La criopreservación de óvulos es el proceso mediante el cual se no fecundados para ser usados en el futuro. La definición es concisa y clara, pero no logra dimensionar lo que este proceso significó para las mujeres, en primer lugar, y para las familias, en segundo.
Porque este procedimiento -que no es sencillo de hacer sino que requiere de una reflexión previa a la toma de la decisión-, permitió que quienes lo deseen, posterguen la maternidad sin quedar sujetas al reloj biológico.
«El desarrollo personal y empoderamiento de las mujeres en múltiples ámbitos de la sociedad ha llevado a que, cada vez una mayor cantidad de ellas, desplacen su deseo (o pregunta) acerca de la maternidad para más adelante», dice Silvana Vattimo, licenciada en psicología, MN 48082, Directora en SCI COMUNIDAD.
Y agrega: «Esta postergación está anclada, muchas veces, en la necesidad previa de realización personal, profesional o, incluso relacional, a sabiendas de que las responsabilidades y dedicación del ejercicio maternal podrían interferir parcial o totalmente en el logro de otros objetivos».
«Asimismo, resulta frecuente que, si bien la resistencia física puede decrecer con la edad, los años también suelen traer aparejados una mayor madurez y seguridad personal, favorecedores de una mejor adecuación emocional ante los desafíos de la maternidad», añade.
Coincide Flavio Calvo, MN: 66869, Dr. en psicología, docente, tallerista y autor, quien agrega que hoy las mujeres pueden elegir entre opciones de metas y roles, rompiendo con los mandatos, es decir lo que antes se había considerado innato, habitual o propio del género.
«Es por esto por lo que en pro de su desarrollo personal se pueden suspender, y dejar en segundo lugar, cosas que antes se consideraban valiosas como el matrimonio y la maternidad», afirma.
E indica que «a diferencia de lo que pasaba en las generaciones pasadas, lo que se busca en la vida ya no se concentra en matrimonio, pareja e hijos. Estas cosas dejaron de ser una obligación, la maternidad dejó de ser un hecho indiscutible, y se convirtió -en muchas ocasiones-, en un acto de responsabilidad, por lo que psicológicamente también surgen mucho más las preguntas: ‘¿Estaré preparada?’, ‘¿Será el momento indicado?'».
El profesional agrega que «este cambio en la manera de ver la familia y la pareja también afectan las decisiones sobre los plazos de a maternidad».
Y añade: «La pareja dejó de ser una obligación para ser una elección, por lo que se prioriza más el satisfacer necesidades emocionales y psicológicas, que el seguir un protocolo social, los hijos dejan de estar en el centro de la familia. Se busca más bien una vida de pareja donde no se pierda la magia, el enamoramiento, lo cual es independiente de los hijos. Atrás quedó la creencia de ingresar y de mantener un matrimonio por los hijos».
«A todos estos cambios, se suman los avances de la ciencia, que permiten posponer la maternidad a partir de la criopreservación. De todas formas, criopreservar es una decisión compleja que también produce efectos emocionales que es necesario poder ver con anticipación», puntualiza.
La Dra. Andrea N. Coscia, M.N. 114.442, médica ginecóloga especialista en reproducción asistida, Coordinadora del programa de preservación de fertilidad de CEGYR y Directora de la Beca de perfeccionamiento en medicina reproductiva de CEGYR, revela que fue en el año 1997 cuando nació en Argentina el primer bebé por técnicas de fertilización a partir de un óvulo congelado.
«Mucho ha evolucionado la técnica desde entonces hasta hoy», añade. Y explica que «en un principio (desde 1980), la técnica utilizada para el congelamiento de células y tejidos era el ‘congelamiento lento’, una técnica que utiliza bajas concentraciones de crioprotectores que se introducen lentamente dentro de la célula para reemplazar el agua y evitar que el congelamiento dañe la estructura celular interna».
El congelamiento lento es una técnica laboriosa que lleva mucho tiempo de trabajo en el laboratorio. «Sin embargo, a pesar del esfuerzo que implica, no consiguió obtener resultados óptimos, dado que los óvulos no siempre lograban sobrevivir al proceso de descongelación y no se alcanzaban las tasas de embarazo deseadas», explica Coscia.
Según indica la especialista, fue en el año 2010 cuando se comenzó a realizar una técnica de congelamiento ultrarrápido llamada vitrificación de ovocitos.
