Los meses pasaron y se cumplió un año. Navidad, Año Nuevo y Pascuas, y del embarazo ni noticias. Ella propuso hacerse estudios, y a él le pareció una locura. Pero los amigos y la familia comenzaron a mostrarse preocupados, entonces él accedió.
Cuando los estudios ginecológicos de ella dieron perfecto (“una joyita”, les dijo el médico), y el especialista pidió un espermograma, a él no se le movió un pelo (“¡Viste que no pasa nada y que lo único que tenemos que hacer es seguir probando!”, le dijo a su mujer). Pero una semana más tarde, los resultados cayeron como un baldazo de agua fría. Le diagnosticaron azoospermia y le explicaron que no podría lograr el embarazo de forma natural.
Lloró, se angustió y se deprimió. Escuchaba a los médicos hablar acerca de las posibilidades que les ofrecía la medicina, pero no eran más que palabras vacías. Se convenció de que tener un hijo no era para él.
Ante la insistencia de su mujer, accedió a una Fertilización In Vitro. El primer intento fracasó, pero el segundo prendió fuerte y hoy Carlos es flamante padre de mellizos.
No es el único. En el IFER (Instituto de Ginecología y Fertilidad), solamente, se realizaron 900 fertilizaciones in Vitro durante el 2004. El número ascendió a 1200 durante el 2005, y se cree que en este año serán 1500.
Mientras que el 85% de las parejas que desea un embarazo lo alcanzará en el término de un año, el 15% restante deberá acudir a la medicina para recibir una “ayudita” de parte de los últimos adelantos de la ciencia.
Ahora, ¿qué porcentaje de los que no lo logran es consecuencia de problemas en el hombre? Según la Organización Mundial de la Salud, el número ascendería a 40%.
En el 80% de los casos de infertilidad, aproximadamente, el problema se resuelve con técnicas de baja complejidad. |
El factor masculino
Cuando la infertilidad de la pareja es atribuible, en forma parcial o total, a un problema del hombre, la medicina lo denomina “factor masculino”. El factor masculino es “leve” o “moderado” cuando el problema se soluciona fácilmente, con técnicas poco invasivas. El factor masculino es “severo” cuando son necesarios tratamientos de alta complejidad para lograr la fecundación.
Según el Dr. Omar Layus, andrólogo de Halitus Instituto Médico, las causas de la infertilidad masculina pueden dividirse en tres categorías.
Las causas pre-testiculares están relacionadas con la producción de hormonas. La glándula pituitaria libera las hormonas folículo-estimulantes (FSH) y luteinizante (LH), encargadas de estimular la producción de testosterona que, a su vez, participa en la producción de espermatozoides. Una alteración a nivel hormonal tiene, por lo tanto, consecuencias en la calidad espermática del hombre.
Dentro de las causas testiculares, la presencia de un varicocele –vena en el exterior del testículo que aumenta la temperatura escrotal y crea un clima poco favorable para la producción de espermatozoides sanos- es el problema más común. “Están presentes en el 15% de los hombres, y lo sufre el 45% de quienes ingresan a un centro de fertilidad”, explicó Layus. Por último, las post-testiculares tienen que ver con la obstrucción de alguna de las vías de salida del esperma (como la vía seminal) o con la ausencia (o baja concentración) de espermatozoides en el momento de la expulsión. Estas causas –genéticas o fisiológicas- pueden estar agravadas por factores externos que se dieron durante la vida del hombre: la contaminación ambiental, el tabaco, y el uso de drogas – como la marihuana y la cocaína- pueden afectar de manera negativa la calidad del esperma.
La edad del hombre es otro de los puntos que se empieza a tener en cuenta. Pero mientras que en la mujer la edad es uno de los factores fundamentales a la hora de dar un pronóstico de fertilidad, en el hombre parece tener un rol menos importante. “Un estudio que se realizó recientemente en Francia demostró que después de los 40 años, los espermatozoides del hombre empiezan a perder capacidad para fertilizar al óvulo”, contó el Dr. Ramiro Quintana, subdirector del IFER. “Sin embargo, los resultados todavía no son concluyentes ni pueden compararse con la importancia de la edad en la mujer”.
Un diagnóstico difícil
El estudio fundamental para diagnosticar la infertilidad en el hombre es el espermograma, y se necesitan, por lo menos, dos o tres para dar un diagnóstico preciso.
El espermograma mide la concentración espermática, estima la motilidad de los espermatozoides (habilidad para avanzar) y realiza un examen de morfología (forma).
Al espermograma se suman otros estudios básicos que son necesarios para dar un pronóstico de fertilidad, entre ellos un perfil hormonal (para evaluar los niveles de testosterona y FSH) y un eco doppler para detectar la presencia de varicocele.
En el 15% de los casos, los estudios no logran determinar por qué la pareja no consigue el embarazo. “Se lo denomina esterilidad sin causa aparente y es, ni más ni monees, que la imposibilidad de la medicina de dar un diagnóstico preciso”, explicó Quintana.
Los expertos coinciden en que un diagnóstico de infertilidad repercute de manera distinta en el hombre y en la mujer. “La reacción inicial del hombre es de angustia: ven disminuida su imagen masculina y se juzgan negativamente. Dependiendo de cómo lo toma la pareja, en algunos casos recomendamos ayuda psicológica”, contó Layus.
