Con la reapertura de fronteras, Argentina volvió a ser un destino de turismo medicinal. Y no en cirugías estéticas. El foco turístico actual es la salud visual y la fertilización asistida. A diferencia de otros años, donde primaba la calidad local y también el alto costo de las intervenciones en otros países, ahora el principal «gancho» es el tipo de cambio favorable. Los precios son en pesos, aún en industrias tan dolarizadas como la de la fertilidad y la oftalmológica.
«Año a año se venía incrementando la llegada de pacientes, la mayoría, de países limítrofes, pero también de Europa (más argentinos que viven allá) y Estados Unidos. En la pandemia bajó a cero y se reactivó recientemente, hasta con quienes quieren venir a operarse desde Uruguay», dice a Clarín Germán Bianchi, jefe de Trasplante de Córnea de la Clínica Nano.
«Además del tipo de cambio, que es muy atrayente, acá hay atributos diferenciales: la calidad de los profesionales de la medicina, la tecnología y los atractivos turísticos», explican desde la Cámara Argentina de Turismo Médico, que funciona desde 2011 y estuvo absolutamente frenada en su actividad desde marzo de 2020.
Antes de la pandemia, el Instituto Nacional de Promoción Turística (INPROTUR) ubicaba a nuestro país en el top five de los destinos turísticos médicos de América Latina.
En 2019, arribaban al país alrededor de mil turistas médicos por mes. Las estadías promedio eran cuatro o cinco veces mayores a las del turismo convencional, entre tres y seis semanas. Eso se traducía en un ingreso anual de 200 a 250 millones de dólares promedio.
Hasta antes de la pandemia, el origen de los pacientes que llegaban al país eran en su mayoría de América Latina (47%), seguidos por Estados Unidos y Canadá (24%) y Europa (22%). Hoy el número grueso llega de Bolivia, Paraguay y Uruguay.
La medicina «curativa», como se llama en la jerga para distinguirla del turismo «plástico», era la más solicitada (48%) a la hora de desembarcar en nuestras tierras en busca de servicios médicos. En segundo lugar, las estéticas (34%) y la preventiva y bienestar (18%). Prácticas muy populares para extranjeros estaban ligadas a la traumatología, lo cardiológico, y, en la estética, la liposucción. Por el momento, la oftalmología es de las que más está repuntando.
La cámara de turismo médico recibe desde consultas para la evaluación de cirugías de córnea, cristalino y retinas de pacientes que ya vienen con una patología diagnosticada en sus países, hasta para controles iniciales menos complejos, como operarse de cataratas.
Bianchi detalla que «uno viene a hacerse un control y otro familiar aprovecha y se hace algún procedimiento. Se organiza (NdR: una suerte de ‘combo’, algo que ofrecen la clínicas). Lo más común que vienen a operarse son las cataratas. Después, el desprendimiento de retina, tratamientos para el queratocono», una afección que se produce cuando la córnea se hace más fina y gradualmente sobresale en forma de cono. El experto también habla de una oleada extranjera de cirugías de estrabismo y de tratamientos para el ojo seco.
¿Cuánto más barato es operarse los ojos acá que en cualquier país limítrofe? En oftalmología los valores son muy variados, porque dependen, por ejemplo, del tipo de lente que se coloque. Pero la clave es otra. «Los valores siempre son más accesibles porque se cobran en pesos, al valor del dólar oficial, que es al valor de los insumos que compramos en dólares», explica. Una operación de cataratas, según la lente, va de los $ 100.000 a los $ 150.000, 1.000 a 1.500 dólares oficiales.
¿Qué pasa con la fertilización? Martín Attie es director médico de In Vitro Buenos Aires y cuenta que el crecimiento de las consultas de pacientes mujeres o parejas de países limítrofes aumentó un 25% en las últimas semanas.
«En general, antes del coronavirus, todos los fines de año se reciben muchas más consultas que viven en el exterior, vienen a pasar las Fiestas con las familias acá y quieren hacer algún tratamiento. Más allá de eso, que no sería turismo médico sino de ex residentes en Argentina que entienden que acá es muchísimo más barato, también hay muchas más consultas ahora de Brasil, Uruguay, Chile y, sobre todo, Paraguay. Porque el tipo de cambio es mucho más conveniente», dice. Por los mismos tratamiento en países limítrofes se paga entre un 100% y un 150% más.
El experto en fertilidad hace las cuentas. «En Chile un tratamiento in vitro está entre 5.000 y 6.000 dólares. El doble que acá, que en promedio está 2.500 dólares». Distinto es el caso de Brasil, donde la diferencia en dólares no es tanta, pero es un país que ofrece menos tratamientos que Argentina.
«La ovodonación allá no está permitida. Entonces eligen venir a hacerlo acá o contactarse con las clínicas que tienen convenio y llevarse los óvulos a Brasil«, detalla. Congelar óvulos en nuestro país cuesta unos 2.000 dólares, la ovodonación, 4.500. «En Brasil sale un 50% más, en Chile y en Paraguay, el doble. Todo en dólares», cierra.
Sobre este punto, Sergio Pasqualini, el reconocido especialista en fertilidad y director Científico de Halitus, dice que los tratamientos por lo que más consultan extranjeros son los «in vitro con óvulos donados», que se llevan a cabo a través de bancos de óvulos en el exterior, como el Ovogenbank de Ucrania. «Porque los tratamientos con las donantes locales, en ‘fresco’, tienen demora, a consecuencia de la pandemia. Si bien está mejorando, aún persiste. Hoy el traslado de óvulos, espermatozoides, embriones y pacientes de un país a otro es moneda corriente», detalla.
También llegan al país por la gestación por sustitución. «El tema costos y la posibilidad de llevarlo a cabo acá es la clave. No en todos los países se puede. Inclusive en algunos no aceptan realizarlo en parejas gay», aclara.
«El número de consultas de pacientes internacionales aumentó, pero todavía se ve restringido por la falta de vuelos y el cierre de algunas fronteras. A comparación con 2019, las consultas virtuales con pacientes de otros países aumentaron de manera exponencial. Debemos tener en cuenta que muchos de esos casos están por resolverse porque las pacientes aún no han podido viajar», dice a Clarín el experto en reproducción asistida Fernando Neuspiller.
Por otro lado, detalla el presidente de WeFIV, «muchos argentinos que viven en otros países siguen manteniendo su prepaga para poder realizar los tratamientos a través de su cobertura médica en Argentina y no tener que pagarlos en el exterior».
Este comentario fue uno de los que más preponderó en el Congreso de Cirugía Plástica de este fin de semana en Argentina: «¿Cuándo volverá el turismo estético?»
«Apenas llegan consultas de argentinas que viven en el exterior, tienen familia acá y vienen a pasar las Fiestas. Eso ya es un cambio, no pasaba en estos casi dos años de pandemia», dice a Clarín un referente de la estética en el país. «A todos los número 1 de la cirugía estética les pasa lo mismo, no vienen a operarse las extranjeras«, sigue.
¿Por qué no se reactivó con la reapertura de las fronteras? «El riesgo de tener una paciente que venga a operarse y, se contagie acá de covid sería un verdadero problema para ella y para la clínica», detalla la misma fuente.