Fueron muchos años de tratamiento y 15 intentos sin resultados por lo que confiar en sus palabras nos resultó difícil. La varga se hace pesada cuando no se obtiene lo que se busca y el corazón se bloquea. Hoy a la distancia y con nuestro hijo en brazos podemos entender que cuando nos dijo «tengamos un hijo» mas que un deseo, fue un decreto que nos marcó el destino.
Perdón por tardar casi cuatro años en agradecer, pero el alma tarda un poco en sanar.
Mil gracias por darnos a nuestro Salvador y hacernos felices para siempre!
Bárbara y Darío