Se calcula que entre un 15 y un 20 por ciento de las parejas de nuestro país tiene problemas de fertilidad y debe recurrir a una técnica de reproducción asistida para tener un hijo. Y, aunque los especialistas no terminan de ponerse de acuerdo en qué porcentaje abarca cada sexo en cuanto a las causas de esos problemas, sí concuerdan en dos cosas: que hay igualdad entre hombres y mujeres (50%/50% para algunos y 30%/30% para otros-el 40% restante sería infertilidad sin causa aparente-) y que en la actualidad ha aumentado el porcentaje de casos en los que la causa es masculina. Saber cuál de los dos miembros de la pareja es el que presenta el trastorno de fertilidad resulta importante, no para echarse en cara las “culpas” sino para definir el tipo de tratamiento que se deberá seguir para lograr el embarazo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que, antes de comenzar a realizar estudios para detectar las posibles causas de infertilidad en ambos miembros de la pareja, debe pasar por lo menos un año con relaciones sexuales dos veces por semana y ausencia de embarazo. Una vez que ha transcurrido ese tiempo con esa frecuencia de encuentros y la “buena noticia” sigue sin aparecer, es tiempo de acercarse a un especialista para que les indique el camino que hay que recorrer hasta llegar al tan deseado embarazo. Si de ellas se trata En el caso de que las mujeres involucradas sean mayores de 38 años, el plazo para tener relaciones sin 2cuidarse” antes de la consulta debe acortarse a seis meses. ¿Por qué? La doctora Laura Kanzepolsky, Especialista en Ginecología y Obstetricia y en Medicina Reproductiva, asegura que a partir de los 35, cada año que pasa en la vida de la mujer hace que se vuelva más dificultosa la posibilidad de concebir un hijo. “Esto es así porque a partir de los 35 años, aproximadamente, se produce un cambio en el cuerpo de la mujer que hace que la capacidad ovulatoria sea más baja y que produzca óvulos de menor calidad”, explica. A esto se suma que, de todos los óvulos que la mujer posee en sus ovarios hay aproximadamente un 70 por ciento que no sirve, por lo que en cada ciclo ovulatorio existe sólo cerca de un 25 por ciento de probabilidades de lograr el embarazo. Cuando la pareja ya está en condiciones de comenzar con los estudios previos al tratamiento, lo que la mujer tiene que hacer es consultar con algún especialista en medicina reproductiva, ya que él será el más capacitado para evaluar los resultados de los exámenes y, en base a ellos, 8y a lo que surja del estudio del hombre), recomendar la terapia correspondiente. Lo primero que se hace es evaluar la salud de los ovarios y de los genitales femeninos (útero y trompas de Falopio), que serán los lugares de continencia del embrión, mediante unos análisis hormonales durante los primeros días del ciclo, una ecografía y un cultivo de flujo vaginal. “Los resultados de estos análisis se obtienen en aproximadamente un mes, y son los encargados de brindarnos una aproximación inicial en base a la que se va a continuar el tratamiento, pero también puede suceder que se tenga que pedir una segunda vuelta de estudios para mejorar el diagnóstico”, añade la doctora Kanzepolsky. En cuanto a los problemas que pueden causar la dificultad en la mujer, el que se encuentra en primer lugar tiene que ver con las alteraciones ovulatorias (ciclos alterados o inexistentes), seguido por las patologías tubarias (trompas tapadas). Otro inconveniente que pueden tener las mujeres son los denominados problemas cervicales, que tienen que ver con la presencia de una mucosidad dañina en el cuello del útero que impide que los espermatozoides lleguen a encontrarse con el óvulo. Si de ellos se trata Así como en las mujeres tiene gran incidencia en las dificultades para concebir el hecho de que en la actualidad se haya retrasado el momento de buscar un hijo por cuestiones relacionadas con el rol que ellas tienen en la sociedad, en los hombres el estrés y el estilo de vida sedentario también pueden considerarse causas importantes para que haya aumentado el porcentaje de causantes masculinos en los problemas de fertilidad. Pero además de esto, los especialistas recalcan que el que los hombres estén más involucrados en la decisión de ser padres, consulten más y se sometan a estudios también es fundamental para poder definir mejor cuál es el