“Te amo con todo mi corazón, hijo mío. Feliz día del niño. Sos lo más hermoso que me pasó en la vida y disfruto cada minuto juntos. Creces a pasos agigantados, pero siempre serás mi ‘niño’. Compañeros para siempre”, escribió en agosto Martín Liberman a su hijo Blas de doce años.
El periodista y su ex mujer Marcela Greco lucharon durante dos años para poder convertirse en padres y lo lograron e el 2009 luego de varios tratamientos y operaciones. Es por eso que Liberman se sintió identificado con Walter, uno de los participantes que jugó por el millón en Los 8 escalones, que contó que si ganaba, destinaría el premio a solventar una fertilización in vitro para poder convertirse en papá con su mujer.
“A Walter le quiero decir que para mí tiene la causa más noble del programa”, dijo mirándolo a los ojos luego de que el concursante quedara a un escalón de la final y contó su vivencia: “Yo soy padre por haber tenido el dinero para afrontar las fertilizaciones in vitro, lo cual es una injusticia tan grande”.
De inmediato, el jurado del programa conducido por Guido Kaczka detalló: “He pasado por decenas de fertilizaciones in vitro así que comparto, entiendo, me emocioné y me parece injusto porque no hay causa mas noble que traer un hijo al mundo, y es lo mas grande que hay y es increíble que pueda ser padre el que tiene plata y no pueda serlo el que no tiene plata”.
Pero además, le extendió una mano. “Te acompaño y contá conmigo para lo que sea”, cerró antes de seguir con el programa.
Cuando comenzó la búsqueda del bebé con su esposa de ese entonces y madre de Blas, a Martín le habían diagnosticado azoospermia, falta de espermatozoides. A la vez que los médicos le recomendaban realizarse una intervención quirúrgica, le aclaraban que las posibilidades de que pudiera tener un hijo eran mínimas hasta que uno le dio un número, 10 por ciento. “Con eso ya me alcanzaba así que me operé”, contó alguna vez.
El paso siguiente fue congelar las muestras para poder realizar una fertilización, pero cuando todo parecía encaminarse, un nuevo golpe sacudió a la pareja. A Marcela le dijeron que era “baja respondedora”, es decir que tenía pocos óvulos y de baja calidad.
Entonces empezaron una nueva etapa: inyecciones, pastillas, tratamientos, un diagnóstico de trombofilia y decepciones mes a mes, pero la pareja nunca bajó los brazos hasta que Marcela Tinayre les recomendó al doctor Sergio Pasqualini. “Saben cuántas bajas respondedoras logré que quedaran embarazadas”, los alentó el profesional.
Luego de seis inseminaciones, en la séptima, se logró el buscado embarazo. Sobre el momento que se enteraron que Blas llegaría, contó alguna vez Liberman a Pronto: “Ella estaba con mucha bronca y quería dejar de intentarlo, yo le pedí uno más y que si no intentáramos con un óvulo donado. Me dijo: ‘Bueno, el último’. Y durante ese tratamiento hizo todo lo contrario a lo que le indicaron, no guardó reposo, hizo fuerza levantando cosas porque nos estábamos mudando de casa, pero no hay caso, cuando los milagros tienen que suceder, llegan. El 29 de septiembre del 2008 yo estaba reponiendo mi celular, porque me lo habían robado, y lo llamé de rutina al doctor Pasqualini para comentarle los valores en sangre que tenía el último estudio de Marcela. Mi mujer y yo creíamos que con esos valores no pasaba nada, pero el médico me anunció: ‘Está embarazadísima’. Se me nubló todo y me puse a llorar adelante de la chica que me estaba atendiendo. ‘Voy a ser papá’, le dije, y me tuve que ir porque no podía parar de llorar”.