Es el primer aviso que aparece en el grupo de Facebook Gestación Subrogada en la Argentina. «Es una práctica que no está regulada ni prohibida en el país«. Esto se traduce en: «Acá se puede».
Es que existe un vacío legal, que se conoce ahora como “gestación solidaria”, entre familiares o amigos, para no vulnerar ninguna ley si no hay lucro. Pero también están las mujeres gestantes a las que se las conoce sólo y para llevar adelante el embarazo. No se puede dejar registro de que hay un arreglo económico con ellas. Que sí es ilegal.
Eso resume lo que pasa en Argentina con la subrogación de vientres, el proceso por el que una mujer gesta para otra persona.
El tema rejuveneció porque la actriz española Ana Obregón recurrió a «un vientre de alquiler», como le dicen en España, en Estados Unidos, para lograr lo que logró: ser madre a los 68 años.
Acá todavía no entró tanto en escena el debate sobre si se vulneran o no «los derechos de quienes gestan nueve meses con la vocación de entregar al bebé en el mismo parto», como publicó El País, en claro rechazo un método que también es ilegal allá.
¿Por qué en Argentina igual se puede? Y algo más: ¿Hay un límite biológico o bioético que le pone freno a la edad de las mujeres para que utilicen la fertilidad asistida en sus propios vientres?
Comparémonos en este párrafo con la Ucrania pre-invasión rusa. Allá está el recurso de los “padres intencionales”, que es acudir a mujeres gestantes que residen en países donde la subrogación sí está legalizada.
En Ucrania la gestación subrogada para extranjeros entró en vigor bajo el Código de Familia de 2004 y era uno de los países más baratos para hacerlo. Unos 60.000 dólares. En Estados Unidos el costo oscila entre los 150.000 y los 250.000 dólares, según si se cuente o no con embriones creados.
Mirko, el hijo de Marley, Matilda, la hija de Luciana Salazar, Dionisio, el hijo de Flavio Mendoza y Topa, con su hija Mitai, son las subrogaciones nivel celebrity en EE.UU.. Pero se puede hacer lo mismo versión nacional.
Desde el Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires Patricia Gómez había explicado el año pasado, tras el crecimiento de las consultas para subrogar acá por el cierre de la posibilidad de hacer en Ucrania por la guerra, que «alquiler» podía ser un concepto correcto.
Porque separa, dijo, la gestación del deseo maternal y respeta el cambio de 2015 en el Código Civil y Penal de la Nación, que desvinculó la biologización de la maternidad y la paternidad y optó por el de «voluntad procreacional».
Eso permite, por ejemplo, a parejas del mismo sexo ser madres cuando una sola gesta, o poder anotar a un bebé con tres padres.
Florencia Daud, abogada especialista en Reproducción Médicamente Asistida y fundadora de la Fundación BioJur, insiste en «subrogación» y que se agregue el término «solidaria».
En la gestación solidaria se puede utilizar la fecundación in vitro, con los óvulos y el esperma de los “padres intencionales”, que previamente los hayan congelado en la Argentina o que viajen donde esté la gestante.
También óvulos y esperma del banco de donantes; a través de la donación de esperma con inseminación artificial, ya sea del padre intencional o del banco; y con fecundación in vitro de esperma donado y los óvulos de la “madre intencional”.
La gestante no tiene que ser sí o sí una familiar o amiga. Puede ser, como sucedió y se hizo público en una nota de Telefé, la empleada de la casa. Pero en las clínicas de fertilidad también sugieren mujeres «que ya gestaron para otras familias«. Lo ilegal es el vínculo comercial. Tampoco puede haber una agencia a la que recurrir para hacerlo. Y están los grupos de Facebook, otro recurso de búsqueda.
Existió el proyecto de modificación del Código Civil en el art. 562, para introducir la maternidad subrogada. Que ”los nacidos por técnicas de reproducción asistida son hijos de quien dio a luz y del hombre o mujer que prestó su consentimiento”. Pero se argumentaron cuestiones éticas y jurídicas que dejaron el debate para el futuro.
Ante la falta de regulación, la estrategia más recurrente es ir a la Justicia para conseguir una autorización previa para que tras el parto figuren en el Registro de las Personas y en las partidas de nacimiento los padres y madres del bebé que nace de esta forma.
