¿Es posible para un hombre infectado con HIV o con SIDA tener descendencia sana, sin contagiar a su mujer ni al bebé? Este interrogante ronda las cabezas de miles de parejas y la respuesta, afortunadamente, es afirmativa.
Desde hace once años el doctor Augusto Semprini, ginecólogo y obstetra, además de infectólogo, desarrolla una técnica de lavado de espermatozoides, mediante filtrado y centrifugado, que asegura la reducción del riesgo de contagio.
Como jefe del departamento de Desórdenes en la Reproducción de Origen Inmunológico e Infeccioso en el hospital San Pablo de Milán, Semprini se encontró con el desafío de lograr una técnica que permitiese procrear a los matrimonios o parejas estables en las que el hombre tiene HIV.
Con 1725 intentos de fertilización intrauterina, de los que 243 resultaron en embarazos (el 14%), ya hay 211 criaturas que pueden atestiguar las bondades del método. Además hubo 43 parejas que se sometieron a la fertilización in vitro y se consiguió el embarazo en el 27% de ellas, es decir, en 13 mujeres.
Aunque Semprini pudo desarrollar su técnica desde todos los ángulos debido a sus diversas especialidades, en nuestro país podría ponerse en práctica, en unos 60 días, trabajando en equipos interdisciplinarios.
Para ello viajó a la Argentina, donde compartió sus experiencias junto a Sergio Pasqualini, especialista en técnicas de reproducción y director del centro Halitus, y a Horacio Jáuregui Rueda, infectólogo que dirige la Fundación de Asistencia e Información en HIV/SIDA.
El sistema que se utiliza para separar los espermatozoides de los demás componentes del semen (plasma seminal y leucocitos o glóbulos blancos) es de baja complejidad, aunque debe ser practicado por personal idóneo, acostumbrado a manipular virus.
Tras un proceso de lavado, los espermatozoides son seleccionados e inyectados en el útero de la mujer:
—¿Es posible estar seguro de que no haya copias del virus?
—Los reactivos detectan hasta un cierto número de copias de HIV, pero si hay una gran cantidad de virus se trata de que quede el menor número posible y, ante la duda, se descartan. Además, sólo resta del 5% al 8% de los espermatozoides en condiciones de ser implantados. En 800 parejas no hubo una sola infección. Estamos hablando de medicina, no de una ciencia exacta.
(…)
—¿Qué objetivo persigue?
—Proteger a la mujer, reducir el riesgo de contagio y no discriminar al hombre. Decidí hace diez años que no iba a excluir de la posibilidad de reproducirse a ningún hombre por motivos físicos ni virológicos ni farmacológicos.
—Los hombres infectados que trata, ¿están siempre bajo medicación?
—El 70% de nuestros pacientes eran no medicados porque naturalmente empezamos mucho antes de que se desarrollaran las drogas que se combinan y bajan la carga viral. También había reticencia a tratarse con el AZT.
—¿Controla a los chicos nacidos con esta técnica?
—Durante un año, para ver sus anticuerpos. Nunca nació un chico infectado de una madre no portadora.
—¿Cuáles son los costos?
—En Italia, el hospital público cobra unos 700 dólares por el tratamiento.
Virginia Santana
Los especialistas:
– Sergio Pasqualini: “A las parejas de aquí que quieren procrear no se las puede mandar a Italia. Si los riesgos son tan bajos, ¿por qué no darles una oportunidad?
– Horacio Jáuregui: “Antes de 1998 los hombres con HIV estaban preocupados por sobrevivir, ahora que la calidad de vida es buena, pueden continuar su estirpe”. Aclaró que aplicará la técnica sólo en pacientes con condición clínica, inmunológica y neurológica estable, que cumplan el tratamiento.