Sinónimo del amor y de noches apasionadas, dormir juntos no es, en todos los casos, el equivalente a buen descanso y buen sexo. Porque los ronquidos se intensifican justo cuando una se está durmiendo y el desvelo junto con la bronca crea un cóctel fatal. El síndrome de piernas inquietas que sacuden la cama y las patadas se vuelven intolerables, las batallas por las mantas que sólo son divertidas en los primeros quince minutos de la relación. La luz de su teléfono o las veces que se levanta… Razones sobran. ¿Sacrilegio del vínculo? ¿Decisión inconfesable y vergonzante? ¿O una buena opción?
El experto británico Neil Stanley, uno de los defensores de la separación de camas, asegura que quienes se acuestan solos tienen un 50 por ciento menos de posibilidades de sufrir crisis en sus relaciones de pareja. “Dormir juntos no significa siempre llevarse bien, ni separados mal. Es una cuestión cultural en la que compartir es simbólico”, dice Beatriz Literat, médica sexóloga clínica y ginecóloga de Halitus Instituto Médico. “Muchos buscan en la cercanía del cuerpo del otro amparo, seguridad, confirmación de lealtad y muchas otras cosas que no tienen que ver directamente con el sueño ni con la sexualidad genital”. Según la especialista, existen algunas investigaciones que demuestran que es mejor relajarse cuando se duerme sola. “No obstante, muchas personas, cuando están muy apegadas a su pareja o en el inicio de la convivencia, necesitan sentir la presencia del otro para poder descansar.” Compartir la cama, al comienzo, es un deseo casi naturalizado, reflexiona la psicóloga Melisa Mirabet. “Pasar las noches juntos se asocia al compromiso, la unión, la estabilidad y si, por alguna razón hubiera alguna discusión, el separarse por un día implica un distanciamiento que enfatiza que las cosas no están bien”. Para la médica y directora de Servicios Psicológicos y Atención Terapéutica (Sepsiat), hay otro modo de llevar adelante la pareja que decide que el sueño (o desvelo) juntos no está asociado a la estabilidad de la relación. “Para los de afuera puede resultar difícil tener una mirada objetiva. Aún hay mitos y prejuicios. De hecho, muchas veces quienes duermen separados no lo comentan para que no se emita un juicio de valor o se hagan suposiciones que están bien lejos de la realidad”, dice. Según una investigación de la National Sleep Foundation de los Estados Unidos, una de cada cuatro parejas de su país duerme en cuartos diferentes. Y los resultados son similares en Inglaterra y Japón. “No podemos hacer una generalización de por qué ciertas culturas o países lo naturalizan más que otras, porque al fin y al cabo siempre será una decisión de la pareja indistintamente el lugar donde viva”, reflexiona Mirabet. “Lo que sí es cierto, es que en nuestro país las costumbres familiares están muy afianzadas y no se cuestiona tanto cambiarlas para evitar conflictos, entre otras cosas. Aunque a veces la situación es similar al hecho de ‘aceptar’ almorzar con la familia los domingos aunque sea un fastidio.”
La doctora alemana Kneginja Richter, médica psiquiatra, lideró y publicó un estudio en The Journal of Biological and Medical Rhythm Reseach, donde afirma que el colecho suele ser más perturbador para ellas. Para comprobarlo, el equipo estudió los parámetros de sueño de 5142 mujeres de mediana edad, quienes manifestaron que los ronquidos, las idas al baño durante la noche y la inquietud de sus parejas causaron mayores molestias. Insomnio, dificultades para conciliar el sueño y las diferencias para reposar pueden ser disparadores de conflictos en el día a día. “No dormir bien provoca irritabilidad al despertar, lo que hace que estemos más vulnerables a tener discusiones y a generar conflictos”, explica Mirabet. “Además, quien no tiene la dificultad para descansar, finalmente termina cargando con el problema, ya que muchas veces las perturbaciones nocturnas, como dar vueltas, patadas acostarse cuando el otro se está por levantar o utilizar dispositivos electrónicos que iluminan la habitación llevan muchas veces a discusiones que terminan perpetuando el problema.” La romántica idea de dormir en cucharita no parece ser la mejor opción. Al menos para un descanso reparador. Daniel Vigo, doctor en medicina e investigador del Conicet, realizó varios estudios sobre el sueño y el síndrome de apneas, que afecta en la Argentina entre el uno y cuatro por ciento de la población general. “Se caracterizan por la interrupción de la respiración repetidas veces durante la noche y se asocia a la obesidad. Puede ser tratado con tratamientos para bajar de peso, dispositivos que bombean aire bajo presión en la vía aérea u otras medidas específicas según cada caso”, explica.
Entre el 30 y el 50 por ciento sufren insomnio en algún momento de sus vidas. Entre un 10 y un 15, lo padecen de manera crónica, según los estudios que lleva adelante el médico neumonólogo y especialista en medicina de sueño del Hospital de Clínicas, Juan Francisco Nogueira. “Además, el estilo de vida moderno ha determinado que en la actualidad se duerman aproximadamente dos horas menos que hace 50 años”, dice. Estrés, angustia, alguna dolencia física… “Todo lo que altere el ritmo circadiano de nuestro cuerpo puede causar insomnio. Así como también los malos hábitos que incluyen adoptar horarios irregulares de acostarse, realizar actividades estimulantes antes de ir a la cama (como practicar ejercicio intenso), dormir siestas extensas y disponer de un entorno de sueño incómodo, con temperatura extrema, luz, sonido y, también, mala calidad del colchón”, confiesa Nogueira.
Hombres y mujeres, según la National Sleep Foundation, tienen distintos ritmos, lo que hace que, por ejemplo, haya diferencias notables en los patrones de sueño y vigilia entre ambos sexos. Según se afirma en su portal, es esa la razón por la que ellos tienen mayor tendencia a ser noctámbulos mientras que nosotras solemos ser más madrugadoras y susceptibles a las alteraciones durante el descanso. Por eso suele decirse que los hombres son búhos y las mujeres alondras.
Planteadas las diferencias, ¿es posible que dormir separados además de asegurar un mejor descanso también mejore las ganas y el sexo? Parece no ser tan sencillo. “Incentivar el deseo no se logrará únicamente por el hecho de distancia, sino que dependerá del sentido que tenga en cada pareja. Del mismo modo que tampoco se logrará un buen descanso solamente por no compartir la cama”, destaca Silvina Sosa, psicóloga de DIM Centros de Salud. Un buen relax se logra con la combinación de varios aspectos, como la comida, la actividad física y aspectos emocionales de cada uno. Y una pareja apasionada también necesita estos ingredientes y algunos más. Los especialistas consultados coinciden en que las parejas que viven separadas tienen mejor sexo. “Depende de muchos factores: la comunicación, la empatía, la seducción, la falta de rutinas y problemáticas típicas de la convivencia que aumentan las ganas de estar ‘más juntos y más cerca’. Si esos parámetros se debilitan –resalta la médica Literat– aparece la tendencia al desapego y a la separación. Y esto les puede pasar a los que comparten la cama, duermen separados y hasta viven en distintas casas. Son los vaivenes del amor y la vida”. ¿Es indicada como terapia sexológica el ‘divorcio de dormitorio’? La doctora Literat afirma que, en determinados casos, lo tendría en cuenta. “Es necesario evaluar muchas variables para dar una indicación terapéutica, no se puede generalizar. Pero si compartir la cama se convierte en un obstáculo para la salud, la calidad de sueño y generara roces que complicaran y dificultaran la convivencia de día a día, lo tendría en cuenta. Puede ser por un tiempo, para que pudieran experimentar la diferencia y decidir qué es más beneficioso para ellos.” En vínculos que llevan muchos años de convivencia, la sugerencia de la distancia de los cuerpos para mejorar la sexualidad puede ser visto como una crisis si tienen muy establecido el hábito de estar siempre juntos. “Pero si es algo acordado y están necesitando romper un poco con la rutina, disponer de un espacio propio, puede brindar oxígeno y refrescar la relación. Pero siempre debe ser un cambio acordado por ambos”, dice la especialista Sosa.
La importancia del sexo, la frecuencia y el deseo son tan variables como parejas hay en el mundo. Y también va cambiando con los nuevos tiempos. Hoy hay varios estudios que confirman que se tiene menos sexo que lo que han tenido nuestros padres y abuelos. “En un estudio realizado en el Reino Unido en el que se entrevistó a casi 5 mil personas, cuando se los consultó sobre qué era lo que más les gustaba de su relación, el sexo no apareció entre las primeras opciones”, relata la psicóloga Sosa. Y añade: “Para mejorar la vida sexual, hay que recuperar la buena comunicación, la creatividad y la búsqueda de tiempo para la seducción y la intimidad”. No dejarse desbordar por la rutina, el cansancio, los hijos pequeños, el trabajo y creer que pasará solo. Hay que buscar ayuda en situaciones que no se encuentra la solución.” Aún en 2020 nuestra cultura sexual es muy incompleta, llena de mitos y creencias erróneas que necesitan ser aclarados”, aconseja Literat. Y sí, dormir separados resuelve algunos problemas
y los encuentros están libres de solo algunos reproches. Pero, como en toda pareja, es sólo una opción a tomar juntos.