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Por: Mujeres con estilo | 21/06/08

La sensualidad de la mujer


El arma más poderosa de las mujeres es su sensualidad y una de sus estretegías es el busto, es por eso que cada día más mujeres se animan a realizar cirugías, aumentando, mejorando o reduciendo las mamas.

La decisión de hacer un cambio estético en el cuerpo, generalmente est asociada a la necesidad de verse mejor y de aumentar la autoestima, siempre acarrea miedos pero los avances científicos han logrado disipar algunos, al menos en términos de implantes mamarios.


Cuando una mujer llega al consultorio con su batería de preguntas sobre cómo puede aumentar o disminuir su busto no sabe que no hay una sola respuesta para cada pregunta sino que cada caso es absolutamente particular. El objetivo puede ser aumentar (o disminuir) el volumen de la mama mediante implantes que las hagan ver naturales siempre teniendo en cuenta los deseos y las características del cuerpo de la paciente.


Luego de cumplidos los 18 años, cuando el desarrollo ya está completo, y sin límite de edad máxima, siempre teniendo en cuenta que no existan problemas médicos que puedan complicar la cirugía, la mujer puede ya sea porque así lo decidió, porque posee una asimetría mamaria o una hipomasia -esto es mamas pequeñas- realizarse un implante mamario. El caso de la cirugía de reconstrucción es un caso que merece un capítulo aparte.


La cirugía
Antes de la cirugía, el médico evalúa el deseo de la paciente, la cantidad de glándula mamaria existente y la posición de la mama. Estos dos últimos indicadores serán fundamentales a la hora de decidir el tipo de implante y la cirugía a realizar.


Según la Dra. Ángeles Petersen, de Halitus Instituto Médico, “la cirugía se realiza normalmente con anestesia general por comodidad de la paciente, si bien puede realizarse con anestesia local, y las prótesis se colocan, en general, por detrás del músculo. Se colocan por la aureola, esto es, se hace una incisión por debajo de la aureola que casi no se nota salvo que la aureola sea muy pequeña y, en ese caso, hay que colocarla por el surco, es decir, por debajo de la mama. Existen indicaciones precisas donde hay que colocar la prótesis por detrás de la glándula pero en principio detrás del músculo siempre quedan más naturales y tienen menos porcentaje de cápsula o encapsulamiento.”


El encapsulamiento es la cobertura que le hace el organismo a la prótesis para aislarla del cuerpo, porque es un cuerpo extraño. Cuando esa cobertura es delgada al palparla no se percibe ni al tacto ni a la vista: se siente la prótesis como si fuera de la propia mama. Si la cobertura adquiere más grosor ya comienza a palparse y en un estadio más avanzado hasta logra verse.


“Hay que evitar por todos los medios que se forme una cápsula aunque las posibilidades de que suceda dependen, invariablemente, de cada organismo. Pero con las prótesis actuales, las nuevas técnicas modernas y colocándolas en forma retromuscular-detrás del músculo- el porcentaje de cápsula es mucho menor que el que era anteriormente cuando las prótesis eran mayormente lisas y se colocaban detrás de la glándula”, explica Petersen.


Hoy hay un 20 % de probabilidad de encapsulamiento cuando las prótesis son lisas y delante del músculo, en contraposición con sólo un 4% poniendo la prótesis detrás del músculo y texturizada. Por eso es importante qué tipo de prótesis se coloca. Existen distintos tipos de prótesis. Las hay lisas y texturadas, redondas y anatómicas y otras de poliuretano que se utilizan fundamentalmente en casos de reconstrucción. Las anatómicas tienen mucha proyección axilar por lo cual quedan mucho más naturales las redondas.


Pero la diferencia fundamental está en la cobertura del implante: más proyectado o más chato, en general se usan con un poco más de proyección. Se llama proyección a la relación entre la altura y el ancho de la prótesis. Depende del tipo de cirugía (técnica) y el cirujano.


La posibilidad de que la prótesis se rompa no es tan frecuente en estos días. Es importante tener en cuenta que la prótesis no se rompe espontáneamente ni por que la toquen muy fuerte. Aunque es poco probable, sí puede ocurrir como resultado de un golpe muy fuerte o si hay una cápsula importante. Petersen sostiene que “cuando existe cápsula, la prótesis está rodeada de un tejido que no es elástico y la va comprimiendo, de allí que la prótesis puede romperse con el correr del tiempo. Por eso la importancia de evitar el encapsulamiento”.


En el caso de que esto suceda, la silicona puede quedar contenida dentro de lo que es la cápsula o, con el tiempo si se rompe la cápsula, salir la silicona por fuera de la misma. El problema surgiría en este último caso, ya que la silicona extravasada fuera de la cápsula se desparrama por la glándula y genera nódulos palpables. Pero las posibilidades son muy bajas porque la técnica cambió mucho y la cantidad de encapsulamientos con las nuevas técnicas que determinan colocar las prótesis por detrás del músculo y las nuevas prótesis, ya no lisas que tienen mayor probabilidad de encapsularse y romperse sino texturadas y de mejor calidad, se ha reducido mucho. Se han realizado abundante cantidad de estudios que han demostrado que las mujeres con prótesis no son más propensas a desarrollar cáncer o enfermedades inmunológicas que aquellas que no las poseen.


El postoperatorio
El postoperatorio es de aproximadamente 15 días para comenzar a deshincharse. “Los primeros 3 días siempre la paciente está muy hinchada pero a medida que transcurren las semanas se va asentando. Al mes ya está asentado casi por completo y pueden verse cambios muy mínimos en los días siguientes. Los puntos se quitan a la primera semana y ya la paciente se retira sin vendaje, sólo es recomendable usar esos tops de lycra y algodón. Y ya desde el tercer día pueden bañarse normalmente. La indicación principal es no hacer esfuerzos por una semana, no manejar durante la primera semana y después, semana a semana se puede ir aumentando los esfuerzos y el cuerpo solo dirá que se puede o no hacer de acuerdo a si se siente o no dolor”, describe Petersen.


La consulta con un especialista que escuche los deseos de la paciente y evalúe la posibilidad de cumplirlos es el primer paso hacia el cambio. Hay muchos estudios psicológicos que demuestran que este tipo de operaciones son una forma de luchar contra la inseguridad personal y hacen un aporte inconmensurable a la autoestima de las mujeres que frecuentemente, luego del cambio estético, muestran un cambio positivo en su actitud seguras de ser dueñas de una nueva sensualidad.