El parto debió adelantarse por la muerte intrauterina de una de las mellizas.
Especialistas argentinos cuestionan si es ético realizar embarazos a tan avanzada edad
A los 67 años, una mujer rumana se convirtió en la madre con mayor edad del mundo al dar a luz a una beba, como una manera de reafirmar la gran longevidad heredada en su familia.
«Siempre soñé con ser madre y viví el mejor período de mi vida esperando dar a luz a mis mellizas», afirmaba un mes atrás Adriana Iliescu, que es profesora universitaria de Literatura y que nunca estuvo casada.
Y ayer pudo, en parte, cumplir con su deseo: conocer el rostro de Elisa María, sólo una de las mellizas. Los médicos detectaron que el corazón de la otra beba había dejado de latir y apresuraron el parto por cesárea. «La intervención no se podía retrasar; hubiéramos dañado al otro feto», dijo el doctor Bogdan Marinescu, director del Hospital Giulesti, de Bucarest, donde Iliescu dio a luz.
La beba pesaba 700 gramos y había sufrido un retraso en el desarrollo intrauterino que hizo que su corazón se detuviera seis semanas antes de que el embarazo llegase a término. En tanto, Elisa María, que nació con 1,45 kilogramos, permanecerá en la incubadora hasta pesar dos kilos.
Sin resignación
Al parecer, Iliescu no se resignaba a no tener hijos, por lo que desde hacía nueve años seguía un tratamiento para revertir el paso de los años.
Se sumó a esto su firme convicción de que «el destino de las mujeres es tener hijos», según declaró en distintas entrevistas televisivas, en las que también lanzó frases como que «quería redimirse al dar a luz» y que su embarazo fue «un milagro que llegó a ser posible con la ayuda de Dios y la ciencia».
El tratamiento al que el equipo médico dirigido por el doctor Marinescu sometió a la ahora madre más longeva del mundo fue un implante de tres embriones a partir de un óvulo fecundado de otra mujer. Los embriones, dijo el especialista, «sobrevivieron tras una fecundación in vitro».
La donación de óvulos se utiliza cuando la mujer no puede producirlos o los que produce no pueden gestar un embrión. Los óvulos donados se fecundan en laboratorio y los embriones se transfieren entonces al útero de la futura mamá. En el caso de Iliescu, el equipo médico debió provocar el aborto de uno de los embriones para que los otros dos pudieran desarrollarse.
Revertir la menopausia
En el camino, los especialistas tuvieron que revertir los síntomas de la menopausia para poder transferir el embrión al útero.
«Durante la menopausia, el útero se atrofia por la falta de hormonas (estróngenos y progesterona) -explicó el doctor Sergio Pasqualini, director del Centro Halitus-. Entonces, lo que se hace es revertir los síntomas de la menopausia mediante hormonas para preparar al útero para albergar el embrión. Ahora, hay que subrayar que esto no devuelve el funcionamiento de los ovarios.»
¿Éxito científico?
Aunque para los médicos rumanos el caso de Iliescu es un éxito científico, especialistas argentinos en fecundación asistida sostienen que ayudar a concebir un hijo a tan avanzada edad puede no ser ético.
«Desde el punto de vista físico, la edad de la mujer no es demasiado importante, ya que cuando los óvulos son donados sólo importa que el estado de salud de la mujer le permita albergar al embrión -opinó el doctor Santiago Brugo Olmedo, director médico del Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (Cegyr)-. Pero, desde el punto de vista médico (los especialistas) estamos para curar y no para hacer cosmética ni para no pensar en el hijo que viene, que prácticamente, en este caso, tiene una bisabuela.»
El embarazo con donación de óvulos, comentó Brugo Olmedo, se utiliza en mujeres jóvenes que no producen óvulos, como ocurre en mujeres con menopausia precoz o hasta los 48 y 50 años, que aún son fértiles. «No nos parece que sea ético: el niño no nace con la oportunidad de gozar en el tiempo de la compañía de los padres.»
Por eso, explicó el doctor Enrique Salama, director de Procrearte, «en la Argentina hay consenso entre los especialistas en no producir embarazos más allá de los 50 o 52 años, que es cuando la mujer deja de ser fértil».
Mientras, a miles de kilómetros de distancia de nuestro país, Iliescu afirmó que criará sola a Elisa María en su departamento de dos ambientes.
Por Fabiola Czubaj
De la Redacción de LA NACION