problema de la pareja. Con respecto a los estudios que ellos deben realizarse, el más importante es el espermograma, que consiste en tomar una muestra de semen de la que se evaluará la cantidad, motilidad (movilidad) y morfología de los espermatozoides. El doctor Omar Layús, andrólogo que forma parte del staff de Halitus Instituto Médico, asegura que “la patología más común que presentan los hombres es el varicocele, padecido por un 45 por ciento de ellos, pero los problemas de fertilidad también pueden ser causados por alteraciones hormonales, alteraciones genéticas o cromosómicas”. Claro que el quid de la cuestión está en cuán importante es la alteración presente, que puede ir desde leve hasta severa, con ausencia total de espermatozoides (azoospermia). Al igual que con las mujeres, también de estos resultados dependerá el tipo de técnica que habrá que elegir para que la pareja llegue al embarazo. “Los hombres pueden someterse a tratamientos médicos, con ingesta de vitaminas o aminoácidos, o quirúrgicos, mediante una operación del varicocele o biopsia testicular en el caso de azoospermia para poder recuperar espermatozoides del testículo e implantarlos en el óvulo”, agrega el doctor Layas. Diferentes complejidades Una vez determinadas las causas que impiden el embarazo natural en la pareja, llega el momento de elegir qué técnica se utilizará para lograrlo con ayuda. Para eso hay diferentes procedimientos tanto de baja como de alta complejidad, y la elección depende de los resultados en los análisis. Los de baja complejidad son cuatro: > Ciclos ovulatorios espontáneos con relaciones sexuales programadas > Ciclos ovulatorios espontáneos con inseminación intrauterina. > Ciclos ovulatorios inducidos con relaciones sexuales programadas > Ciclos ovulatorios inducidos con inseminación intrauterina. Los ciclos se inducen mediante una estimulación ovárica realizada con medicación y son utilizados cuando hay alteraciones ovulatorias. De esta forma, se programa la relación sexual o la inseminación el día en que se produce la ovulación. Esta elección va a depender de la calidad del semen: si hay problemas en este sentido, lo que se hace es elegir, mediante un proceso de centrifugado, los espermatozoides más aptos para ser inseminados. Lo que se logra así es acortar el trayecto necesario para que el óvulo y el espermatozoide se encuentren más rápido en la trompa, donde se realiza la fecundación. En cuanto a las técnicas de alta complejidad, en este caso el embrión se forma afuera del cuerpo de la mamá para ser luego implantado: se induce la ovulación, se aspiran los ovocitos por vía transvaginal mediante una punción ecográfica con anestesia local, se toma semen y se forma el embrión. Una vez formado, el embrión queda en cultivo durante dos o tres días en una incubadora con características idénticas a la trompa materna y finalmente es colocado en el útero de la madre por vía transvaginal. La forma en que se encuentran el óvulo y el espermatozoide marca la diferencia entre las dos técnicas de alta complejidad más importantes: la Fertilización in Vitro y el ICSI (Inyección intracitoplasmática del Espermatozoide, por sus siglas en inglés). Como su nombre lo indica en el caso del ICSI lo que se hace es directamente tomar un espermatozoide e inyectarlo dentro del óvulo, mientras que mediante la Fertilización in Vitro se deja el óvulo en la incubadora junto con los espermatozoides para que alguno de ellos lo penetre de forma natural. La ovulación es inducida en la mujer aunque no presente alteraciones ovulatorias. Esto se debe a que se necesita más de un óvulo para realizar la técnica, lo que se relaciona con el hecho de que algunos directamente no sirven para ser fertilizados. De esta forma se garantiza tener más de una alternativa para formar el embrión. No perder la esperanza “La posibilidad de conseguir un embarazo es de entre un 30 y un 35 por ciento por intento en los casos de aplicar técnicas de alta complejidad, y de alrededor de un 20 por ciento con las de baja”, asegura la doctora Kanzepolsky, pero agrega que “no hay que olvidar que aún las parejas que no poseen dificultades tardan entre 6 meses y un año en lograr el embarazo, así que no hay que perder las esperanzas”. Lo importante es que finalmente la mayoría de las parejas termina recibiendo a su bebé como premio a tanto esfuerzo. | |