Con el objetivo de evitar la interrupción voluntaria del embarazo, la diputada de Cambiemos Marcela Campagnoli presentó un proyecto tendiente a que -líneas más, líneas menos- la mujer que queda embarazada contra su voluntad continúe con esa gestación hasta alrededor de los cinco meses de embarazo, momento en el que «se le saca ese niño de su vientre» para que «la ciencia» le «dé vida en una incubadora», tal como ella misma lo explicó en declaraciones radiales. Más tarde, ese niño sería dado en adopción.
Para comenzar, un niño que nace con menos de 28 semanas de gestación es lo que en medicina se denomina «prematuro extremo», con todas las consecuencias que eso implica, para el bebé y para el sistema de salud.
Según la OMS, el parto inducido o por cesárea no deben planificarse antes de que se hayan cumplido 39 semanas de gestación
En su sitio web, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que «ni el parto inducido ni el parto por cesárea deben planificarse antes de que se hayan cumplido 39 semanas de gestación, salvo que esté indicado por razones médicas». Es que a nivel mundial, la prematuridad es la primera causa de mortalidad en los niños menores de cinco años.
Consultado por Infobae, el médico especialista en reproducción asistida Fernando Neuspiller (MN 82815) puso sobre la mesa dos aspectos relacionados con el debate que genera el proyecto de Campagnoli.
«En primer término, en toda la Argentina probablemente no haya más de cinco neonatologías de alta complejidad en las que pueda mantenerse a un bebé de 20 semanas en una incubadora con vida hasta lo que sería la edad corregida de 38/39 semanas de gestación -destacó-. Y si las hubiera, el costo de internación en una unidad neonatal asciende a los 1.500 dólares diarios».
Por otra parte, según puntualizó Neuspiller, «infinidad de estudios demuestran que, si sobreviven, los bebés muy prematuros a largo plazo tienen muchas patologías vinculadas a su prematurez».
Desde el punto de vista médico, un bebé prematuro siempre es un riesgo
«Un legislador antes de presentar un proyecto de este tipo debería asesorarse con la comunidad médica», sentenció.
En la misma línea, el director científico de Halitus Instituto Médico y presidente de Fundación REPRO Sergio Pasqualini (MN 39914) manifestó «la importancia que en esta cuestión tiene el debate y convocar a quienes saben de estos temas».
«Desde el punto de vista médico, un bebé prematuro siempre es un riesgo», aseguró Pasqualini, quien enfatizó: «Si hablamos de un feto de 28 semanas, en una buena neonatología (que no es la norma en todo el país) tiene posibilidades de sobrevida, pero nunca se saca un feto a esa altura del vientre materno por causas que no sean de salud».
«A las 20 semanas de gestación, la sobrevida de un feto es excepcional, además del costo que eso implica al sistema de salud, lo cual no se trata de un tema menor, que debería ser tenido en cuenta», agregó el especialista, para quien «las secuelas potenciales causadas por la prematurez acompañarán a esa persona de por vida».
«La diputada habla desde su convicción religiosa, pero no es la forma de abordar este tema -ahondó Pasqualini-. La forma es contener, asesorar, explicar las alternativas que tiene una mujer que no quiere continuar con un embarazo. Muchas quizá decidan no abortar, o sí, pero con herramientas».
Y finalizó: «Nunca la recomendación debería ser sacar a un feto del vientre materno por una causa que no sea médica y meterlo en una incubadora».
La prematuridad es la primera causa de mortalidad en los niños menores de cinco años
La médica neonatóloga Mónica Brundi (MN 64544) fue -también- tajante: «Veinte semanas es muy poco tiempo de gestación, no es viable que un niño sobreviva fuera del útero a esa edad gestacional». Por más que se ponga toda la terapia intensiva neonatal a su servicio, no están preparados para la vida extrauterina», enfatizó.
«Es difícil que esos niños puedan sobrevivir, sus pulmones están muy poco desarrollados, la piel es gelatina», detalló, quien insistió en el hecho de que, «en el vientre materno, cada semana aumenta la sobrevida».
«Tenemos bebés de 23 semanas con muy pocas posibilidades de pasar período neonatal», destacó, al tiempo que enfatizó que «la vida posterior es difícil para un niño prematuro extremo; son niños que necesitan cuidados especiales y tienen consecuencias en su salud durante toda la vida».
Para ella, «enfocarse en la educación es la clave para que no existan embarazos no deseados». «Porque si no, atacamos la consecuencia y no la causa», sostuvo.
Según cifras de la OMS, cada año nacen en el mundo unos 15 millones de bebés antes de llegar a término, es decir, más de uno en 10 nacimientos.
Aproximadamente un millón de niños prematuros mueren cada año debido a complicaciones en el parto. Muchos de los bebés prematuros que sobreviven sufren algún tipo de discapacidad de por vida, en particular, discapacidades relacionadas con el aprendizaje y problemas visuales y auditivos.