Un beso puede ser una expresión de amor, pasión, cariño o amistad. Puede ser un saludo, una despedida, un consuelo o una celebración. El beso es una forma de comunicación universal que se practica en todas las culturas y en todas las edades. Pero, ¿sabías que existe un día internacional dedicado exclusivamente al beso?
Para la Real Academia Española (RAE), el verbo besar representa «tocar u oprimir con un movimiento de labios a alguien o algo como expresión de amor, deseo o reverencia, o como saludo», en lo que se refiere a la acción que contempla un contacto.
Fue esta acepción carnal la que emprendieron un hombre y una mujer oriundos de Tailandia para generar un récord mundial, despertar la atención y ser fuente de inspiración para que se creara el Día Internacional del Beso, una celebración que tiene menos de una década.
Ekkachi y Laksana Tiranarat, un guardia de seguridad y su esposa, respectivamente, ganaron el concurso en 2013 con el beso más largo de la historia (se extendió por 58 horas, 35 minutos y 58 segundos) y entraron en el libro Guinness de los récords.
La competición se llevó a cabo en un centro comercial de Pattaya, Tailandia, y contó con la participación de nueve parejas que debían permanecer besándose sin interrupción durante horas.
Hay muchas teorías sobre cómo se originó el beso y por qué lo hacemos. Algunos científicos creen que besar es un comportamiento aprendido, ya que aproximadamente el 10% de los humanos no se besan y muchos menos besan con intención romántica o sexual. Otros creen que besar es instintivo y tiene sus raíces en la biología.
«El beso es tan antiguo como el mundo. Aparece en el Antiguo Testamento, como una manifestación explícita de amor y compromiso en diferentes partes del texto bíblico. Aún con sutiles diferencias culturales, el beso permite el contacto de una de las partes más sensibles del cuerpo, los labios, con la piel o los labios de otra persona, permitiendo que se perciban características del otro que no podrían conocerse sin este acercamiento tan estrecho», manifestó en diálogo con este medio Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga del Departamento de Gineco-Sexo-Estética de Halitus Instituto Médico.
La ciencia nos ha enseñado mucho sobre los besos. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Oxford sugiere que besar nos ayuda a evaluar a las parejas potenciales y, una vez en una relación, puede ser una forma de conseguir una pareja a largo plazo. También se ha descubierto que usamos 146 músculos e intercambiamos 80 millones de bacterias nuevas para besar.
Besar provoca una reacción química en el cerebro, que incluye un estallido de la hormona oxitocina. A menudo se la conoce como la «hormona del amor» porque despierta sentimientos de afecto y apego. Según un estudio publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, la oxitocina es particularmente importante para ayudar a los hombres a vincularse con una pareja y permanecer monógamos. Las mujeres experimentan una inundación de oxitocina durante el parto y la lactancia, lo que fortalece el vínculo madre-hijo.
Para Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, «el beso es un contacto intenso que no solo nos une al cuerpo del otro y nos ayuda a conectarnos con el placer, sino que estimula la secreción de oxitocina que ayuda al apego y libera endorfinas que dan sensación de bienestar». Esta y otras «hormonas felices» como la dopamina nos hacen sentir mareados y eufóricos. Cuanto más consigamos de estas hormonas, más las querrán nuestros cuerpos. Para algunos, esto puede ser más evidente al comienzo de una relación. Sin embargo, según un estudio, las parejas en relaciones a largo plazo que se besan con frecuencia informan una mayor satisfacción en la relación.