«Esta técnica, que se realiza en pocos minutos, requiere de un gran entrenamiento de los embriólogos y utiliza altas concentraciones de crioprotectores que protegen a la célula hasta que queda guardada a -196 grados centígrados en nitrógeno líquido«, explica.
Y agrega que la «vitrificación revolucionó el mundo de la reproducción asistida, dado que permitió mejorar el rendimiento de la técnica, contando con excelentes tasas de supervivencia de los óvulos, logrando optimizar las tasas de embarazo, siendo similares a las que se obtienen con los óvulos en fresco. La vitrificación de ovocitos hoy en día tiene múltiples aplicaciones, como son: bancos de óvulos donados, preservación de la fertilidad en pacientes oncológicas y planificación de maternidad en pacientes que desean posponer la búsqueda de un embarazo».
«Se ha visto un incremento constante en la demanda de la técnica de vitrificación de ovocitos a lo largo de los años», reflexiona Coscia.
«Se calcula que hacia el final de la pandemia del COVID-19, el número de tratamientos de vitrificación de óvulos para diferir la maternidad tuvo un aumento del 100% en clínicas de CABA. Existe un interés creciente en la población de mujeres jóvenes por conocer más sobre la técnica, qué implica, qué costos y riesgos tiene, y qué capacidad de lograr un embarazo a futuro puede ofrecerles un ciclo de congelamiento de óvulos», agrega.
Sin embargo, la médica indica que todavía existe mucho desconocimiento sobre esta técnica. «Muchas pacientes se enteran por experiencias publicadas en redes sociales o de amigas y no tanto por el equipo de salud o por sus médicos de cabecera. En este sentido tenemos que mejorar la calidad de la información que llega a nuestras pacientes para que puedan decidir a tiempo y con tranquilidad sobre la planificación de la maternidad a futuro», explica.
Y agrega que la edad es clave en el éxito de la técnica de congelamiento de óvulos tanto en cantidad como en calidad de estos.
Coincide el Dr. Juan Ignacio Pérez Fleming (MN: 137.061 / MP: 339905), médico especialista en medicina reproductiva de DIM Centros de Salud, quien afirma que el uso de esta técnica se ha incrementado mucho en los últimos años, «ya que por diversos motivos la mujer actual tiende a posponer la maternidad», dice.
«Y como el factor más importante en la reproducción humana es la edad de los óvulos, al poder congelarlos con esta técnica se logra que los óvulos no pierdan calidad, y de esta manera preservar la fertilidad. Esta técnica está especialmente indicada para la mujer que desea posponer la maternidad y como digo yo es un excelente backup», explica.
El mejor momento para que una mujer conserve sus óvulos es entre los 25 y 35 años, que es cuando los ovocitos cuentan con la mejor calidad y ofrecen las mayores tasas de embarazo a futuro. «Después de los 35 años también se sugiere avanzar con el tratamiento asesorando a la paciente acerca de las futuras tasas de éxito», explica Coscia.
El Dr Pérez Fleming en tanto, agrega que «evaluando cada caso particular, puede ser una buena opción congelar entre los 35 y 38 años«.
En ese sentido, la Dra Coscia revela que existe un sistema de software que a través de Inteligencia Artificial, que permite calcular predicciones de éxito personalizadas. «El software, que ya está en uso en nuestro país, ha analizado más de 100.000 imágenes de óvulos y sus resultados para aprender patrones que ayudan a predecir si cada óvulo se convertirá en un embrión saludable (blastocisto). La IA puede detectar detalles dentro de las imágenes que no son visibles para el ojo humano, por lo que esta tecnología puede predecir los resultados con mayor precisión que los embriólogos», explicó la médica.
El proceso generalmente consta de los siguientes pasos:
«Esta evaluación inicial para nosotros es fundamental ya que nos permite evaluar la reserva ovárica de cada paciente (cantidad de óvulos) y en base a eso poder elegir plan de estimulación. Y poder ofrecer un tratamiento individualizado y seguro», agrega.
«A veces dependiendo de la reserva ovárica de cada paciente, cuando esta es baja, puede ser necesaria más de una estimulación», añade el médico.
