María Elena Sardone, psicóloga responsable del Sistema de Entrenamiento Especial para el Tratamiento de la Infertilidad de Halitus, dijo que «esa noción llevó a ver a la salud reproductiva desde una perspectiva más integral, donde los aspectos mentales, emocionales y físicos de la infertilidad están entrelazados».
Sardone indicó en un informe sobre «La Importancia de la medicina mente-cuerpo en la infertilidad» que «con la evolución de las técnicas de diagnósticos, las causas psicológicas de la infertilidad tomaron una nueva dimensión y protagonismo».
«Hoy no hay duda de la existencia de una variedad de matices que entrecruza factores psicológicos con los fisiológicos en el tratamiento de la infertilidad en las parejas», puntualizó.
La definición técnica de estrés involucra una respuesta del cuerpo a cualquier situación amenazante o demandante o como consecuencia de una gran variedad de estímulos físicos y emocionales, incluyendo conflictos internos.
Ese estado produce reacciones químicas internas con el fin de ayudar al organismo a adaptarse y enfrentar las nuevas condiciones y circunstancias del entorno.
Sardone señaló que «la experiencia negativa del diagnóstico de infertilidad o los continuos fracasos en los intentos por lograr un embarazo elevan considerablemente los niveles de estrés, que disminuyen las probabilidades de éxito de un tratamiento de fertilidad».
La especialista añadió que ese episodio «tiñe la vida emocional de quienes transitan esta experiencia con sentimientos de angustia y ansiedad, que pueden llevar a estados depresivos».
Las primeras investigaciones «sobre medicina del comportamiento e infertilidad son de 1987, donde estudios avalados por la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard evidencian que los niveles de depresión y ansiedad por los que atraviesa una mujer con infertilidad son comparables a los que tiene un paciente con enfermedades graves coronarias, VIH e incluso cáncer», comparó.
Los síntomas de la depresión, indicó, «se corresponden con un estado de ánimo triste o deprimido persistente que puede ir acompañado de disminución o aumento de apetito, aumento o disminución significativos de peso, insomnio o hipersomnia, fatiga, intranquilidad y sentimientos de culpa excesiva».
En una persona con depresión «también pueden surgir pensamientos de muerte e ideas suicidas, aislamiento social, falta de interés por las actividades que le son agradables, dificultad para pensar o concentrarse y autoestima disminuida».
Sardone destacó la importancia de que la mujer que trata su infertilidad se someta «a un entrenamiento de tres meses para que ejercite la utilización de recursos propios, habilitándose para modificar su química interna generando las drogas endógenas, para optimizar los tratamientos médicos».
«Así podrán disminuir los niveles de estrés utilizando técnicas de relajación, inteligencia emocional y espiritual que las conecte con el verdadero propósito de sus vidas», indicó.
Según explicó, «la mujer llega al consultorio con una carga importante de pensamientos negativos, algunos concientes y otros inconscientes» y sostuvo que «con la ayuda del psicólogo puede abordar ese sistema de creencias».
«De esa manera se puede convertir una situación conflictiva en una experiencia de vida trascendente y llena de significado», expuso la especialista.(Télam).- mmm-aem-rjv-ahe 14/02/2010 11:12