Según Beatriz Literat, responsable médica del departamento de Sexología del Instituto Halitus, «quienes consumen estos energizantes buscan promover el aumento de la excitación sexual, lo cual produce, al mismo tiempo, la disminución del control conciente y de la represión. El cuerpo y la mente funcionan en «piloto automático» en un ambiente que favorece el descontrol por la aglomeración de pares en igual condición».
La profesional consideró con respecto a las intoxicaciones que se producen el consumo de estos productos que «la imposibilidad de pensar y de reaccionar ante una situación de emergencia, una especie de parálisis mental y muscular y una estupidización generalizada. De modo que la persona puede estar en medio de un incendio y no tendrá recursos para salvarse o, si intentan un juego de violación, se dejará hacer pasivamente (en USA las llaman wrap drugs). En algunos casos, a continuación existe una amnesia casi total de lo sucedido».