Para Irina Altmark, el sueño de ser mamá implicó someterse a varios intentos de inseminación uterina, antes de realizar una in Vitro. En junio de este año dio a luz a Juan.
En 2006, lrinaAltmark (36) y su marido Damián comenzaron a buscar el primer bebé. Luego de seis meses de intentos fallidos, consideraron que lo más conveniente era consultar a un especialista.
«Mi ginecóloga me derivó con el doctor Carlos Carrere, andrólogo y director de Procrearte. Me hicieron los primeros estudios y descubrieron que tenía fibromas y pólipos en el útero. Para mí fue una gran sorpresa porque seis meses antes me había hecho mis exámenes de rutina y los resultados habían dado bien. En diciembre de 2006, me operé. Viví esos momentos como grandes trabas porque todas las energías que yo tenía para ser mamá, tuve que ponerlas en recuperarme de la intervención quirúrgica», recuerda Irina. En teoría, había que esperar 60 días y luego todo estaría dado para que la pareja pudiera cumplir el gran sueño de ser padres. «Nos fuimos de vacaciones para descansar y poder buscar un hijo más tranquilos, pero no sucedió. Es más, mi marido quería anticipar el regreso para empezar cuanto antes un tratamiento», cuenta.
La ansiedad comenzaba a dominar a la ilusión. A su vuelta, Irina empezó con inseminación uterina, un procedimiento considerado de baja complejidad. En marzo hubo un intento; en mayo, otro; y en agosto, otro más. Irina y su marido seguían sin recibir la noticia del hijo en camino.
«Era muy frustrante. Cada vez que me indisponía, me agarraba una tristeza enorme. Yo pensaba que nunca iba a poder tener hijos. Igualmente, al saber que la ciencia está de tu lado y siempre se puede ir por más, volvés a tener esperanzas». En este caso, «ir por más» significó empezar primero con estimulación ovárica, para después realizar una fertilización in Vitro. «En ese proceso, descubrieron que mis óvulos eran inmaduros: eso era lo que dificultaba mis embarazos. Al recibir esta noticia me puse blanca, sentía culpa, pero la contención de mi pareja fue fundamental». Finalmente, cinco óvulos fueron fecundados. «Todos los días, mi médico nos llamaba para contamos la evolución de los embriones. Tener un vínculo cálido con el especialista es muy importante: su serenidad nos ayudó a atravesar el tratamiento». El 16 de octubre de 2007, Irina recibió el implante del embrión. «Fue increíble, porque esta vez yo sentí que iba a quedar embarazada. A los doce días, me hice un test rápido de embarazo y dio positivo. Teníamos una alegría imposible de describir: lo único que hacíamos con mi marido era mirarnos y reírnos».
Después, los análisis de rutina confirmaron esa tremenda felicidad compartida. El 21 de junio de este año, Juan llegó al mundo con sus fornidos 3.700 kilos. «No hay palabras para describir ese momento. Volví a nacer el día que nació mi hijo. Si fuera necesario, volvería a recorrer mil veces todo este camino para tenerlo», afirma Irina, mientras «su Juan» se despierta de una siesta en pleno mediodía porteño.
Tratamientos de fertilización asistida
Los recursos que ofrece la medicina
El ginecólogo y obstetra Sergio Pasqualini, director médico de Halitus Instituto Médico, explica los distintos sistemas que se utilizan para lograr la fecundación.
• TÉCNICAS DE BAJA COMPLEJIDAD
Son aquellas donde la fertilización del óvulo se realiza dentro del útero:
• RELACIONES SEXUALES PROGRAMADAS: Consiste en estimular los ovarios de la mujer, al tiempo que la pareja mantenga relaciones sexuales coincidentes con el momento de la ovulación. Éste llega a determinarse mediante un control ecográfico del ciclo.
• INSEMINACIÓN UTERINA: Es un procedimiento que consiste en colocar los espermatozoides móviles, obtenidos de una muestra procesada de semen, dentro del útero de la mujer. Se realiza en un momento cercano a la ovulación.
TÉCNICAS DE ALTA COMPLEJIDAD
Los óvulos se extraen del cuerpo y se fertilizan fuera del útero. Estos tratamientos pueden llevarse a cabo con o sin estimulación ovárica:
• FERTILIZACIÓN IN VITRO: Es aquella en la que se realiza inseminación de los óvulos con espermatozoides en laboratorio. Luego se transfieren los embriones al útero.
• EL ICSI: Se realiza la inyección de un espermatozoide dentro del óvulo, visualizándolo a través de un microscopio que aumenta su tamaño unas 400 veces, lo que permite seleccionar los espermatozoides de mejor aspecto y movilidad.
• DIAGNÓSTICO GENÉTICO PREIMPLANTATORIO: Es la opción diagnóstica más temprana para parejas con alto riesgo de descendencia con enfermedades genéticas. Mediante este estudio es posible evaluar las características genéticas de los embriones antes de ser transferidos.
Cuándo es necesario recurrir a la ciencia
Antes de decidirse a encarar un tratamiento, muchas parejas atraviesan momentos de incertidumbre y angustia. Éstas son algunas de las dudas que se escuchan con mayor frecuencia en los consultorios médicos.
P, ¿Cuándo consultar con un especialista en fertilidad?
R. Si después de mantener relaciones sexuales en forma regular durante un año, y sin anticoncepción alguna, no logra el embarazo, la pareja debería consultar a un especialista.
P. ¿Influye la edad de la mujer en la búsqueda de un embarazo?
R. Distintos estudios demuestran que la probabilidad del embarazo disminuye a partir de los 35 años en forma gradual, y esto aumenta el tiempo que se demora en lograr el embarazo. Asimismo, entre las mujeres de menos de 30 años, el 71% lo logra dentro de los primeros meses. En las mujeres de más de 36, sólo el 41% lo consigue en el mismo período.
P. ¿Cuál es el costo de un tratamiento?
R. Varía de acuerdo a la técnica, pero se calcula un valor que oscila entre los 7 mil y los 15 mil pesos. La mayoría de las obras sociales no cubre los gastos. La sanción de una Ley de Infertilidad (que la considere una enfermedad) regulará la actuación de las obras sociales. Es decir, abrirá la posibilidad de ser padres a aquellas parejas que hoy no cuentan con los recursos económicos necesarios para encarar este tipo de tratamientos.