Según Quintana, son muchos los hombres que piensan que los problemas para concebir están relacionados con su función sexual, pero “una vez que se les explica que la reproducción no tiene nada que ver con la sexualidad, el grado de aceptación es distinto”.
Se denomina infertilidad cuando una pareja no logra embarazarse luego de 12 meses de mantener relaciones sin protección anticonceptiva. |
Tratamientos y novedades
Una vez realizado el diagnóstico, el especialista deberá decidir cómo tratar el problema. Se tendrán en cuenta las causas de la infertilidad, por supuesto, pero también el grado de complejidad del tratamiento y el precio. Los tratamientos de baja complejidad, explica Isabel Rolando, presidente de la Asociación Concebir, un grupo de apoyo para parejas con trastornos en la reproducción, se realizan en centros privados y en hospitales públicos.
“Cuando la pareja requiere un tratamiento de alta complejidad, el hospital la deriva a centros privados con convenio, y la pareja pasa al centro como paciente hospitalario, pagando la mitad de los honorarios que en un centro privado. Las obras sociales y las entidades de medicina prepaga no cubren ni diagnóstico, medicación, no tratamientos porque aquí no se considera la infertilidad como una enfermedad, que según la OMS lo es, por lo tanto, al no haber Ley de Reproducción Asistida no hay cobertura para nuestra problemática”, asegura Rolando, quien además es ex paciente.
La inseminación artificial intrauterina (IIU) es un tratamiento de baja complejidad y consiste en introducir una cantidad de semen en el útero de la mujer para facilitar la fecundación. Se obtienen mejores resultados cuando la inseminación coincide con la ovulación inducida con medicamentos. La tasa de éxito es del 10 al 15%, con lo cual muchas veces es necesario repetir la inseminación. Sin embargo, después “de 4 a 6 intentos fallidos la tasa de embarazo disminuye por lo que se prefiere, en general, encarar un procedimiento de fertilización asistida de alta complejidad”, explicó Osés, quien dirige uno de los principales bancos de semen de la Argentina.
La Fertilización In Vitro es el método de fertilización más utilizado en el mundo y su tasa de éxito ronda el 40% de los casos. El tratamiento consiste en retirar uno o dos óvulos de los ovarios para fertilizarlos con el esperma del hombre en el laboratorio y después transferir los embriones al útero para ser implantados. A la Fertilización In Vitro se suma, desde hace algunos años, un nuevo método denominado ICSI (Inyección Intracitoplasmática de Esperma), que revolucionó el mundo de la fertilidad. El ICSI consiste “en sujetar un solo óvulo y penetrarlo con una aguja. Por la aguja se introduce un espermatozoide que, en el 60 ó 70% de los casos, logra fertilizar al óvulo”, explicó Osés. Entre dos y tres días más tarde, el embrión puede ser introducido en el útero.
Este nuevo método solucionó muchos de los casos de factor masculino severo, porque facilita muchísimo el proceso de fecundación. Inclusive en los pacientes que sufren de azoospermia (ausencia de gametas en la expulsión), los espermatozoides pueden ser extraídos directamente del testículo mediante una biopsia.
A los 37 años, la mitad de todas las parejas es infértil. | El 85% de las parejas con dificultades para embarazarse no recibe el tratamiento adecuado, en la mayoría de los casos por falta de información. | La curva descendente de fertilidad masculina comienza después de los 50 años. |
La fertilidad de a dos
“Claro que la fertilidad es de a dos. El pronóstico de fertilidad de un hombre depende de la mujer a quien quiera embarazar”, aseguró Osés.
Los expertos insisten en que resulta imposible separar un diagnóstico del otro y que para dar un pronóstico completo es necesario tener en cuenta el tiempo de exposición de la pareja al embarazo, la edad de la mujer, el espermograma y los estudios ginecológicos.
La paternidad está cambiando, y hoy los hombres viven el proceso de buscar el embarazo codo a codo con la mujer. “Están muchísimo más involucrados y se angustian de la misma manera que sus esposas”, aseguró Layus. El proceso implica soportar la frustración de tratamientos que fracasan y deseos que no se concretan.
Sin embargo, cuando las expectativas se cumplen, la gratificación no tiene precio.
Más info:
www.ifer.com.ar
www.halitus.com
Concebir: concebir@fibertel.com.ar
CRISIS: EL ASPECTO PSICOLÓGICO Y LA INCIDENCIA DE LA INFERTILIDAD EN LA PAREJA
Es sabido: la infertilidad es la causante de una de las crisis más dolorosas que puede atravesar una pareja. “La incapacidad de concebir un bebé, a largo plazo, puede provocar sentimientos de pérdida significativos”, aseguró el Dr. Raymond Osés, andrólogo del IFER. “Enfrentarse a las múltiples decisiones médicas y a la incertidumbre que la infertilidad provoca, puede crear un gran desbalance emocional para la pareja”.
Los expertos en fertilidad sostienen que en muchos casos la asistencia psicológica puede ayudar no sólo a soportar estos sentimientos negativos sino, además, a discutir con libertad las opciones para el tratamiento y sus implicancias en la pareja. “Para muchos, la crisis existencial provocada por la infertilidad eventualmente demuestra ser una oportunidad para fortalecer la vida y el crecimiento personal”, agregó Osés.