Los días de descanso durante el verano, con menos estrés y sin rutina establecidas se presentan como una excelente oportunidad para encarar un nuevo intento y lograr el gran deseo de la concepción. La decisión de embarcarse en tratamientos de fertilización in vitro (FIV) es un paso significativo, y elegir el momento adecuado puede marcar la diferencia. Algunas parejas comienzan a percibir un descenso de la actividad laboral durante el mes de enero y con ello, los niveles de estrés conexos. En este sentido, el verano es la estación ideal y además ofrece ventajas para dedicarse “de lleno” al gran deseo de concebir.
El verano trae consigo días más largos y una luminosidad revitalizante. La exposición a la luz solar está vinculada directamente con la regulación del estado de ánimo y la producción de serotonina, neurotransmisor clave asociado con la sensación de bienestar. Iniciar tratamientos de FIV durante esta temporada puede potenciar el bienestar emocional, proporcionando a las parejas un estado de ánimo más positivo y resiliente para enfrentar los desafíos del proceso.
La salud física de la pareja que se enfrenta a un tratamiento de fertilidad es tan importante como la psicológica y emocional. Múltiples estudios han demostrado que las medicinas complementarias y el enfoque holístico son el perfecto agregado a la medicina tradicional. Técnicas especiales que apuntan optimizar los resultados de manera tal de poder mejorar la función reproductiva y crear un mejor estado mental y de salud en general.
La vitamina D, conocida como la «vitamina del sol», tiene un papel crucial en la salud reproductiva. Numerosos estudios han sugerido que niveles adecuados de vitamina D están asociados con una mayor tasa de éxito en tratamientos de fertilidad, por lo que el verano ofrece una oportunidad única para aumentar los niveles de esta vitamina a través de la exposición solar, lo que podría favorecer un entorno más propicio para la concepción. Además, hay investigaciones que sugieren que los tratamientos realizados en verano podrían tener una incidencia ligeramente mayor de implantación, embarazo clínico y nacimientos vivos.
Las temperaturas cálidas y la sensación general asociada con el verano pueden contribuir a la reducción del estrés. La relajación es un componente esencial para el éxito de cualquier tratamiento de fertilidad, y el verano proporciona un entorno naturalmente menos estresante. Las parejas que inician FIV durante esta época pueden beneficiarse de un estado mental más calmo y enfocado. Algunos entran en días de vacaciones y ese cambio en el ritmo de lo cotidiano comporta una baja de los niveles generales de nerviosismo, tensiones y agobios convirtiéndolo en un buen momento para que las parejas se concentren plenamente en el tratamiento.
De manera natural el verano fomenta un estilo de vida más saludable. Las opciones de alimentos frescos y la posibilidad de realizar actividades al aire libre facilitan la adopción de hábitos saludables. Bien se sabe que la nutrición adecuada y la actividad física son factores cruciales para la salud reproductiva, y el verano brinda esa oportunidad para la implementación de estos cambios beneficiosos.
Sin lugar a dudas, elegir el verano como el momento para iniciar tratamientos de fertilización in vitro puede traducirse en ventajas significativas. Desde la renovación, bienestar emocional y la disponibilidad de vitamina D hasta la reducción del estrés y la flexibilidad en la agenda, cada aspecto contribuye a crear un ambiente favorable para la concepción y optimizar la esperanza de dar la bienvenida a nuevas vidas.