Por su parte el Dr. Agustín Pasqualini (MN 102009), director Médico de Halitus Instituto Médico, explica que a cada mujer que desea criopreservar óvulos, en un análisis de sangre «se evaluará el nivel de las hormonas específicas de la fertilidad«. Esto es:
«Tanto la FSH, la LH como el estradiol tienen que ser evaluados para medir la reserva ovárica dentro de los primeros 4 días, a más tardar día 5 del ciclo, dado que sus niveles varían en el transcurso del mismo», agrega.
Pasqualini informa además, que estos estudios «están cubiertos por las prepagas u obras sociales». Y añade que «una vez evaluado el caso y determinado que califica para avanzar con el ciclo del tratamiento se decide cuándo hacerlo».
«El médico determinará el esquema y la dosis de medicación a utilizar para la estimulación ovárica de acuerdo a la edad, los niveles hormonales y la cantidad de microfoliculos presentes en los ovarios», explica.
El especialista explica que «la estimulación ovárica dura aproximadamente 10 días controlándose el desarrollo de los folículos por medio de ecografías. La aspiración de los folículos se realiza en general el día 12 o 13 del ciclo, en quirófano, con sedación, punzando cada uno de los folículos con control ecográfico. Es un procedimiento ambulatorio, retirándose la paciente al rato, para permanecer tranquila ese día, pudiendo retomar su actividad, en general, al día siguiente».
Y agrega: «El biólogo en el laboratorio, contiguo al quirófano, evalúa a los óvulos obtenidos y si califican, procede a su vitrificación».
Según la Dra. Coscia «el congelamiento de óvulos es una técnica de fundamental importancia para pacientes que, por problemas de salud, pueden ver comprometida su reserva ovárica. Este es el caso de pacientes con diagnóstico de cáncer y de otras patologías que pueden afectar la fertilidad, como la endometriosis, el lupus, entre otras enfermedades«.
Muchas veces, los tratamientos que se deben utilizar pueden dañar la cantidad de óvulos, con el riesgo de tener una menopausia prematura. «Los óvulos son células limitadas: nacemos con una determinada cantidad y este número va disminuyendo a lo largo de la vida, hasta que, al llegar a la menopausia, ya no contamos con más», agrega.
«Frente a la necesidad de recibir un tratamiento agresivo como radioterapia, quimioterapia o cirugías sobre el ovario, la cantidad puede disminuir drásticamente, generando infertilidad a futuro. Ante esta situación se debe derivar rápidamente a la paciente que tiene deseo de maternidad antes de comenzar estos tratamientos, para que pueda realizar un ciclo de congelamiento de óvulos y de esta manera resguardar su potencial reproductivo», explica.
Según Coscia, el destino de los ovocitos congelados, cuando una paciente ha completado su deseo de maternidad o ha decidido no utilizarlos, «puede ser el descarte, dado que con los óvulos no existen problemas éticos como sí los tienen los embriones congelados«.
La médica especialista agrega que las pacientes también pueden tomar la decisión de donar para la investigación los óvulos vitrificados u ovocitos que ya no deseen usar.
Pasqualini revela que los óvulos criopreservados lo están a -196 °C, una temperatura en la cual la actividad molecular está prácticamente detenida y pueden permanecer durante mucho tiempo.
«El récord mundial es de 14 años, logrado por nuestro Instituto (Halitus) y es un Guinness. Si los óvulos permanecieron criopreservados sin verse afectados por lo menos por 14 años, podemos extrapolar que podrían mantenerse sin verse afectados por muchos años más», informa el médico.
Para poder realizar estudios que permitan descartar enfermedades congénitas es necesario que el ovocito sea fecundado y se desarrolle un embrión, según informa la Dra Coscia.
«Cuando un óvulo se descongela y se utiliza en un tratamiento de fertilidad, ya sea con semen de la pareja o de un donante, una vez fecundado, se cultiva en estufas de laboratorio y se controla que el desarrollo embrionario avance hasta el estadio de día 5, conocido como blastocisto«, explica.
«Una vez obtenidos los blastocistos, estos pueden someterse a análisis genético (test genético preimplantantorio para aneuploidías PGT-A). El estudio genético embrionario permite determinar la euploidía, es decir, si el embrión es genéticamente normal y compatible con un embarazo y un recién nacido sano«, continúa.
