«Una noche me palpé un bulto en la mamá izquierda, era como una cánica, se la muestro a mi novio y él me sugiere ir al médico en ese momento. Yo la verdad dije esperar porque no pensé nunca en la posibilidad de un cáncer, no sabía que las mujeres jóvenes podían tener cáncer de mama».
«Saqué turno con un mastólogo que al palpar me dijo que no era nada, que me quede tranquila. Le insistí y me mandó a hacer una eco mamaria. Ahí el resultado arrojó que era 98% benigno y 2% probabilidad de malignidad. Ese porcentaje que arroja la ecografía se llama BI-RADS, investigué y supe que es una apreciación subjetiva del técnico de imágenes. Se lo mostré al médico y me dijo que me quedara tranquila, que en 6 meses hacíamos un nuevo control. Yo no quería, prefería descartar ese 2%, aunque sabía que la punción era invasiva. Le insistí bastante, y el 9 de agosto, a mis 28 años recibí el resultado de la biopsia que decía que tenía un carcinoma ductal infiltrante. El 28 de agosto me operaron: me hicieron una cuadrantectomía, donde sale que los ganglios eran negativos».
«Cuento esta parte de la historia porque nadie me aconsejó sobre la vitrificación de óvulos. Mi oncólogo era bastante reacio a contestar preguntas. Mi mamá había tenido cáncer a los 46 años (hoy tiene 67), y había quedado menopáusica. Pensé que todas quedaban menopáusicas luego de la quimio. Yo tenía por delante 16 sesiones. Entonces le pregunté al oncólogo y me dijo que cualquier cosa que quisiera hacer con mi fertilidad, tenía que hacerla antes del 2 de octubre que empezábamos el tratamiento (quedaban 25 días)».
«Llegué a Hailtus porque mi mamá, antes que yo naciera, había perdido un embarazo y se había atendido con el Dr. Pasqualini. Por suerte mi prepaga la tenían, y al llamar y explicar mi situación, me dieron turno rapidísimo con la Dra. Carlota Lucini, que es la coordinadora de Oncofertilidad del Instituto. Para mí fue un ángel en el camino que, además de explicarme un montón de cosas, ese mismo día me llevé la caja para empezar la estimulación. Fue un poco duro, me tenía que inyectar, me daban calores, yo estaba recién diagnosticada. Pero fue una apuesta a la vida, porque el diagnóstico te enfrenta con la muerte. Pensar en la vitrificación de óvulos fue pensar ‘voy a vivir y voy a poder ser madre algún día'».
«El procedimiento fueron 13/15 días de estimulación ovárica, sin tener en cuenta el momento del ciclo menstrual en el que estaba porque tenía poco tiempo. Si bien tenía que inyectarme en la panza, estaba hinchada, tenía calores, para mi fue tolerable el tratamiento. Día por medio tenía que ir a hacerme una ecografía transvaginal para ver cómo iban madurando los ovocitos. Yo no sabía qué cantidad iba creciendo, pero sabía que era importante que lográramos varios. El día de la extracción me enteré que me habían sacado 19 óvulos de los cuales 12 eran super buenos. Esto era muy exitoso, ahora tenía que encarar el tratamiento del cáncer».
«La operación de cáncer de mama fue rara porque era mi primera vez en un quirófano, con anestesia total y todo eso. Me entraron en silla de ruedas y eso me impactó, porque yo podía caminar perfectamente. Me dijeron que era por protocolo pero a mi siempre me hizo pensar en el lugar de “pasividad” que le otorga la medicina al paciente, y yo intento como paciente ser más activa».
«La operación fue corta porque me hicieron una cuadrantectomía, salí un par de horas después de alta. El posoperatorio la verdad fue tranqui, me curaba yo la herida, no estaba imposibilitada por los movimientos. A la quimioterapia le tenía miedo porque tenía el recuerdo de cuando mi mamá la atravesó, sintiéndose muy mal, sin comer por el gusto feo en la boca, vomitando. Pero no me pasó nada de eso. Tenía si las defensas muy bajas, por más que me daban medicación para levantarlas, incluso un par de veces suspendieron la quimio. Fui muy estricta en cuidarme con los alimentos, para no tener contaminación de ningún tipo, usaba barbijo, en 2018 cuando nadie lo hacía».
«La caída del pelo fue difícil, por lo que genera la mirada del otro, no de mi familia sino salir a la calle y que la gente te miré con lástima. Compré una peluca que nunca usé. Mis alumnos y amigas se cortaron el pelo y me hice otra peluca que la usé solo para la entrega de diplomas de ellos. Sentía que era como mentirme a mí misma, prefería usar pañuelos».
«Después llegaron los rayos, fueron 33 sesiones, también con suspensión de tratamiento en varias oportunidades, generé una mastitis y tenía que descansar para darle un poco de respiro a la piel. Entonces algo que tenía que durar un mes, duró como dos meses y medio. Si bien estaba cansada, también fue un buen tratamiento. Esto es algo que quiero insistir, no es como en las películas que los enfermos de cáncer están tirados en la cama y no pueden hacer nada«.
