvió sobre la criopreservación de los ovocitos maduros (metafase II). Finalmente, en 1997 nace el primer bebé luego de la criopreservación lenta de ovocitos en Metafase II, realizada por el grupo de Porcu y colaboradores. A partir de ese momento, los resultados, en términos de sobrevida, tasas de embarazo y de implantación, luego de sutiles modificaciones de los protocolos existentes, han mejorado. Recién en 1995, Hunter publica en Human Reproduction la primera vitrificación de oocitos y el primer embarazo lo publica Kuleshova en 1999.
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