Pero si ya en sí es fácil subrogar en Argentina, es más sencillo si se hace en la Ciudad. «Los médicos acá les dicen a las gestantes que por favor paran en CABA», dice a Clarín Marisa Herrera, abogada experta en derecho reproductivo y de familia. Esto no es nuevo.
La Cámara Contencioso Administrativo de la Ciudad dio lugar a un cautelar y desde el 2017 ordena inscribir ‘preventivamente’ como hijos/as de los que prestaron la voluntad procreacional, siempre y cuando la mujer que gesta haya consentido no tener voluntad procreacional.
El Registro Civil porteño sacó tres disposiciones, la última de 2020, en donde incluso supera los límites de esa cautelar e inscribe sin pasar por la Justicia a niños/as nacidos por subrogaciones realizadas en el país o en el extranjero.
Lo nuevo: «Están anotando bebés así sin control, cuando la regulación debería pasar por el Congreso. El no control de la gestación por sustitución es peligrosísimo. Un negocio. Ahora están iniciando acciones para lograr lo de CABA en cada provincia. Lo acaban de presentar en Chaco», apunta Herrera.
En el otro extremo, Florencia Inciarte, coordinadora del programa de Subrogación de vientre de Halitus, celebra esa facilidad porteña y explica a este diario exactamente cuáles son los permisos.
«Si están todos los papeles bien firmados no hay problema en anotar a los bebitos con el nombre de sus padres procreacionales. Nosotros les hacemos firmar consentimientos previos, libres e informados (de que se entiende todo y que no hay explotación), por escribano público, y no hay inconveniente para anotarlos», dice.
En 2019 se hablaba de unos 100 casos en el país. Hoy son muchos más.
«Ya 100 casos hicimos nosotros solos», dice a Clarín Sergio Pasqualini, el reconocido especialista en fertilidad y director Científico de Halitus.
Con el tema de la actriz española que fue madre a los 68 años gracias a un vientre ajeno, surge una pregunta curiosa dentro de un tema tan discutido ya como lo es la subrogación. Más allá de las cuestiones médicas, en caso de que fuesen óptimas, ¿Hay una edad límite para que en una clínica se le transfiera a una mujer un embrión?
«Cuando transferís a la misma mujer que va a llevar el embarazo, ahí sí nos fijamos en la edad. Pero lo evaluás en el contexto general. Si es muy grande y está sola, que no tiene ningún familiar, es una cosa. Siempre pensamos en el bienestar del bebé. Además, cuando tiene más edad, hay más riesgo para la mujer. A una de 70 le podés poner un embrión preparándola con hormonas, pero no lo vas a hacer porque es peligroso para ella», explica Pasqualini.
Esto cambia cuando una mujer de casi 70 elige la gestación por sustitución.
«Esta técnica extiende muchísimo la edad de las madres. No tiene riesgo esa mujer que va a ser madre. Pero ahí los médicos tienen que evaluar el contexto. Si tiene previsto cómo va a ser el futuro de ese hijo cuando ella no esté, que seguro la actriz española lo tiene previsto, está todo bien. O no tan mal. Las edades se van corriendo. Lo que antes impresionaba ahora no y a futuro va a impresionar menos», cierra el experto.
Inciarte, que se dedica especialmente a evaluar estos casos, dice que en la clínica tienen un límite de edad para quien quiere subrogar. «A veces lo corremos un poco», reconoce.
«Una pareja que tiene un hijo grande, que por una enfermedad perdió el útero, como ese bebé va a tener un hermano, y mirando el contexto favorable, podemos hacer el tratamiento. Inicialmente el límite era sumar 100 años entre los dos (las edades de la pareja). Ahora es 105«.
No se acercaron casos tan añosos a esa clínica de Marcelo T. de Alvear . Pero Inciarte ya tiene un discurso preparado por si pasa. «Tenés que pensar que si tenés un hijo a los 68, a los 70 vas a tener un bebé de dos años. A los 7 ese chiquito va a tener una mamá de 75. No es todo cumplir el deseo de ser padres. Hay que pensar en los chicos».