La menopausia es el fin de la menstruación y se confirma cuando la mujer no tiene períodos durante 12 meses consecutivos. Es una etapa más en la vida, como la adolescencia, la infancia o la adultez y les ocurre a todas las mujeres. La edad promedio en la Argentina es de 52,7 años, aunque puede comenzar en edades más tempranas y si lo hace antes de los 40 se conoce como menopausia precoz.
Cada 18 de octubre se conmemora en todo el mundo el Día Mundial de la Menopausia, a partir de un acuerdo entre la Sociedad Internacional de la Menopausia (SIM) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), con el objetivo de ayudar a crear conciencia sobre la importancia de la evaluación de la salud de las mujeres y de la prevención de enfermedades durante este periodo de su vida.
“Hay distintos factores que contribuyen a definir cuál va a ser la edad en la que cada mujer transite esta etapa. Dentro de ellos está la genética pero también factores externos del medioambiente como el tabaquismo, el estrés o la alimentación”. La médica ginecóloga Rosana Molina (MN 75793) explicó que “el camino a la menopausia suele ser paulatino y con variaciones, y si bien se trata de un hecho normal o fisiológico en la vida de las mujeres, y de ninguna forma constituye una enfermedad, a veces los síntomas pueden afectar la vida cotidiana y requerir un tratamiento”.
Según detalló la especialista a cargo del consultorio de Climaterio de Halitus Instituto Médico, “dentro de las manifestaciones más comunes está el síndrome vasomotor, más conocido como sofocos y calores, que afecta entre el 75 y 85% de las mujeres que llegan a la consulta”. “Es una sensación de calor que va de la mitad del cuerpo hacia arriba con enrojecimiento de la cara, y se debe al desbalance del centro termorregulador de la temperatura (por la disminución de estrógenos), que se encuentra a nivel hipotalámico -precisó Molina-. La consecuencia más importante que presenta es la alteración en la calidad de vida, ya que durante la noche la mujer se despierta con este síntoma, y como consecuencia del calor transpiran, lo que deriva en insomnio”.
Y tras señalar que estos sofocos “se pueden atenuar con distintas terapias hormonales menopáusicas o con terapias naturales, como isoflavonas de soja”, la especialista resaltó que “en algunos casos se indican antidepresivos en bajas dosis”. Y agregó: “Si bien las terapias naturales no tienen contraindicación, ningún suplemento se puede tomar por cuenta propia porque requieren un control y la consulta médica”.
Otro tema de gran preocupación son los cambios genitourinarios. “Las paredes vaginales se vuelven más delgadas, secas y menos elásticas; siendo posible que se irriten. Esto puede producir mayor frecuencia y urgencia para orinar”, explicó Molina, quien destacó que “debido a esto, las relaciones sexuales pueden volverse dolorosas”. “Es importante remarcar y trabajar con las pacientes el concepto erróneo de que la menopausia es percibida por muchas como el fin de la sexualidad y no sólo como el fin de la vida reproductiva”, subrayó.
Y enumeró tres pilares fundamentales que componen el abordaje de esta condición.
El tratamiento con estrógenos locales es una estrategia terapéutica simple, ya que la respuesta vaginal a los estrógenos es rápida y sostenida. Las mujeres deben ser asesoradas acerca de las opciones terapéuticas disponibles: óvulos, cremas y geles lubricantes, y que la mejor opción para cada paciente es, en gran medida, una cuestión de preferencia personal -puntualizó la especialista-. El tratamiento con estrógenos locales mejora la sintomatología y la vida sexual en más del 50% de los casos”.
Esta terapia no puede indicarse en pacientes con cáncer de mama, con insuficiencia cardíaca, hepática, renal, lupus, con tumores estrogenodependientes, tromboembolismo pulmonar (TEP), trombosis venosas e hipertensión no controlada, en quienes el uso de estrógenos está contraindicado.
Por otra parte, el cuidado en esta etapa se basa en un régimen higiénico dietético. Es decir, una dieta que sea rica en calcio, ya que los requerimientos durante la menopausia son de 1200 a 1500 mg”. Con respecto a la alimentación, se deben consumir, yogurt, leche, quesos, verduras verdes, pescados, (que es otra fuente de vitamina D además de la natural que es el sol) como atún y salmón, semillas de lino, de chía, de girasol y de sésamo.
Y finalmente, “la actividad física, caminatas o en cinta, por lo menos entre 35 a 40 minutos, es recomendable hacerla tres veces por semana”. “Si es menor a esa cantidad de tiempo, el músculo no trabaja. También, se puede realizar natación. Hay que evitar ejercicios con impacto.Todo esto permite prevenir la pérdida de la masa ósea, osteoporosis, enfatizó la experta.
Los chequeos que deben realizarse en esta etapa no difieren mucho de los que todas las mujeres realizan como parte de su control de salud anual: una mamografía una vez al año, un Papanicolaou con colposcopía, ecografía ginecológica transvaginal para evaluar los ovarios, análisis de sangre que incluya un perfil de colesterol, glucemia, hemograma completo, dosaje de hormonas tiroideas, y una densitometría ósea, que permite saber cómo están los huesos.
“El aumento de la vida de las mujeres hace que en la actualidad pasen casi un tercio de su vida en menopausia, por eso es muy importante ofrecerles una buena calidad de vida”, enfatizó Molina.
Existen especialistas y centros exclusivos para la atención de esta etapa de la vida, que las podrán ayudar no sólo al tratar esta condición sino también prevenir sus efectos colaterales.