«Cada cuerpo responde al tratamiento de diferentes maneras, también tiene que ver el estadío del cáncer, cada situación es distinta. Lo que no hay es que hacer es predisponerse mal, sino ir viendo cómo le pega a cada uno. Claro que hay gente que se siente terriblemente mal, pero otros no por suerte. Esto no significa que transitar estos tratamientos es una pavada o una fiesta, sino que no hay que adelantarse y solo ver cómo se transita».
«La recuperación fue de a poco, tardás en ‘sacar la pausa’. Cuando te dan el diagnóstico no entendés, pensas que al toque volves a tu vida. Mi pausa fue de al menos un año. Uno se aparta, se encierra, quiere evitar contagiarse por las defensas bajas. Estás vulnerable. Volví al colegio pero estaba cansada, aunque muy contenta. Son sentimientos encontrados. Escuchando al cuerpo, antes trabajaba tres turnos pero cambié, a la mañana me sumé a un cargo en biblioteca y no en aula».
«En relación a la búsqueda del embarazo, la oncóloga me había pedido que esperara dos años para buscar. Cuando volví, me sugirió que esperara uno más. Así que a los tres años volví, me mandó los estudios de control que dieron todos bien. Fui a la ginecóloga, que también me hizo estudios, y ahí me dejaron avanzar. Lo primero que pensé fue en ir a Halitus a buscar mis óvulos, pero la médica me dijo que buscara primero natural por 6 meses, que era joven«.
«Yo no tenía esperanzas porque la Dra. Carlota Lucini me había sugerido una medicación durante los seis meses de quimioterapia que preservaba mis ovarios. El oncólogo, muy poco empático, no me dejó. Después me enteré que a todo el mundo se lo daba y yo fui la única que no lo tomé. Entonces tenía pocas esperanzas».
«La consulta con la ginecóloga fue en enero, el 6 de marzo mi test de embarazo dio positivo. Fue rapidísimo, al mes. Actualmente estoy casi de 37 semanas, la fecha probable de parto es el 5 de noviembre, pero es posible que vaya a cesárea porque Elena está sentada, estoy convencida de que por algo eligió esa posición y tendrá que nacer así. No me molesta que sea por cesárea, quiero que esté bien. Me da tranquilidad saber que tengo los óvulos criopreservados, por si en el futuro quiero que Elena tenga un hermanito o hermanita«.
«El embarazo es una locura. No me sentí mal por suerte, pero sí acostumbrándome al cambio del cuerpo. Soy muy quejosa, pero después pienso, estuve cerca de la muerte y hoy tengo una vida dentro. Me parece re loco, no sé si es un milagro, desconozco. Pero es emocionalmente muy loco. En 2018 pensé que me moría de verdad, y hoy estoy trayendo una vida al mundo con un embarazo sin complicaciones«.
«Tuve controles mamarios cada trimestre, porque soy obsesiva y sé que se puede desarrollar cáncer de mama en un embarazo. Dieron todas bien. Ya sé que no se puede controlar todo, pero sí quiero hacer lo que esté a mi alcance. Fue un embarazo esperado por toda la gente que nos quiere, creo que ellos también vieron muy cerca a la muerte».
«Para mi fue difícil contarlo en @wikicancerarg que es mi IG, porque mientras estaba transitando el cáncer, me costaba mucho ver que otras personas se embarazaban. Yo pensaba: ‘estoy enferma con 28 años, en el mejor momento de mi vida y estoy así’. No era envidia, sino pensar por qué a mi me pasa esto y el resto sigue con su vida. Lo traté mucho tiempo en terapia, por qué hay gente que está pudiendo tener hijos, tener una vida normal».
«Entonces me daba mucha cosa contarlo en mi comunidad, que me seguía, que se preocupaba por mi. Lo conté en un reel a las 21 semanas de embarazo. Sentía que la gente podía sentir eso que yo sentía, como que era injusto.
la gente respondió super bien, me llegaron regalos de todas partes, mensajes hermosos».
«Para terminar, me gustaría decir que el crecimiento de @wikicancerarg implica que todavía falta que los médicos escuchen a los pacientes, que den respuestas en los consultorios y sean más empáticos. La gente cae en una red social, que por suerte entiendo que la llevo con mucha responsabilidad y compromiso, pero estoy ocupando un lugar que tendría que ser ocupado por los médicos. Las cosas que me cuentan por privado, es difícil».
«Entiendo que el sistema de salud está devastado y colapsado, pero 10 minutos no alcanza para los pacientes con cáncer, para sacarnos las dudas, para preguntar todo lo que necesitamos. Que nos digan qué cosas tenemos que saber, cuál es el tratamiento, por qué ese y no otro. No sé cual es la solución, entiendo que es multicausal».
«Mientras tanto yo sostengo @wikicancerarg con la responsabilidad que implica. Ojalá que en algún momento pueda cambiar este panorama. Una vez me preguntaron cómo veía a los pacientes en 20 años, y yo los veo igual, siempre comprometidos con su curación. La pregunta es cómo ver a los médicos, que haya más empatía».
«Insisto que es un tema super complejo, sé que no voy a cambiar el mundo. Pero no quiero dejar de alzar mi voz, insistir para que haya más investigación, para que los tratamientos de cáncer sean menos invasivos, para que se encuentre cura para el cáncer metastásico, para que podamos transitarlo más acompañados por el sistema de salud, más contenidos y con menos barreras en el acceso en todo sentido».
Fotos: Gentileza Agustina Clemente.