Y explica: «Esto descarta las principales anomalías genéticas que pueden afectar los resultados de los tratamientos de reproducción asistida, disminuye el riesgo de abortos y las enfermedades genéticas en los recién nacidos, como el síndrome de Down, entre otras. Además, los estudios genéticos embrionarios pueden ser útiles para identificar mutaciones genéticas presentes en los padres o progenitores que no desean transmitir a su descendencia».
«Uno de los temas psicológicos más difíciles de enfrentar es el de separar a ese embrión criopreservado de la idea de ‘hijo’ aún cuando intelectual y racionalmente se tenga la información adecuada y hayan observado imágenes de estas células, muchas veces las emociones pueden jugar un mal papel», explica el Dr Calvo.
«La idea de posponer la concepción puede traer, además, una mezcla de emociones, desde el alivio por tener y una opción, hasta la preocupación por el tiempo y las posibles complicaciones futuras», añade.
«La decisión de criopreservar es un proceso único para cada mujer y está influenciado por muchos factores psicológicos y emocionales. Algunas mujeres pueden sentirse empoderadas al tomar el control de su fertilidad y aliviar la presión de tener que tomar decisiones precipitadas sobre la maternidad», continúa.
Pero, para otras mujeres, la decisión de criopreservar óvulos puede estar acompañada de sentimientos de ansiedad, incertidumbre e incluso culpa, explica el psicólogo. «Pueden surgir preguntas sobre si están tomando la decisión correcta, si serán capaces de concebir más adelante o si estarán emocionalmente preparadas para la maternidad en el momento en que decidan utilizar los óvulos criopreservados».
Es importante reconocer y abordar estas preocupaciones emocionales durante todo el proceso de criopreservación. Los profesionales de la salud mental pueden desempeñar un papel fundamental al ofrecer apoyo emocional, educación y estrategias de afrontamiento para ayudar a las mujeres a vivir esta experiencia.
Tomar la decisión de criopreservar óvulos no es trámite sencillo, ni tiene por qué serlo. Según la licenciada Vattimo, «no se trata de un simple trámite o inversión de reserva para consumir en años venideros. En la mayoría de los casos, se depositan allí ilusiones, cuestionamiento a proyectos de vida, prejuicios y muchos miedos y dudas«.
«Por ello, uno de los primeros aspectos a considerar son las motivaciones o razones por las cuales la mujer decida preservar sus óvulos. ¿Cuáles son los principales condicionantes de la decisión? ¿Esa decisión es personal, está apalancada en un acuerdo de pareja o se encuentra determinada por otras opiniones?», se pregunta la profesional consultada.
«Muchas veces, los mandatos sociales, las recomendaciones, las opiniones profesionales o los casos mediáticos ponen la decisión en agenda, empastando la propia visualización del deseo de congelar, con todas sus implicancias. Ante todo, resulta prioritario hacer valer a la mujer el poder de su decisión,en relación a su propio cuerpo», añade.
Por otra parte, se torna importante develar las ansiedades y preocupaciones subyacentes al proceso de criopreservaciónen sí mismo.
«Las respuestas no son iguales en todos los cuerpos y pueden darse diferencias en los resultados de una mujer a otra, provocando decepción o frustración al no obtener las respuestas imaginadas o conocidas del entorno. Obtener información de buena fuente respecto del procedimiento, sus alcances, plazos y posibilidades de embarazo futuras resulta de gran valor en estos casos», explica.
«Desde el impacto emocional, si bien la decisión de criopreservar óvulos puede provocar sentimientos de alivio al tomar medidas en pos de preservar la fertilidad cuando el reloj biológico apremia, también puede desencadenar estrés, angustia o preocupación en relación a su futuro reproductivo, gestacional y perinatal. Muchas mujeres acusan que lejos de olvidarse del tema y poner en stand by la decisión de maternidad, se les dio un efecto contrario de sobre-rumiación y alerta», continúa.
Y concluye: «El apoyo del entorno, en estos casos, resulta fundamental, ya que en muchas ocasiones se vive el proceso con bastante soledad. Poder identificar los miedos, fantasías y áreas de desconocimiento y hacerlas circular, ayuda a compartir la carga emocional y obtener ayuda, tanto profesional, como afectiva, entendiendo que la presencia de red siempre es un mejor pronóstico para cualquier intervención médica o proceso vital».
El Dr. Pasqualini comparte reflexiones a modo de cierre: