Del SARS-CoV-2 se sabe que puede producir cuadros graves, y dejar secuelas de larga duración en el nivel neurológico, cognitivo, respiratorio y hasta cardíaco. Pero según un estudio de investigadores del Instituto de Biología y Medicina Experimental del Conicet, liderado por Fernanda Parborell, del Laboratorio de Estudios de Patofisiología Ovárica, a esta lista tal vez haya que agregarle otro trastorno hasta ahora insospechado: un impacto negativo en la fertilidad femenina.
Al analizar en el laboratorio ovarios y óvulos de 80 mujeres que se estaba sometiendo a tratamientos de fertilidad en cuatro centros de CABA (la mitad habían tenido y la mitad no habían tenido Covid), los científicos encontraron dos marcadores alterados: presencia de anticuerpos contra el virus en el líquido que rodea los óvulos (fluido folicular) y niveles bajos del factor de crecimiento del endotelio vascular (VEGF, según sus siglas en inglés), una proteína clave implicada en la formación del sistema circulatorio embrionario y la angiogénesis (crecimiento de vasos sanguíneos). El trabajo se publicó en Biochimica et Biophysica Acta – Molecular Basis of Disease. Lo que todavía no se puede determinar a partir de estas observaciones es cómo se traducen en la calidad y cantidad de ovocitos ni en la tasa de embarazos. En la Argentina, de acuerdo con los datos del Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino que analiza diariamente el físico Jorge Aliaga, de la Universidad Nacional de Hurlingham, 1.271.544 mujeres de entre 18 y 40 años tuvieron Covid y 1656 fallecieron.
“A nosotros nos interesaba ver este aspecto de la pandemia, pero como los subsidios que ofreció la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica el año pasado estaban mayormente orientados al desarrollo de vacunas y tests diagnósticos, no nos pareció apropiado presentarnos y sacarle el lugar a otro equipo que podía aportar más en la emergencia –cuenta Parborell–. Decidimos buscar financiación de compañías farmacéuticas. Nos presentamos a un llamado de la casa matriz de Ferring, en Suiza (una empresa especializada en anticonceptivos y hormonas para tratamientos de fertilidad asistida), en mayo empezamos a escribir el proyecto y un mes más tarde recibí una carta que nos anunciaba que nos daban el subsidio para estudiar cómo estaba el ovario tras la infección por el SARS-CoV-2”.
A partir de ahí, y en colaboración con cuatro clínicas de medicina reproductiva, obtuvieron el material de descarte de los tratamientos. En particular, trabajaron con el líquido que rodea los ovocitos, el “fluido folicular”, que contiene mucha información.
En ese líquido nutricio midieron ciertos parámetros. Con los tests desarrollados por la viróloga Andrea Gamarnik y su equipo, en los dos grupos (el de voluntarias sanas y el de las que habían tenido Covid) exploraron, primero, si había inmunoglobulinas contra el SARS-CoV-2 ( anticuerpos IgG).
“En contra de la opinión de muchos médicos, que nos vaticinaban que no íbamos a encontrar anticuerpos contra el SARS CoV 2 en el fluido folicular, porque uno los encuentra en la sangre y se supone que no deben pasar hacia el ovocito, dieron positivas el 94% de las pacientes –explica Parborell–. No sabemos si esto implicaba que lo estaban dañando”.
En segundo lugar, midieron los niveles del factor de crecimiento del endotelio vascular, una molécula vital para que que el ovario tenga una vascularización adecuada. “Si esto está alterado, el ovocito no va a crecer bien –destaca Parborell–. Y encontramos que estaba bajo en las pacientes recuperadas de Covid en comparación con las sanas”.
Aunque la observación es sugestiva, es difícil interpretar los resultados; por ahora es imposible asegurar si esas modificaciones se debían a la respuesta inmune, al virus en sí mismo o a otro factor que no se tuvo en cuenta.
Esto es lo que opina el especialista en fertilidad asistida Sergio Pasqualini, director científico del Centro Médico Halitus. “Es complicado sacar conclusiones solo de estas observaciones –afirma–, porque la Covid le ‘pega’ diferente a cada persona. Por ejemplo, hubo un trabajo en el que encontraron esperemogramas más ‘flojos’ (menor movilidad en espermatozoides) en un grupo de hombres que había tenido Covid grave, pero no se tenía el estudio previo de ninguno de ellos, con lo que no se podía comparar”. Sin embargo, se queda pensando y señala que “Los testículos y los ovarios son los órganos más sensibles del cuerpo. Cuando se hace una radioterapia, el pelo vuelve a crecer, pero muchas veces aquellos no se recuperan. El virus de las paperas puede arruinar los testículos. En los casos de Covid grave, a lo mejor el estado inflamatorio es más dañino que el virus”.
Sergio Papier, director médico de Cegyr, es más escéptico: “No es fácil interpretar estos resultados. Si bien fueron diferentes en ambos grupos, dado el número de pacientes, no se puede asegurar que [la infección] realmente afecta la calidad de esos óvulos porque no tenemos marcadores de calidad. Este estudio de alguna manera va contra lo que dan otras investigaciones que también tienen esas limitaciones, con lo cual, mucho no se sabe. Por sentido común, no creo que haya un efecto directo del SARS-CoV-2 sobre la calidad o cantidad de los óvulos, pero puede ser que la patologia de base (una neumonía, una gripe, un episodio febril), afecte transitoriamente, aunque no creo que genere una secuela definitiva”.
Según afirma Parborell, este mismo equipo acaba de publicar otro trabajo en el que vieron que cuanta mayor era la cantidad de IgG, de anticuerpos antiCovid, por una infección sistémica por SARS CoV 2 en estos líquidos foliculares, menos ovocitos se recuperaban en el momento de los tratamientos de fertilidad.
“Todavía es muy reciente para sacar conclusiones sobre la tasa de embarazo –aclara la científica–, pero lo que nos están diciendo los médicos es que están viendo que las pacientes que tuvieron Covid, y cuyos maridos generalmente también la padecieron, están teniendo más obstáculos para quedar embarazadas”.
El siguiente paso de este equipo será estudiar a mujeres que se encuentren a entre nueve meses y un año y medio del momento del contagio. “Esperamos ver resultados no significativos –bromea Parborell–. Que no haya diferencia entre los grupos. Queremos que nos dé todo negativo, porque eso querrá decir que estas alteraciones fueron solo transitorias”.